42 cordobeses aislados por el macrobrote de Mallorca en el hotel Palma Bellver y que habían dado negativo en los test realizados en Baleares tomaron esta mañana el ferry dispuesto por el Gobierno balear, en una travesía de 6 horas que les devolvió a la península, donde les estaban esperando las autoridades sanitarias andaluzas para realizar los test de antígenos y embarcarlos en otras 6 horas de viaje en autobús hasta casa. Según las cifras oficiales de la Consejería de Salud, 42 cordobeses han viajado en el barco y tres de ellos han dado positivo en las pruebas realizadas en el puerto de Valencia por lo que ha tenido que viajar separado del resto. Otro grupo más pequeño, seis aproximadamente según los testimonios, volvió por sus propios medios en avión, sin necesidad de ningún control. 

Por la mañana, el responsable de Salud de Baleares explicó el dispositivo puesto en marcha para garantizar la seguridad del desplazamiento en el barco, en el que viajaron junto a los jóvenes, dos enfermeras y un técnico de emergencias sanitarias. El viaje fue cómodo, según los jóvenes, que pese a estar aislados del resto de pasajeros y de la tripulación, tuvieron la oportunidad de comprar comida en la cafetería antes de llegar. "Hemos salido muy temprano del hotel, estamos cansados, pero el viaje ha sido bueno y no ha habido incidencias", declararon a la llegada. 

Atrás queda para todos un viaje marcado por seis días de confinamiento obligado que ninguno olvidará. En los próximos días, todos deberán completar la cuarentena en casa, según informaron fuentes de la Consejería de Salud y Familias de la Junta de Andalucía. En los próximos días, se les repetirán las pruebas para comprobar que ninguno más positiva un contagio y controlar la enfermedad en caso de que se dé algún caso. Otros 34 jóvenes cordobeses permanecen aún en Mallorca, ya que han dado positivo en días pasados y siguen aislados en el hotel Palma Bellver. Según las previsiones, el próximo lunes o martes se llevarán a cabo nuevas pruebas para ver si dan negativo, lo que podría permitir darles el alta y vía libre para su regreso a casa.

«En el aeropuerto, no nos han pedido nada»

Claudia llegó a casa esta tarde porque regresó a Córdoba en avión. «Yo me mareo mucho y me pongo a vomitar, estaba mentalizada de venir en barco, pero cuando plantearon la posibilidad de coger un avión vi el cielo abierto», explica. Le sorprendió que después de todo lo ocurrido, nadie les pidiera ningún papel antes de embarcar. «Ni a nosotras ni a nadie, todas las medidas de seguridad se han concentrado en el barco, pero para montar en el avión, no hacía falta test ni nada».

Cuenta que lo que le impactó al llegar a Mallorca fue «que había muy pocas medidas de seguridad, todo dependía de lo que cada uno quisiera hacer, pero no había control de ningún tipo, todo muy light y la mayoría de la gente iba sin mascarilla, los turistas y la gente de Mallorca». Ellos viajaron el día 22 y hasta el 26, no decayó oficialmente la medida en exteriores y con distancia de seguridad. Echando la vista atrás, cree que la imagen que se ha dado de lo ocurrido no deja en buen lugar a los jóvenes. «En el hotel, la gente estaba muy rebelde y hay quienes perdieron los papeles, pero en estas cosas pagan justos por pecadores, comenta, «yo no me he sentido secuestrada, pero se me hizo largo el encierro y aunque entendía que había que colaborar, yo tenía claro que no era contacto estrecho de nadie y que no tenía sentido que nos aislaran». Después de lo vivido, afirma que el viaje le ha enseñado que «en un momento, todo lo que se ha conseguido durante año y medio se puede perder». Cree que se ha criminalizado a los jóvenes, aunque en parte lo entiende. «Han salido chavales quejándose por la comida y cosas así y nos han metido a todos en el mismo saco». 

«Nos sorprendió que nadie llevaba mascarilla en la calle»

La agencia Tu fin de curso lo prometía en su publicidad: «El viaje que cambiará tu vida, provocamos experiencias inolvidables, creamos historias alucinantes y recuerdos imborrables». Según Antonio José Millán, alumno del IES Góngora, «pensamos que sería imborrable, pero no imaginábamos que pasaríamos algo así», bromea. Una hora después de salir del ferry, mientras esperaba el momento del test de antígenos, explicó que «el trayecto en el barco ha sido largo, pero cómodo y seguro, con distancias de seguridad y mascarillas», aseguró, «estamos agotados y con muchas ganas de llegar, hemos salido del hotel a las 6 de la mañana y todavía nos queda mucho hasta Córdoba». Tras siete horas de barco, la previsión era poder montarse en el autobús para iniciar el camino por carretera en torno a las 20 horas. Como otros chavales, comenta que cuando llegaron a Mallorca el día 22 de junio, después de los conciertos de regetón y 48 horas antes de que saltara la noticia del macrobrote, les sorprendió que «nadie llevaba mascarilla». «Parecía la normalidad que había antes de la pandemia, era un poco chocante al principio, pero nosotros íbamos con un test negativo y nos juntábamos entre nosotros, así que era difícil que pudiéramos contagiarnos», explicó. Solo disfrutaron de su viaje de fin de curso tres noches. «Lo mejor de este viaje han sido las risas mientras duraron esos tres días», sentencia Antonio José, «lo peor, el momento en que nos dijeron que teníamos que quedarnos encerrados sin saber muy bien por qué». A la pregunta de qué le ha enseñado este viaje, contesta: «A mirar bien lo que firmo porque los documentos que nos daban eran confusos».

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"Cuando llegamos a Mallorca, parecía que no había pandemia"

Eduardo López es un estudiante cordobés que viajó a Mallorca el día 18 de junio, antes de que explotara el macrobrote y tres días después del concierto considerado el epicentro del foco de contagio, así que se libraron por los pelos de una cosa y otra. Según relata, cuando llegaron a la isla, les sorprendió que allí nadie llevaba mascarilla por la calle. «Al principio nos impactó, pero luego vimos que la Policía no decía nada, nos miraba y pasaba de largo», explica, «en el hotel, los monitores nos pedían que nos la pusiéramos cuando los veíamos, pero la mayoría la llevábamos bajada casi todo el tiempo desde el segundo día». Según su testimonio, «en el momento, no lo piensas, te choca porque estás acostumbrado a llevarla, pero haces lo que ves porque te da la sensación de que si todo el mundo va así es porque no hay riesgo». Él acudió al segundo concierto de regetón organizado en la plaza de toros. «El primero fue el día 15 y fue un desmadre, así que el segundo estuvo muy controlado, nos sentaron en la pista en mesas de 8 y no podíamos levantarnos nada más que para ir al servicio, los camareros nos traían lo que quisiéramos», comenta. De regreso a Córdoba, todos se sometieron a pruebas PCR y de un grupo de unos 20 se ha registrado un positivo. «En el supermercado y en sitios así, la mayoría llevaba la mascarilla, pero en la playa, en el hotel, en la piscina y por las calles parecía que no había pandemia», afirma. «Nosotros tuvimos la suerte de volver antes de que todo estallara, afortunadamente no hemos tenido que estar recluidos como los que vinieron después y pudimos disfrutar de nuestro viaje».