Los inquilinos de los apartamentos de alquiler de Vimcorsa en Sama Naharro, cerca del centro comercial La Sierra, han acogido con satisfacción la noticia de que la empresa municipal de vivienda tiene previsto concluir por fin la manzana (el nuevo edificio cerrará el actual, construido en semicírculo, ocupando un solar ahora baldío) y hacer 113 nuevos pisos para personas mayores de 65 años. «Me parece fenomenal, la nueva fase quitará el solar, que lo único que da es basura», comenta Rafael, de 77 años, que vive en estos pisos con su mujer desde que se inauguraron allá por el año 2013. 

A su lado, Pepe, de 76 años, también acoge con expectación la noticia que avanzó el lunes el presidente de Vimcorsa, Salvador Fuentes, y para la que se espera que hoy el consejo rector de la Gerencia Municipal de Urbanismo, conceda licencia. Ambos vecinos coinciden en reclamar al Ayuntamiento tino para seleccionar a los vecinos. Vimcorsa tiene una lista de espera para el alquiler de 194 mayores de más de 65 años y 20 personas más que esperan pisos de dos dormitorios.

Lavando los platos en el salón con cocina. A.J. GONZÁLEZ

 «Se debería profundizar mucho más en los casos y Vimcorsa debería ser selectiva en elegir inquilinos y que sepan comportarse de manera cívica», comenta ya que, como en todas las comunidades, a veces hay quienes parecen no saber convivir. «A veces tenemos problemas con los dueños de las mascotas que no recogen sus necesidades y que las dejan tiradas en las zonas comunes», añade Rafael, que reconoce que va con frecuencia a Vimcorsa a comentar las incidencias y a reclamar mejoras. «Al principio hacíamos reuniones de comunidad, pero luego ya dejamos de hacerlas», añade. 

Con todo, la imagen que las zonas comunes de los apartamentos de Sama Naharro -con zonas ajardinadas--tenían ayer por la mañana era impecable. Operarios de Fepamic, la empresa que tiene la concesión del mantenimiento, se afanaban barriendo. «Han tomado cartas en el asunto», apunta Pepe, agradecido a la labor que está desarrollando esta empresa. 

Respecto a los servicios comunes, los vecinos echan de menos la cafetería, que ahora está cerrada. «Ha habido al menos cuatro concesionarios, que han terminado cerrando porque se ve que el alquiler es más alto que el beneficio que obtienen», lamenta Pepe. «Estaba muy bien para tomar café y entretenernos», dicen estos vecinos con «demasiado» tiempo libre. «Yo me jubilé con 70 años y fue un trauma», reconoce Pepe, que se dedicaba a temas informáticos.  

Un vecino lee el CÓRDOBA en papel. A.J. GONZÁLEZ

Respecto a los servicios comunes, los vecinos echan de menos la cafetería, que ahora está cerrada. «Ha habido al menos cuatro concesionarios, que han terminado cerrando porque se ve que el alquiler es más alto que el beneficio que obtienen», lamenta Pepe. «Estaba muy bien para tomar café y entretenernos», dicen estos vecinos con «demasiado» tiempo libre. «Yo me jubilé con 70 años y fue un trauma», reconoce Pepe, que se dedicaba a temas informáticos.  

También está cerrado, pero por el covid, el centro municipal de mayores, que se ubica en los bajos de los apartamentos su sede. En estos locales están abiertos actualmente la peluquería, «que tiene mucho tirón», y la guardería. «En invierno es un delicia ver a los niños en la clase», comenta María Luisa Molina, una vecina de 73 años que dejó el pasado mes de enero y después de 50 años su piso en las Margaritas para venir a vivir aquí. «Aquí se vive de maravilla; lo único que yo echo en falta es que hubiera un comedor como hay en muchos hogares y un cuartillo para poder meter los burraquillos que una acumula», explica al tiempo que solícita se ofrece a enseñar su piso primorosamente recogido.

«Aquí hay gente también muy buena y nos ayudamos unos a otros. A mi vecino Rafael, que vivía solo, le he estado dando de comer y ayudando hasta que se murió el domingo, pobrecillo», explica Rafael. «Eso es lo malo, que en estos años hemos visto a unos 50 vecinos despedirse».