El personal del Centro Andaluz de Alzhéimer, instalación del Patronato Municipal Alcavise perteneciente al Ayuntamiento de Alcaracejos, dio el 31 de marzo del 2020 un paso trascendental en la protección de los 61 residentes a los que cuidaban, al pasar a vivir en las mismas instalaciones que ellos para cortar cualquier acceso desde el exterior y prevenir contagios por coronavirus.

Los mayores eran el eslabón más débil y la pandemia ya hacía estragos en otras residencias. 17 trabajadores, con la directora al frente, dejaron sus familias y entendieron que lo principal en esos momentos era evitar que el virus entrara en el centro. Todo el pueblo los apoyó. El resto de la plantilla se implicó en todo lo relativo al respaldo emocional y profesional desde el exterior. Los empleados encerrados abarcaban diferentes categorías como cocina, auxiliares o animadores.

41 días

Un grupo de trabajadoras salieron del centro el 21 de abril, se incorporaron otras de refuerzo, pero hasta el 10 de mayo cuatro trabajadores estuvieron sin salir: la directora, una auxiliar, la cocinera y el pinche de cocina, completando así 41 días.

Lograron el objetivo de que el virus no entrara, pero dejaron atrás unas semanas que no olvidarán, con turnos intensivos y un cuadrante adaptado para incluir periodos de descanso y para dormir. Fueron, además, un ejemplo para otros residenciales que adoptaron medias parecidas.

La directora de este centro, que se inauguró en 2002, es Ylenia Polvoreda, que recuerda que «fue duro porque implicó dejar atrás a hijos en algunos casos pequeños, padres y a toda la familia y más en esas circunstancias de incertidumbre por todo lo que estaba pasando», pero añade que «hubo una gran recompensa que superó con creces el sacrificio realizado, que fue que el virus no entrara en a residencia y a día de hoy no hemos tenido ningún caso».

La directora y los trabajadores que protagonizaron el encierro con los mayores reconocen que fue una experiencia profesional y personal que no podrán olvidar jamás y recuerdan «la unión de todos nosotros y el trabajo de equipo porque, además de nuestras propias tareas, echábamos una mano a otras compañeras si era necesario».

Ylenia Polvoreda recuerda con emoción cómo los residentes «valoraban y agradecían lo que estábamos haciendo, en un momento en el que se interrumpieron las visitas de los familiares». Y es que ellos, los usuarios, cuentan que sintieron y percibieron lo que estaban haciendo por ellos y el cariño con el que les cuidan cada día. Los familiares también agradecieron el sacrificio llevado a cabo.

Sobre el premio, la directora señala que es «un honor» y «supone una gran satisfacción y alegría para los trabajadores», pero añade que lo quieren recibir en representación de los distintos centros residenciales «por el esfuerzo extraordinario y sin precedentes desarrollado en esta crisis sanitaria». Mientras, siguen día a día cuidando a sus usuarios con desvelo.