Los de la foto no son los mosqueteros y el rey de la foto dentro de la foto, aunque es Borbón, no es Luis XIII. Y no son mosqueteros, aunque en política nunca faltan las espadas, que se velan, se afilan y se clavan cuando es preciso. También se envainan, pero menos, la verdad. El cordial choque de puños tampoco pretendía ser un spot publicitario de anillos, aunque hubo bromas al respecto y se quiso llamar a una famosa marca para esponsorizar el acto. «Menos mal que me he puesto el bueno», dijo la portavoz socialista, Isabel Ambrosio, refiriéndose al complemento anular azul elegido para la ocasión.  

La foto del acuerdo de los presupuestos de 2021 -por el que el Partido Socialista garantiza su abstención y salva las cuentas de Partido Popular y Ciudadanos, en un gesto que no se veía en Capitulares desde 1996, cuando José Mellado apoyó las partidas de Rafael Merino- ha sido aplaudida fundamentalmente por dos motivos: por desdibujar las trincheras partidistas y por garantizar el dinero que tiene que poner Córdoba para la base logística del Ejército. Ha sido sin duda la foto de la semana, pero no le he gustado a todo el mundo. 

Para empezar, no le ha gustado al que se queda fuera de ella, una lección que en política se sabe desde la foto de la tortilla. Vox, socio guadianesco del equipo municipal en este mandato, ha tratado de explicar por qué apoyaba el presupuesto de Córdoba el 12 de marzo y dejó de hacerlo cinco días después, tras saberse que entraba al gobierno y a gobernar María Luisa Gómez. 

El presupuesto era el mismo antes, durante y ahora -salvo la inclusión última de las 19 enmiendas socialistas-, pero la portavoz de Vox, Paula Badanelli, viró su giraldillo y dijo no a las cuentas después de decir sí, abriendo la puerta de la negociación a la bancada de las izquierdas, que aprovechó, cómo no, el pábulo y se puso a maquinar. 

Ni siquiera el argumento definitivo que ha obligado al PSOE a dar el paso al frente, esto es, la inclusión de 28 millones para que el Ayuntamiento cumpla su compromiso con el Ministerio de Defensa y el Ejército de Tierra -el proyecto al que José María Bellido ha fiado su suerte política-, ha sido acicate suficiente para los de Santiago Abascal, que incluso relativizaron las bondades del proyecto militar y la inmediatez de sus réditos. «Es el pacto del engaño y el presupuesto de la traición», aseguró Badanelli, para quien los 28 millones en vez del presupuesto, se hubieran podido sacar del cajón mismo de los préstamos: «Es una excusa. Eso es de Primero de Economía», remató la edil.  

La foto tampoco ha entusiasmado a Izquierda Unida y Podemos, que en el momento en que se hizo (el martes por la tarde) seguían negociando con el delegado de Hacienda, Salvador Fuentes, y peinando el documento económico para rascar euro a euro las partidas de sus enmiendas. «Cuando han contado con los votos suficientes hemos dejado de tener interés para ellos», se lamentaban estos días las formaciones de izquierdas que, por cierto, a dos años vista de las elecciones municipales --«¡Cuán largo me lo fiáis, amigo Sancho!»-- han anunciado que trabajarán por concurrir juntas a las urnas. Veremos si Unidas Podemos, es decir, si la confluencia de las ideas triunfa, o si más bien se empantana en las procelosas aguas de los nombres propios y los candidatos como ocurrió la vez anterior. 

Tan mal ha sentado la foto, digo, a estos dos grupos, que la abstención que barajaban hace apenas unos días (no en vano les habían aceptado todas sus enmiendas cifradas en casi 6 millones), se va tornando también en negativa, lo que los dejaría en la misma cancha que queda Vox. 

A la postre, la foto de la semana tampoco ha gustado en la sede del PSOE de la avenida del Aeropuerto, donde piensan que una abstención no precisaba de tanto testimonio audiovisual y que Ambrosio no debería haberse dejado retratar de esa guisa y con tanta parafernalia de puños y alharacas. Como ven, las espadas (incluida la de Juan, alcalde de Sevilla, aunque aún no se sepa con oficialidad si será o no quien dispute el puesto a Susana Díaz) se afilan ya de cara a los congresos socialistas regional y provincial, que prometen ser a cara de perro. En estas cuitas, los del puño y la rosa nunca defraudan desde luego.

Por último, miran con recelo la foto de la semana y la abstención, y meten la puya (aquí, según los académicos también podrían meter tranquilamente la pulla sin darle una patada al diccionario) quienes votaron un cambio en la ciudad y se preguntan qué han ofrecido por su voto PP y Cs a la señora Ambrosio. Memes hay ya unos pocos.