José Luis Garrido sigue acudiendo a diario al Colegio de Abogados, del que lleva siendo decano más de diez años, un cargo que le ha robado mucho tiempo y que dejará en cuestión de mes y medio, tras las elecciones del 20 de mayo y la toma de posesión de su sucesor. Antes de eso, hace balance de esos años en su despacho, donde volverá a centrar toda su atención a partir de su salida.

Está en la cuenta atrás para abandonar el cargo de decano del Colegio de Abogados. ¿Está deseando que llegue el momento o va a echar de menos el puesto?

Los últimos meses me están sobrando ya. Ser decano exige mucho, hay mucha tensión y mucho trabajo. Llevar aquello y el despacho te quita mucho tiempo. Yo creo que el 50% de mi tiempo profesional lo dedico al colegio y 10 años así son muchos años. Si yo no tuviera un despacho con el equipo que tengo y lo bien organizado que está, no habría podido ser decano. Es terrible si no tienes un apoyo detrás. Una persona que esté solita en su despacho no puede dedicarse al decanato de un colegio como el de Córdoba, que tiene muchísima actividad. Ahora porque estamos con el covid y no hay actos, pero el colegio en situación normal, hay días que tiene dos y tres actos, hay problemas de agenda, porque es una rueda que no para, hay muchas comisiones, todas trabajando y organizando cosas. Tenemos un colegio muy vivo y con gente muy implicada, lo que genera mucha actividad. 

¿Piensa desvincularse del colegio en esta nueva etapa?

Desde que empecé en la abogacía, siempre he estado vinculado al colegio. Ahora hay que dejar paso a otros, yo estaré para lo que me llamen, para colaborar en lo que haga falta. Eso es una cosa y otra seguir metiendo las narices donde no me llaman. Cualquiera de las candidaturas que salga sabe que tendrá mi colaboración absoluta, pero yo saldré, entregaré la llave y no me quedaré con una copia.

A las elecciones se presentan tres candidaturas, dos con miembros de su junta de gobierno y una candidatura que propone “abrir las ventanas” del colegio. ¿Cómo interpreta esa intención, hay mucha pelusa debajo de la alfombra?

-Esperaba tres candidaturas e incluso más porque tenemos un colegio muy activo en el que la gente participa. Cuando yo me presenté la primera vez había cuatro y la segunda, tres. El hecho de que hayan salido dos de la junta es señal de que hay diferentes proyectos personales y distintas formas de ver la gestión. Sobre lo de abrir las ventanas, habría que preguntarles. No sé qué quieren decir, las ventanas están abiertas desde el principio y nuestras cuentas auditadas, se presentaron hace poco en asamblea general, se aprobaron sin votos en contra. Pelusa no hay ninguna. Lo que me sorprende es que lo diga quien no está allí para saber lo que hay. En el decanato de un colegio de abogados se puede innovar poco. Si ves los programas de las tres candidaturas son muy parecidos. Hay propuestas enriquecedoras, pero en el fondo es todo lo mismo, luchar por la dignidad de la profesión, estar presentes en la sociedad cordobesa y tener un colegio vivo, abierto y dinámico. Lo que pasa es que el cargo de decano es muy personalista, te tienes que rodear de un muy buen equipo y luego cada cual imprime su carácter y su impronta. Eso es lo que puede definir a unos y a otros. 

"No sé qué quieren decir con abrir las ventanas del colegio, las ventanas están abiertas y nuestras cuentas auditadas. Lo que me sorprende es que lo diga quien no está allí para saber lo que hay"

¿Cuál diría que ha sido el mayor logro de sus diez años de mandato?

Eso lo tendrán que decir mis compañeros. No tengo autoestima suficiente para contestar. Ellos y el tiempo lo dirán. 

¿Está contento con los avances en el turno de oficio?

Es algo en lo que he trabajado mucho porque yo empecé como diputado en el turno de oficio, creo que es uno de los bastiones de la abogacía. Siempre ha existido la justicia de pobres y yo creo que los colegios de abogados existimos porque existía la justicia de pobres. La mayoría de los colegios se crean porque hay una ley obliga a crear un colegio profesional donde haya más de 20 abogados para facilitar la justicia de pobres y yo creo que ese que fue nuestro germen es el que nos tiene que sustentar. La importancia de los colegios de abogados respecto a otros colegios profesionales radica en la gestión delegada que hacemos de un servicio público que es la justicia gratuita y eso que hacemos muy bien, ya que todos los días del año hay detenidos asistidos por el turno de oficio y abogados de guardia, sin ningún problema, tiene que ser reconocido por la sociedad. Y para eso, quien primero lo tiene que reconocer es la administración dignificando los honorarios.

¿A cuánto están de alcanzar un sueldo digno por este servicio? 

Estamos a años luz. Un abogado de oficio cobra 140 euros por una jornada entera de guardia, ya sea Nochebuena, Año Nuevo, un día festivo y hay días que está hasta las 2 y 3 de la madrugada asistiendo a detenidos. Los honorarios deberían adecuarse a los establecidos para las actuaciones ordinarias de los letrados. No sé por qué tiene que cobrar menos un abogado de oficio que uno al que contratas de forma particular para asistir a un detenido. Los honorarios están acordes a la dignidad y si están fijados y aprobados, por qué la administración no los aplica. Al menos, tendríamos que ver que la administración hace un esfuerzo. En toda España, la situación es similar aunque hay comunidades donde cobran mucho más, sin llegar ninguna a los honorarios que se cobran por la atención particular.

¿Qué ha supuesto para Córdoba la creación de los turnos de oficio especializados?

Han hecho posible que contemos con un cuerpo de letrados especialistas muy bien formados. Nadie sabe más por ejemplo del tema hipotecario que nuestros letrados del turno de oficio especializado. Son gente muy preparada, que está a la última. Igual en el turno de violencia sobre la mujer, se lo saben todo. Lo que hemos generado son unas especialidades que a ellos les sirven además en sus despachos porque cuando te especializas en una materia, la gente del mercado libre te busca. 

"Por la crisis, hay mucha conflictividad social, esperamos una avalancha de pleitos en cuanto acaben los Ertes"

La justicia de pobres tiene más sentido que nunca en medio de una crisis como la que vivimos. ¿Están notando ya los efectos de la pandemia en el turno de oficio?

Efectivamente. Ha aumentado mucho el número de solicitudes y hay determinadas materias como hipotecario o la jurisdicción social que está totalmente colapsada con señalamientos a 2 y 3 años y eso es porque hay mucha conflictividad social. Esperamos una avalancha de pleitos en cuanto acaben los Ertes. Hay mucha demanda de hipotecario porque la gente no puede pagar e incluso en temas de familia también ha aumentado mucho. Ahora mismo, se está conteniendo, aunque los juzgados de lo mercantil están también atascados porque la crisis multiplica exponencialmente la litigiosidad. 

Una queja muy habitual es el exceso de judicialización de los asuntos cotidianos. ¿Qué parte de culpa tienen los abogados? ¿No se apuesta por la mediación lo suficiente?

Es verdad que en España no existe cultura todavía de la solución extrajudicial de conflictos, pero no existe en la sociedad. Hay veces en que el cliente se queda más tranquilo con que otro le solucione el problema a solucionarlo él. En la mediación, las partes se tienen que poner de acuerdo y tomar el compromiso de ceder para llegar a un punto, pero hay mucha gente que, por comodidad, no quiere. Prefiere una sentencia a esforzarse en llegar a un acuerdo. Nosotros estamos comprometidos con la mediación, tenemos un centro de mediación que busca comprometer a los compañeros, que confíen en la mediación, que sepan lo que es y que convenzan a sus clientes en recurrir a ella. Ahora, si creemos que la mediación es la solución al problema de la justicia, es falso. Eso es lo que nos están intentando hacer creer. Yo he escuchado incluso que hay procedimientos porque los abogados nos empeñamos en poner pleitos y eso no es cierto. Para un abogado, el pleito siempre es la última opción, cuando el acuerdo extrajudicial no es viable. Millones de conflictos se resuelven fuera de los juzgados, pero eso no figura en las estadísticas. Se acude a los tribunales cuando no queda más remedio. Ir al juzgado con un horizonte de tiempo indeterminado y con una inseguridad jurídica tremenda no le atrae a nadie, pero hay conflictos para los que la única solución posible pasa por los tribunales. Eso es una cosa y otra es que nuestros políticos se escuden en que hay muchos pleitos para no dotar a un servicio público de los medios con los que debería contar, que es lo que se está haciendo.

"Yo he escuchado incluso que hay procedimientos porque los abogados nos empeñamos en poner pleitos y eso no es cierto"

¿El problema de la justicia es presupuestario, de falta de inversión?

Es un problema con muchos factores. La justicia tal como está organizada en España tiene muy difícil solución, pero yo creo que una parte muy importante del problema es la falta de dotación presupuestaria. Habría que ordenar el caos de competencias que tenemos. Ayer me mandaron el anteproyecto de ley de modificación de la ley orgánica del poder judicial donde se prevé la creación de los tribunales de instancia y una reorganización de las plantas judiciales. Por un lado, tenemos al Ministerio legislando, a la administración autonómica legislando y al CGPJ también como gobierno de parte de la justicia, tres administraciones, no sabe uno a quién dirigirse en determinados aspectos. Hace falta una ordenación, un control y hace falta dinero. Mientras no haya dinero para la justicia, no arreglaremos nada.

"Cuando Andalucía solicitó las competencias de justicia se equivocó porque pensaban que iba a ser menos complicado de lo que es la organización de la justicia"

¿Es partidario de devolver competencias al Estado?

Creo que cuando Andalucía solicitó las competencias de justicia se equivocó porque pensaban que iba a ser menos complicado de lo que es la organización de la justicia. Cuando intentas solucionar algo, te marean y te remiten a una dirección general, a otra, al secretario general… la burocracia se come la solución de los problemas, ralentiza todo, no es práctica y nos hemos rodeado de procedimientos formales que hacen que todo se alargue en el tiempo. La devolución de las competencias resolvería ciertas cosas quizás en Andalucía, pero la solución pasa por un gran pacto a nivel nacional de todos los intervinientes para modernizar la justicia, ordenarla y clarificarla. Cuando te ponen una multa, tarda un mes y medio en quitarte el dinero de la cuenta si no pagas pero la ejecución de un procedimiento civil de un deudor puede tardar años y a veces, para nada. ¿Por qué la Seguridad Social y Hacienda tienen procedimientos recaudatorios y ejecutivos superágiles y, sin embargo, la justicia va tan lenta?

¿A quién beneficia esa lentitud?

Yo solo digo una cosa. Ahora mismo, en este país al poder político solo lo controlan la opinión pública y los jueces. A la opinión pública la tienen comprada y los jueces no pueden funcionar.

¿Cuál ha sido el peor trago al que se ha enfrentado en estos diez años como decano?

A nivel institucional, ha habido diferencias, pero no malos tragos. El mal trago para un decano es cuando te viene un compañero con problemas que te superan. Cuando yo llegué, me dijo mi antecesor, Pepe Rebollo, me dijo "a partir de ahora entenderás qué es eso de la soledad del decano". Y es que hay determinados problemas que uno tiene que digerir solito, sin hablarlos con nadie porque son de tal envergadura y requieren tal confidencialidad que no se pueden comentar. Esos tragos son duros. Recibir a un colegiado que viene pidiendo ayuda porque lo van a echar de su casa y no tiene para pagar la luz o problemas familiares de cualquier tipo o a las familias que vienen pidiendo asesoramiento. El cargo del decanato es muy personalista y la gente acude a ti para todo. Hay compañeros que vienen a contarte problemas de índole personal, porque muchos lo están pasándolo mal, sobre todo en este momento de crisis, y eso es duro porque no sabes a veces cómo gestionarlo. Hay ocasiones en que se adoptan soluciones que aparentemente van contra del letrado para protegerlo. En algunos casos, de oficio, hemos tenido que dar de baja a un compañero para protegerlo de problemas mentales u otras circunstancias y hay quien no lo entiende y litiga contra eso. Institucionalmente, ha habido diatribas con unos, con otros, pero nunca he tenido un problema con nadie. En Córdoba, hay muy buen ambiente en el foro judicial. Nos llevamos bien con la judicatura, con la fiscalía, con los letrados de la administración de justicia y los funcionarios, es un lujo comparado con otras provincias. Eso no se puede perder, nos lo hemos ganado durante mucho tiempo a base de hacer las cosas bien y hay que conseguir que se mantenga. 

"En este país al poder político solo lo controlan la opinión pública y los jueces. A la opinión pública la tienen comprada y los jueces no pueden funcionar"

¿Hay mucho paro en la abogacía en este momento?

Estadísticamente, hay más abogados de los que la población puede asumir, pero también es verdad que hay despachos en ciudades como Granada que son una oficina de negocios, que llevan pleitos y muchas otras cosas porque los abogados estamos preparados para dirigir empresas o emprender. Debemos tender a eso. Cuando oigo a compañeros pedir una ley de competencias que diga qué somos competentes, yo no quiero eso. La visión de la abogacía debe ser aperturista al máximo, en mi opinión. No solo me tengo que poner y contestar demandas, si surge una oportunidad y hay que hacerla rentable, se busca el camino, el abogado debe estar abierto al asesoramiento empresarial y de negocios y a liderarlos. Ese es el futuro de la profesión. Siempre no cambiamos la mentalidad, la profesión estará como siempre, hay compañeros que lo pasan muy mal y otros muy prósperos. Hay que desarrollar esa mentalidad emprendedora en la abogacía, reinventarnos. Córdoba está empezando a innovar, sobre todo, la gente joven, que funciona muy bien en redes. Somos autónomos y si las cosas se ponen difíciles, el ingenio se agudiza y surgen ideas nuevas. No podemos culpar a la administración si nuestro despacho no va bien. Si te va mal es porque no te organizas bien o no emprendes donde hay que emprender.

¿La pandemia ha acelerado la revolución digital del colegio?

Yo creo que ya la hicimos. Ya todos los trámites se pueden hacer de forma telemática, no se usa el papel, puedes hacer declaraciones del turno de oficio, liquidaciones, comprobar cuotas, seguro de responsabilidad civil por vía digita. En la pandemia, hemos estado confinados y el colegio ha funcionado telemáticamente, no se ha notado porque está informatizado. Cuando hace diez años me presenté, propuse que cada despacho de abogados fuera una terminal del colegio y creo que eso lo hemos conseguido. Pero una cosa es el colegio y otra la justicia. Nos ha costado mucho el tema de las asistencias telemáticas porque ha habido órganos judiciales que se han resistido, los cambios dan miedo y no hemos tenido colaboración en ciertos asuntos. Hemos tenido que acudir a instancias superiores para que removieran los obstáculos que iban presentando, pero en términos generales, ha ido muy bien y eso no tiene vuelta atrás. La digitalización de las vistas es uno de los avances de la justicia. En cualquier procedimiento los testigos declaran por videoconferencia. Se incorporó a los juzgados, a las asistencias y esto ya no tiene vuelta atrás. La semana pasada, se puso en marcha también un nuevo sistema telefónico para las guardias que descongestiona los servicios del turno de oficio y libera al personal de coger el teléfono.

¿Se le queda alguna espinita clavada?

Sí, un asunto que hemos intentado por todos los medios sin éxito, la formación. Yo creo que en la formación está el futuro de la abogacía. Hemos querido tener un órgano de formación y dotarlo de mejores instalaciones, con sede y titulaciones donde el letrado, además del máster en abogacía salga con una especialidad en derecho civil, penal, matrimonial o mercantil y eso se ha quedado en el tintero por la burocracia. Trabajar con la Universidad es difícil, no digo que nos vaya mal, pero montar cursos propios es muy complicado. El sentido de los colegios de abogados será ofrecer un órgano de formación que controle el servicio que se tiene que dar. Hay que controlar la calidad del servicio que prestan los abogados porque los consumidores tienen derecho y eso no está controlado. La única manera sería tener un órgano de certificación de calidad, un sello que garantice al cliente que el despacho al que acuda va a seguir un protocolo. Que en 15 días te van a informar de tu asunto, en mes y medio tienes la demanda puesta y en cuando reciban noticias del juzgado, estarán en tu casa. Queda ese camino por andar para los que cogen ahora el testigo.

¿Cuál es su consejo a quien le suceda?

Que hay determinados momentos en que hay que anteponer los intereses del colegio a los particulares y que lo haga de la forma más digna posible.