El pasado martes hallaban sin vida el cuerpo de un joven que se ahogó en el Lago Azul, una zona de agua continental situada al lado de la fábrica de Cosmos (dueña de la laguna) en Córdoba capital. La noticia ha conmovido a la sociedad cordobesa y ha puesto sobre la mesa el debate de las zonas de baño naturales. Aunque parezcan no entrañar peligro, esas aguas continentales que conforman los ríos, los embalses o los lagos han dado más de un susto en la provincia y, lo que es peor, se han cobrado la vida de varias personas.

El organismo competente en valorar si una zona de agua es óptima o no para el baño en Córdoba es la Consejería de Salud, que, básicamente, determina la calidad del agua y no el peligro que puede entrañar adentrarse en un espacio de este tipo.

Esto quiere decir que, ahora mismo, en la provincia de Córdoba hay solamente tres espacios acuáticos naturales donde está permitido bañarse con el visto bueno de Salud. Son tres embalses o pantanos situados en distintos puntos de la provincia y que ya han pasado a denominarse playas de interior. Uno está en Almodóvar del Río (el pantano de la Breña), otro en El Viso (La Colada) y otro en Iznájar (Valdearenas).

Más allá de estos tres espacios de naturaleza, no hay permiso expreso de ninguna autoridad para bañarse en ninguna otra zona acuática de Córdoba. Sin embargo, hay lugares, tanto en la capital como en la provincia, que en verano se convierten en punto de atracción de veraneantes en busca de algo de fresco.

Zonas de baño. CÓRDOBA

El rico patrimonio natural de la provincia hace que estos puntos de refresco sean numerosos, pero al menos una quincena de ellos son lugares habituales de reunión. En la capital hay varios, pero la zona de los Baños de Popea y del arroyo del Bejarano suelen ser los más transitados. Es cierto que la profundidad de esta zona no es excesiva, ni tampoco los conocidos como remolinos, pero, tal y como apuntan los expertos, la seguridad total nunca está garantizada.

Aunque no es tan habitual, sí que hay gente que utiliza el río Guadalquivir a su paso por la capital para darse un chapuzón en zonas como la que pega al Jardín Botánico. Fuentes de la Junta aseguran que en el río el baño está prohibido (tanto en Córdoba como en el resto de provincias por las que discurre), y aquí ya no entra en juego la calidad del agua, sino la peligrosidad que entraña un espacio de estas características.

El ya mencionado Lago Azul es otra zona de la capital habitual para bañistas, además muy cercano al casco urbano. Aquí, además, hay carteles que dejan claro que el baño no está permitido y que se trata de un espacio privado.

Otras zonas de la capital que se usan habitualmente para darse un baño son Los Arenales, por donde discurre el río Guadiato, el puente Mocho, Los Sifones, San Rafael de Navallana o incluso el lago de Las Jaras, aunque estos últimos en menor medida.

Fuera de la capital también son habituales esos baños en zonas de ríos, lagos y embalses, que no son pocos en la provincia. El embalse de Sierra Boyera, que abarca los municipios de Belmez, Peñarroya-Pueblonuevo y Fuente Obejuna, es también usado por los vecinos de la comarca para bañarse, aunque esté prohibido.

También ocurre en el embalse de Puente Nuevo, en Espiel, o en el pantano del Bembézar o el arroyo de Guadalora, en Hornachuelos. El arroyo llega a tener, incluso, los accesos peatonales cerrados, pero siempre hay quien consigue entrar. En Montoro hay también un gran número de espacios que se usan para ello, como son El Arenoso, Martín Gonzalo o Yeguas, sobre todo, el primero.

Bañistas en La Colada, en El Viso.

Menos habituales pero también usados como piscinas naturales son el embalse de Santa María en Pozoblanco (usado principalmente, eso sí, para practicar la pesca) o el río Bailón, en Zuheros. Sobre este último cabe decir que suele ser usado para estos fines sobre todo en primavera, porque en verano se queda prácticamente sin agua.

Los peligros de bañarse en una zona desconocida no son pocos. Las zonas naturales, entre otras cosas, son lugares de remolinos de agua y también suelen acumular maleza donde es posible quedarse atrapado. Además, en muchas ocasiones es difícil determinar la profundidad, lo que también entraña peligros. Y en zonas creadas de manera artificial estos peligros no disminuyen. En el Lago Azul, por ejemplo, la prohibición también se establece por, entre otras cosas, los altos niveles de azufre que acumulan las aguas.