Alcohólicos Anónimos (AA) cumple este mes, mañana jueves, 86 años trabajando a nivel internacional la autoayuda grupal como forma de terapia para dejar de beber. Durante la pandemia, también en el confinamiento gracias a los medios digitales, el grupo de Córdoba se ha seguido reuniendo con regularidad, constatando «el efecto multiplicador» de los casos de alcoholismo destapados durante la crisis sanitaria, ya que han recibido el triple de llamadas de auxilio que un año normal, según María (nombre ficticio), que actúa como portavoz.

Con el anonimato como señal de identidad, la organización lleva activa en Córdoba desde 1995 con distintas personas al frente, ya que, a diferencia de otras entidades con un perfil más institucionalizado, AA funciona como grupos de alcohólicos que deciden reunirse de forma voluntaria para recordarse unos a otros la meta común de mantenerse sobrios. «No tenemos cuotas ni médicos ni personas que te vigilen, pero seguimos un programa de doce pasos y una literatura maravillosa que nos guía, con la máxima del cariño y respeto a todos los que quieren compartir su historia con nosotros», explica María.

El grupo 24 horas de Córdoba se reúne los martes a las 19 horas en la calle Ronquillo Briceño número 1, junto a la iglesia de Santiago, y el teléfono de contacto es el 686 863 997. Desde que empezó la pandemia, «muchos casos han salido del armario por las condiciones extraordinarias que ha supuesto el confinamiento», explica, «hay quienes bebían en los bares habitualmente y llegaban a casa para acostarse directamente, pero en esos meses tuvieron que beber dentro de sus hogares, lo que visualizó el problema a ojos de sus familias, que pudieron comprobar hasta qué punto dependían de la bebida», comenta.

Aunque en el grupo hay más hombres que mujeres, «a las que les cuesta más trabajo pedir ayuda por el estigma que provoca el alcoholismo», cada vez son más las que se deciden a dar el paso, «entre ellas muchas jóvenes también», afirma María, que recalca la presencia de muchas «personas normales», alejadas de cualquier estereotipo de alcohólico, que sufren «esta enfermedad». Entre los jóvenes, abundan los bebedores de fin de semana o de diario que combinan el alcohol con otras drogas, por lo que «la adicción es mucho peor».

Es frecuente que las personas lleguen a Alcohólicos Anónimos «cuando han perdido a la pareja, el trabajo y empiezan a beber solos en casa, sin control», aunque lo ideal sería «atajar la situación mucho antes». María lo vivió en primera persona. «Yo no sabía que estaba enferma, sabía que tenía un problema con el alcohol y vivía frustrada, intentaba disimularlo, pero no controlaba», admite, «el alcoholismo te cambia el carácter, en cuanto bebía me cambiaba el humor, en lugar de beber para socializar, socializas para beber».

Los que acuden por primera vez llegan con «muchos miedos, nadie va por gusto», asegura antes de recordar que además de las reuniones con los enfermos también hay reuniones con los familiares. La forma de afrontar el alcoholismo de AA consiste en que «cada uno se autodiagnostica la enfermedad con el testimonio de los compañeros, que te ayudan a identificar que lo que te pasa a ti es lo mismo que le ocurre a los demás». Cuando dejan de beber, se produce «un cambio de personalidad» que hace «que nos sintamos útiles, felices y dignas», apostilla María.