La cantaora cordobesa María José Llergo (Pozoblanco, 1994) ha sacudido el panorama flamenco con su cante profundo y atípico, en el que tiene siempre presente a su tierra y las enseñanzas que recibió de ella. Es el nuevo nombre del flamenco que no para de sonar en todas partes, lo que le ha valido el premio de Cordobesa del Año, que anualmente concede Diario CÓRDOBA.

«Es un gesto súper dulce que me sabe a abrazo de mi gente», señala la artista ante este galardón, por el que da las gracias, asegurando que «me hace muy feliz que mi gente pueda disfrutar de lo que hago y sentir que los tuyos te tienen estima. Es lo más bonito del mundo».

Lleva en activo desde el año 2018, aunque no ha sido hasta ahora cuando ha empezado a tener más peso y protagonismo. Niña de las dunas (2018), su primer tema, la presentó al mundo junto al guitarrista flamenco Marc López. Después, Me miras pero no me ves (2019), escrito por ella misma y coproducido por el sevillano Lost Twin, que habla sobre la invisibilidad de ciertos colectivos sociales, la consagró como una de las voces a tener en cuenta, aunando tradición y modernidad.

El péndulo (2019) fue el título del primer lanzamiento físico de la artista. Todos esos temas se encontraron finalmente en Sanación (2020), el primer álbum de la cordobesa, un homenaje a sus orígenes, a los que une una atmósfera electrónica.

Ante este recorrido, la cantaora hace un balance «súper positivo». «Sanación nació en febrero de 2020, y justo después estalló la pandemia. Yo siento que le di al mundo un bálsamo para el alma justo cuando más lo necesitaba. Así que estoy contenta, han sido dos años de cambios, retos y muchísimo trabajo y disciplina, pero también de alegría, libertad y de autoconocimiento brutales».

Llergo ha embelesado al público con este disco, ante el que ha sucumbido la crítica y ha recibido el favor de medios como MondoSonoro o Rockdelux. En estos dos años ha formado parte de los carteles de los festivales más importantes de España y en su corta carrera ya ha cosechado galardones como un Premio Odeón (llamados los Goya de la música) como artista revelación en el flamenco, el Paco Martín a la artista revelación de las músicas globales, además de ser finalista en otros prestigiosos premios musicales.

Lleva el flamenco en sus venas desde niña, cuando su abuelo le enseñó a entonar en los campos de Pozoblanco, su pueblo, desde donde partió a Barcelona para cumplir el sueño de aprender a cantar sin pensar en agradar a nadie y en plena libertad. Aquel reto que la llevó a Cataluña la alejó de una tierra por la que siente pasión y a la que vuelve cada vez que puede. «Echo de menos el sol de mi Andalucía... la luz que todo lo inunda, mi familia preciosa que tanto quiero. Sin ella me sería imposible hacer lo que hago», dice la cantaora, a la que también le gusta perderse por la Judería «para encontrarme conmigo misma... cantarle al Guadalquivir letras de Lole y Manuel. Tenemos mucha suerte, Córdoba tiene magia».