El alminar de una mezquita construida en la Córdoba califal, en el siglo IX, y transformada en la iglesia de San Juan Bautista, cedida a la orden de San Juan de los Caballeros, tras la conquista de la ciudad, ha recuperado su imagen primitiva y será visitable a partir del verano. El presidente de la Asociación Centro Histórico Córdoba, Rafael Martí, ha recordado que esta restauración se ha hecho de la mano de la Universidad de Córdoba y del Ayuntamiento de la ciudad (que ha aportado 50.000 euros), y ha explicado que en el mes de junio en el Palacio de Orive está previsto informar de estas próximas visitas, que en todo caso se harán para grupos reducidos y con cita previa. Este proyecto se ha llevado a cabo a través de la iniciativa de esta asociación, en colaboración con la Congregación de las Esclavas del Sagrado Corazón, como titular de la Torre-Alminar, y la Diócesis de Córdoba.

El portavoz del PP, Miguel Ángel Torrico, ha felicitado al arquitecto artífice de la reforma, Francisco Vázquez Teja, y al arqueólogo Rafael Blanco por los resultados de su intervención. Para el edil esta iniciativa es "un gran ejemplo de colaboración público-privada” que ha dado unos resultados “extraordinarios”. En la puerta de la torre-alminar se han colocado también paneles informativos que explican el origen del edificio y las transformaciones que ha sufrido a lo largo de la historia, ya que la difusión es otro de los pilares del proyecto.

Autoridades, en la presentación de la reforma Francisco González

En el proyecto de restauración de la segunda fase de la Torre-Alminar de San Juan de los Caballero se ha acometido la rehabilitación del interior de la torre. En concreto, se ha llevado a cabo la limpieza, saneamiento y consolidación de sus paramentos interiores, así como del machón central circular en el que se apoya su escalera de caracol original, a la que se le restituirán los peldaños perdidos para asegurar la accesibilidad.

El proyecto también incluye el estudio histórico-artístico y arqueológico del espacio interior, correlacionándolo con los datos obtenidos en el exterior durante la primera fase de restauración llevada a cabo en 2018.  

Por último, la idea es revertir a la sociedad el conocimiento científico e histórico que estas actuaciones permitan aflorar a través de la elaboración de una aplicación móvil y un audiovisual divulgativo de 360º con reconstrucciones tridimensionales que permitan acceder a la evolución arquitectónica del monumento a todo el que lo desee. 

Consolidación de sillares y de la escalera

El arquitecto Francisco Vázquez ha recordado que la actuación ha requerido dos fases de intervención, una en el exterior del alminar y otra en el interior, para consolidar el edificio que estaba muy deteriorado tanto a nivel de conservación de sus elementos esenciales y estructurales. "En la fachada se nota todavía que había una fisura porque el alminar se convirtió en campanario con un elemento estructural muy potente que provocó una carga excesiva sobre el edificio", ha explicado. Se han consolidado y limpiado sillares y se han mantenido las intervenciones realizadas en el siglo XX por el arquitecto Félix Hernández y se recuperaron los arcos. La actuación en el interior ha servido también para investigar cómo se habían hecho las intervenciones en el alminar a lo largo de la historia. Se ha recuperado todos los elementos de la rosca de escalera, escalones perdidos para hacer accesible el edificio y se ha recuperado en la parte superior un espacio para que puedan estar varias personas en condiciones de seguridad.

Te puede interesar:

Lo que se ha quedado en stand by es la actuación en la cubierta del edificio ya que existen varios criterios sobre su conservación que aún no están claros. Esta cubierta es un tejado a cuatro aguas que intenta emular lo que se hizo después de la Reconquista Cristiana, donde se respetaba casi todo el alminar excepto el remate para colocar el cuerpo de campanas de la nueva iglesia. Más tarde, en el siglo XVII, se convierte en un gran campanario barroco del que apenas quedan vestigios y de 8 metros de altura.

El arqueólogo Rafael Blanco considera que se ha hecho un trabajo "exquisito" desde el punto de vista de la restauración y "único en muchos aspectos", ya que se han introducido los mínimos elementos nuevos como sillares. El edificio parece algo muy pequeñito que no tiene especial importancia y sin embargo oculta muchas cosas: como ser uno de los alminares más antiguos del Occidente", ha asegurado. Además es el que tiene más metros conservados en altura, casi 10 metros del trazado original, y nos da la pista de cómo se remató primigeniamente el alminar: una especie de gran cúpula, una terracita para circundar alrededor.