En Córdoba fuma aproximadamente el 25% de la población, unas 180.000 personas que están entre la adolescencia y la tercera edad, y de éstas, según la Encuesta sobre Alcohol y Drogas en España aproximadamente el 70% (más de 125.000) ha mostrado en algún momento su intención de dejar de fumar. En una década, el 10% de los fumadores en Córdoba han logrado abandonar esta adicción, según datos del año pasado. El tabaco está detrás de unas mil muertes al año en Córdoba, una media de tres a cuatro defunciones diarias, y es la causa del 55% de las enfermedades del aparato respiratorio, y a éstas hay que añadir otras patologías como las cardiovasculares y los cánceres extrapulmonares. Los datos no son nuevos, pero permanecen año tras año en las estadísticas de la Unidad de Neumología del hospital Reina Sofía de Córdoba.

Hoy, 31 de marzo, Día Mundial sin Tabaco, tanto la presidenta de la Asociación Provincial de Lucha contra el Cáncer (AECC), Auxiliadora Cabanás, como el jefe de la Unidad de Neumología del Reina Sofía, Francisco Santos, defienden la necesidad de mantener las medidas antitabaco que ha generado la pandemia del covid-19 para reducir tanto el número de fumadores pasivos como para incentivar el abandono del tabaco.

«Tengo mucha fe en las medidas que acotan el consumo de tabaco en los espacios abiertos, porque disminuye el riesgo en los fumadores pasivos», afirma este especialista médico, que sostiene que por él mantendría las medidas antitabaco en espacios abiertos que ha traído la pandemia.

La campaña antitabaco de la AECC se fija precisamente este año en la necesidad de que los espacios abiertos, la calle, esté libre de humo para proteger a los menores, «blindar las zonas públicas», y aspira a que en el 2030 haya «una generación libre de humo». «El humo y el cáncer están muy relacionados, ya que nos preocupa mucho cómo afectará el tabaco a los niños con patologías futuras y la campaña va dirigida a lograr y fomentar ciudades saludables, libres de humo», explica la también médico Auxiliadora Cabanás.

Existía el miedo entre los neumólogos, reconoce el doctor Santos, de que con el confinamiento y las medidas restrictivas por la pandemia se disparase el consumo de tabaco, pero por el momento «no hay datos claros», aunque sí que los hay respecto al sobrepeso, que «ha crecido considerablemente debido a los cambios alimenticios y a la falta de actividad durante la pandemia». Lo que sí ha provocado el covid-19 es el miedo de los pacientes a ir al hospital, por lo que «ahora se están diagnosticando tumores un poco más avanzados en su desarrollo», siendo la edad media más frecuente de un fumador para padecer cáncer de pulmón entre los 60 y los 65 años, aunque también hay casos, excepcionales, con 40 años, explica.

Desde enero hasta mayo se han llevado a cabo 17 trasplantes de pulmón en el hospital Reina Sofía, ya que se ha considerado como «una cirugía prioritaria», afirma el doctor Santos, que apunta que ahora mismo hay 45 pacientes en lista de espera de un trasplante.

«Por donde pasa el tabaco hace daño y, aunque el cáncer es la patología más grave, provoca otras enfermedades como la enfermedad pulmonar obstructiva crónica (EPOC), que es devastadora y convierte a la persona en un inválido respiratorio», asegura.

Este especialista recomienda que si se es «fumador intenso», el que lleva más de 20 años fumando un paquete al día «se vaya al médico cuando se empiece a toser por las mañanas con una tos machacona. Puede tener solo una bronquitis crónica, pero esa tos es un síntoma que hay que estudiar». En su opinión, cualquier momento es bueno para dejar de fumar, incluso si se le ha diagnosticado a una persona una bronquitis crónica o una EPOC. Recuerda que es importante tener la voluntad de abandonar el tabaco, pero también que hay talleres específicos para dejar de fumar en los centros de salud.

El 60% de las personas que acuden a esos talleres de deshabituación tabáquica en los centros de salud es hombre, pero «la mayoría de los fumadores que abandonan la adicción son mujeres», según la experiencia de Cabanás.