La tradición indica que con el primer rayo de la luna creciente, visto con los propios ojos de cada creyente, comienza el Ramadán, el mes de ayuno y el tiempo «para encontrarse con uno mismo» para los musulmanes. Este año, ese momento tendrá lugar mañana, 13 de abril, y concluirá el 13 de mayo para las 15.000 personas de esta religión que viven en Córdoba.

De nuevo, la comunidad musulmana tendrá que vivir el Ramadán de «una manera muy especial», debido a las restricciones que impone la actual pandemia del coronavirus con aforos limitados y el toque de queda a las 23.00 horas. Desde luego, nada comparable a cómo lo vivieron el año pasado en pleno confinamiento, pero -como explica el vicepresidente de la Junta Islámica, Antonio de Diego- «será más tranquilo, más familiar y tendremos que adaptar algunas de nuestras rutinas».

El rezo nocturno extra y último en la mezquita (tarawih) o las reuniones con amigos en los domicilios son dos de esas «rutinas» que este año no van a poder celebrar por las restricciones de la pandemia.

Said Bouzraa y su familia no podrán compartir esta fiesta con amigos y ese aspecto más social lo van a echar de menos. «Este Ramadán va a ser mucho más familiar y menos social. Va a ser predominantemente familiar. Lo cierto es que sí vamos a echar de menos las reuniones con los amigos, el ambiente festivo y juntar a los niños. Sin embargo, la ventaja es que en mi ámbito familiar se celebra bastante», asegura Said Bouzraa, que está casado y tiene dos hijos pequeños. 

Confirma que la comunidad musulmana está muy concienciada con el cumplimiento de las restricciones de la pandemia y que ante todo «predomina la salud pública y la obligación de cumplir con las limitaciones». Por estos motivos, la celebración del Ramadán será «dentro de las medidas» sanitarias y «más en las casas y más familiar».

Además, si se compara con el año pasado, este sí «hay posibilidades de ir a los centros de rezo, respetando las limitaciones de aforo, de distancia social y «cada uno con su propia alfombrilla».

Para el vicepresidente de la Junta Islámica, las limitaciones por el coronavirus «no afectan tanto como el año pasado, que sí fueron muy restrictivas», ya que se puede acceder a los rezos del amanecer, del mediodía, de la caída de la tarde e incluso al de la noche.

«El Ramadán es para encontrarse con uno mismo y vivirlo con un espíritu de reflexión, de introspección y de caridad», por lo que, desde su punto de vista, las restricciones «no van a afectar tanto a su celebración», comenta Antonio de Diego.

Respecto a si este Ramadán será más difícil el ayuno, que se rompe en el momento en el que cae el sol, considera que «va a ser más fácil ayunar» durante las horas con luz, porque la penumbra llega antes de las nueve de la noche, anochece antes que en otras fechas del año.

En relación a los platos típicos con los que celebrar estas fiestas, el vicepresidente de la Junta Islámica sugiere que hay «una gran gama de comidas», que pueden ir desde la tradicional sopa marroquí hasta el arroz con pescado para los musulmanes senegaleses. Estos platos solo los podrán disfrutar antes de que amanezca y justo al anochecer a partir de mañana. Tienen por delante un mes para encontrar su ser más espiritual.