La doctora Dolores Mesa Rubio, cardióloga del hospital Reina Sofía, se ha convertido en la primera mujer en presidir la Sociedad Andaluza de Cardiología, en más de 50 años de historia de esta institución, nombramiento que se acaba de hacer efectivo. Dolores Mesa nació en Jaén, estudió Medicina en Cádiz y en 1988 eligió el Reina Sofía para realizar la especialidad de cardiología. Desde 1993 trabaja como facultativa especialista adjunta en el complejo cordobés y ejerce en el área de pruebas funcionales e imagen cardiaca del servicio de cardiología del hospital.

¿Cómo valora ser la primera mujer al frente de esta sociedad?

Está muy bien que una cardióloga del hospital Reina Sofía sea presidenta de la Sociedad Andaluza de Cardiología. Además, de las cuatro personas que hay en el comité ejecutivo, 3 somos mujeres. Esta situación es solo el reflejo de lo que pasa en la sociedad actual, con un 40% de cardiólogas en España y un 50% de mujeres residentes de esta especialidad. La cardiología, que era una especialidad considerada masculina, se está igualando. En el ámbito jerárquico, jefas de servicio en los hospitales hay un 11% y profesores titulares de cardiología en las universidades, un 7%. Por eso, para mí es un orgullo formar parte de una directiva y un comité ejecutivo con predominio femenino. Me gustaría agradecer el apoyo de mis compañeros de hospital para que me presentara al cargo y su colaboración para poder asistir a reuniones o actividades de la sociedad.

¿Qué objetivos se plantea bajo esta responsabilidad?

El primero, fomentar la formación continuada, porque la medicina y la cardiología, en particular, requieren de una actualización permanente de nuevos tratamientos. La segunda misión es transmitir a la Junta de Andalucía las inquietudes de las necesidades asistenciales que existen. Por ejemplo, Andalucía se ha convertido en la primera región en contar con unidades de rehabilitación cardiaca en red, que posibilitan que todas las unidades trabajen con objetivos conjuntos. Pero, para que se aprueben estas iniciativas, alguien le tiene que transmitir a la Administración cuáles son las necesidades. Y el tercer propósito recae más sobre la Fundación Andaluza del Corazón para tratar de promocionar medidas de prevención y de hábitos cardiosaludables en la población en general y, para ello, nos apoyamos en las asociaciones de pacientes.

¿Qué papel están jugando los cardiólogos en esta pandemia?

Desde un principio, los residentes de cardiología reforzaron en un 50% las guardias de las unidades covid y algunos adjuntos fueron a trabajar a las unidades covid. El resto de especialistas que no apoyaban la labor de las unidades covid, asistían a los enfermos cardiacos. Nuestro servicio de cardiología ha estado trabajando al 100% durante la pandemia. No se han cerrado consultas, ni se han dejado de practicar técnicas que el paciente precisara. En los primeros meses del covid, como detectamos que la población estaba temerosa y no acudía al hospital, se hizo un comunicado y un vídeo para informar que nadie dejara de acudir al Reina Sofía si se sentía mal porque estamos abiertos las 24 horas. En la segunda fase de la pandemia tuvimos que hacer el doble de trabajo. Hemos tenido que recuperar muchas consultas y técnicas diagnósticas que no se pudieron realizar porque pacientes no habían acudido al hospital.

¿Las patologías cardiacas afectan más a hombres o a mujeres?

Estas enfermedades eran antes más de hombres y siguen siéndolo porque la incidencia de la patología isquémica es mayor en el hombre. Sin embargo, la causa prioritaria de muerte en la mujer es la enfermedad cardiovascular, por encima del cáncer de mama. Pero ni las propias mujeres, ni algunos especialistas o personal sanitario acaban de concienciarse de esto. Está subiendo la patología cardiaca, porque hay más tabaquismo en la mujer. Además, tras la menopausia la mujer tiene más riesgo de incidencia cardiaca, porque se suele producir una ganancia de peso importante, la cual puede derivar en hipertensión y en diabetes. Para prevenir la situación, es aconsejable mantener hábitos de vida cardiosaludables y hacer ejercicio diario. Objetivo de las sociedades científicas y de los especialistas en cardiología es intentar que las mujeres estén más pendientes de posibles síntomas y acudan al médico de atención primaria o al especialista como los hombres, porque pueden sufrir eventos cardiacos, dada la mayor esperanza de vida de la población.

¿La mayor carga que suele recaer en las mujeres también las predispone a estos episodios?

Sí. Por eso, uno de los objetivos de nuestra directiva es crear el grupo de trabajo Cardiología y mujer, para concienciar a la sociedad y a las mujeres de que deben observarse más y controlar posibles factores de riesgo.

¿Ha crecido mucho la supervivencia en los últimos años?

Sí, ha aumentado de forma importante la supervivencia a las enfermedades cardiovasculares en los últimos años. Una prestigiosa revista médica señalaba que en las últimas décadas del siglo XX las técnicas de imagen en medicina habían supuesto una revolución mucho mayor que todo lo existente en los 20 siglos anteriores en el diagnóstico precoz y no invasivo. El servicio de Cardiología del Reina Sofía ha ido incorporando técnicas invasivas y no invasivas. La nueva sala de hemodinámica cuenta con técnicas de diagnóstico de fusión que permite que crezcamos más en tratamientos sin cirugía, como el tratamiento percutáneo de las valvulopatías. Gracias a los cateterismos se han podido abordar problemas en pacientes de alto riesgo sin cirugía.

¿Los pacientes cardiacos se cuidaron poco durante el confinamiento?

La pandemia generó mucho miedo a acudir al médico en general, por lo que a algunos pacientes se les descontrolaron factores de riesgo, tuvieron menos adherencia a sus tratamientos o no los renovaron, lo que condujo a situaciones clínicas de empeoramiento. La Revista Española de Cardiología publicó un estudio sobre cardiopatía isquémica aguda (angina de pecho e infarto), en la que la que colaboraron los doctores Ojeda y Pan, del Reina Sofía, y reflejó que habían ido menos pacientes al hospital y que incluso habían pasado los infartos en casa, con el riesgo de padecer más complicaciones y pérdida de la función cardiaca. También en determinados casos no se puedo activar el código infarto, con las vidas que se podrían haber podido salvar.

¿Participa actualmente en alguna investigación?

Desarrollamos varias líneas de investigación y colaboramos con muchos ensayos clínicos, de nefrología, medicina interna u oncología. Como línea propia, destacaría el tratamiento de la valvulopatía mitral y aórtica de forma percutánea o el cierre de comunicaciones congénitas de forma percutánea, incluso en recién nacidos. Otra línea de investigación, en el campo de la cardiooncohematología, consiste en una labor conjunta de las tres especialidades para mejorar la calidad de vida de pacientes oncológicos para que no desarrollen patologías cardiovasculares.

¿Recuerda algún momento más especial en su trayectoria?

Lo que me parece espectacular es poder tratar ahora de forma percutánea patologías estructurales que antes no procedía que se trataran porque el riesgo quirúrgico era muy elevado. Tratar de dar una solución a gente mayor en la mayoría de los casos, pero también a algún joven, que a lo mejor está esperando un trasplante, pero que al tratarlo de forma percutánea, puede salir de la lista de espera y si no poder aguardar en mejores condiciones a que llegue un corazón idóneo.