La asociación de vecinos de la urbanización El Alamillo, ubicada en Villarrubia, lamenta, a través de una nota, que, a pesar de que "los años pasan, se sigue viviendo sin servicios básicos, se siguen contaminando los acuíferos, siguen las promesas y se sigue tropezando con la GMU" (Gerencia Municipal de Urbanismo). Esta asociación critica que "las leyes que se aprueban en la Junta de Andalucía, siempre mirando hacia otras provincias más costeras, no nos ayudan para nada y, mientras, a nuestros políticos cordobeses no se les oye en el Parlamento andaluz".

La asociación explica que El Alamillo "surgió durante el boom de las parcelaciones" en el entorno de Villarrubia. "Se trata", añade la asociación, de "un cortijo histórico en la zona, pasado de padres a hijos, hasta que fue comprado por un poderoso hombre de negocios que, viendo el boom parcelista, decidió parcelarlo y venderlo". "La mayoría de los compradores fueron vecinos y vecinas de Villarrubia que vieron la posibilidad de tener un pequeño terreno para sus hijos e hijas", explica la asociación, que añade que "también se vendieron algunas parcelas a vecinos y vecinas de Córdoba que se construyeron su segunda vivienda pero, como ya se ha dicho antes, la mayoría de los compradores fueron vecinos y vecinas del barrio".

La asociación afirma que "este parcelador no solo vendió parcelas sino que hizo un lote que fue vendido a otro", que "terminó de venderlas". Tras ello, los parcelistas "intentaron organizarse, crearon comunidades, asociaciones vecinales, juntas de compensación, todo lo que les decían que tenían que hacer para legalizar", e, incluso "empezaron a llegar empresas legalizadoras". "Todo era muy fácil, todo era cuestión de dinero… En un breve período de tiempo estarían legalizados", asevera, recordando cómo "se hablaba de cantidades astronómicas como si no fuera nada" y "había facilidades de todo tipo y los parcelistas lo aprobaban, como si ellos no fueran a pagar nunca, una cuota detrás de otra y no se veía el fin".

De esa forma "se estaba creando el plan de reparcelación", que "era una misión casi imposible", ya que "desde que se empieza hasta que se crea pasan años, se suceden miles de cambios, salen miles de impedimentos", explica. "Mientras pasan los años", lamenta, "y la comunidad y la asociación luchan para intentar que los vecinos y las vecinas que ya viven en la parcelación lo hagan lo más dignamente posible", y "se arreglan caminos, se mantiene una infraestructura de distribución de agua procedente de un pozo cuya agua no se debería usar ni para regar por lo contaminada que está". En este sentido, la asociación señala que "este agua no se puede usar para beber, pero sí para ducharse, para lavar los platos, etcétera" y "los vecinos y las vecinas siguen pagando cuotas de mantenimiento durante todo este tiempo".

En cuanto a la fase del proyecto de urbanización, la asociación asegura que se vuelve a producir otra "odisea". "Mientras se ha creado este proyecto", explica, "han pasado por la GMU distintos presidentes y partidos políticos, cada uno con sus ideas y promesas", y "llega la hora de presentar informes, de revisar el proyecto, etcétera, y, lo más problemático, no hay personal", por lo que "la aprobación se hace eterna y los gastos enormes".

El Alamillo está junto a Cuevas de Altázar, primera urbanización que ha llegado al final del proceso de regularización (aunque aún le quedan tareas pendientes), y cuenta con 180 viviendas, que tienen origen en los noventa, con luz, a las que les falta agua y alcantarillado. Desde hace doce años El Alamillo persigue la legalización.