Isabel Bueno dio positivo en coronavirus en abril, a pesar de que se vacunó con las dos dosis de Pfizer entre enero y febrero. Al trabajar en la unidad de día de Fepamic en Córdoba capital se vacunó de forma prioritaria por ser personal esencial. La vacuna de Pfizer aporta un 90% de protección, pero a Isabel, por motivos que se desconocen, no le hizo tanta efectividad.

Esta auxiliar de enfermería y cuidadora estima que el estar vacunada le ha permitido sobrellevar el contagio de forma menos grave, sin necesidad de acabar ingresada. Sin embargo, la vacuna no le libró de los síntomas del covid-19. Tuvo fiebre y tos, le faltaba el aire al hablar, sufrió perdida de gusto y diarrea. Esta trabajadora de 47 años, con un diagnóstico desde hace años de diabetes y esclerosis múltiple, entiende que si no hubiera estado vacunada antes de contagiarse, su estado de salud previo podía haber complicado la evolución de la infección por covid. Por eso, quiere hacer un llamamiento a la población para que no deje de vacunarse cuando le toque, «porque no hay vacunas buenas o malas, todas son buenas» y también para que la ciudadanía siga cumpliendo con las medidas de prevención para así contener la transmisión del virus.

Reconocimiento

Además, Isabel, que siempre ha defendido el gran trabajo que están desarrollando los profesionales de la sanidad en la pandemia, quiere destacar especialmente la labor de los médicos de atención primaria. «Mi médica Carmen Esplá, del centro de salud de Santa Rosa, me ha hecho un seguimiento exhaustivo durante el tiempo que primero estuve confinada al dar un familiar positivo y luego cuando ya me confirmaron que yo también me había infectado. Mi médica me llamaba cada dos días para ver cómo estaba e incluso me derivó a urgencias del hospital Reina Sofía para que me hicieran una radiografía del tórax. Se critica mucho a los médicos por las consultas telefónicas, pero es algo a lo que se han tenido que adaptar por la pandemia, porque tenían que protegerse para protegernos a los pacientes. Los médicos no han dejado de ver a enfermos presencialmente cuando ha hecho falta y realizan además el seguimiento de los casos covid», expone.

A Isabel, aunque trabaja siempre con doble mascarilla, le queda la tranquilidad de que desde el primer minuto estuvo confinada y no pudo poner en riesgo a ninguno de los usuarios de la unidad de día. En los días de confinamiento ha echado mucho de menos a su familia, aunque al vivir en el campo ha tenido más espacio para moverse que si viviera en un piso. Por otro lado, esta auxiliar es una persona muy solidaria, que colabora con muchos proyectos. En el inicio de la pandemia, cuando no había apenas equipos de protección, ella confeccionó de forma desinteresada muchas mascarillas.