¿A quién dejar fuera? ¿A quién desinvitar de la boda? Con la lista delante, una pareja cordobesa debía tachar ayer 67 nombres. Para pensarlo, apenas disponían de unas horas más, pues la celebración tendría lugar al día siguiente, es decir, hoy. En ese ejercicio de precisión, las explicaciones son sencillas pero no fáciles. El azaroso comportamiento de un virus llegado hace un año, la calculada valoración de un comité de expertos, la decisión inquebrantable de los responsables políticos. Y, de un día para otro, un 25% menos de aforo, que supone, nada más y nada menos, prescindir de 50 personas en el interior o 75 en el exterior del local donde se celebraría el banquete tras el casamiento. Y las prisas, y las dudas.

La situación no parecía sorprender ayer al cordobés Rafael San Miguel, presidente de la Asociación Empresarial de Catering de Andalucía (Aecat) y vicepresidente de la Asociación de Empresarios de Hostelería de Córdoba (Hostecor). Los vaivenes de las restricciones han supuesto la tónica general del último año de pandemia. Con sus cancelaciones (30.754 bodas perdidas), sus 258 millones de euros evaporados y la «desesperación» de los protagonistas sin su día. Las cifras, aportadas por San Miguel, equivalen a «pérdidas históricas», lo que para el representante de los organizadores resulta un «desastre». 

La capital de Córdoba vuelve desde ayer a la protección del tercer nivel de alerta, por el aumento de los contagios, durante un par de semanas más. Otros 45 municipios de la provincia la acompañan. Así lo dictaminó la Junta de Andalucía el pasado jueves y quedó publicado ese mismo día en un BOJA extraordinario. Eso implica, entre otras cosas, la reducción de aforos (del 75% al 50%). Si antes los banquetes podían acoger a 100 personas en interior y a 150 en exterior, ahora se permitirán 50 y 75, respectivamente. Y, en pleno mes de abril, las ceremonias civiles y religiosas se impacientan. Según Rafael San Miguel, en Córdoba van a celebrarse tan solo un 15% de las comuniones.  

Congresos vacíos

Los congresos están vacíos. Sin ingresos, con el espectro telemático murmurando sobre las mesas vacías. Cuando llega abril, Córdoba se prepara para acoger no pocos eventos profesionales. Al año, Vicente Serrano, presidente de la Asociación Cordobesa de Organizadores Profesionales de Eventos, estima que lanzan 60. Que ahora se quedan en el 20%, o sea, unos 12. Que son pero no dejan. Porque los congresos que, finalmente, se organizan deambulan entre la virtualidad y el amago de presencialidad. Estos últimos, eventos híbridos, congregan a unas pocas personas reunidas en una ubicación concreta con las localizaciones del resto de participantes. Y, aunque, algo pueda ser algo, si hay 12 actos, el presidente de los organizadores calcula que 10 se producen virtualmente y quizás un par movilice a unas pocas personas. Entonces, no duda en afirmar que «la pandemia ha atacado muy directamente a la organización de congresos». Con las nuevas restricciones, además, si hubiera algún intento de celebración, tendría que adaptarse a un nivel 3, que limita a 300 personas el interior y a 500 el exterior de los espacios. Estos deberán cerrar sus puertas al completar el 60% del aforo disponible. Un nivel por debajo, el lleno máximo se establecía en el 75%, con 400 asistentes para el interior y hasta 800 en la parte exterior. 

Una pareja cordobesa, durante el acto religioso. SÁNCHEZ MORENO

Poco interesan las cifras en este caso, porque, como explica Serrano, hay dos o tres recintos en Córdoba que cumplirían sin problemas con su cometido. Lo que frena el flujo de actos es la situación sanitaria, el riesgo en sí. Con una caída del 80% y un reducido número dependiente del streaming, la situación «no es rentable». Es más, «no da resultado económico para la ciudad». El representante también recuerda que, hasta el momento, «no ha habido ayudas» y que, más allá de los ERTE y de los préstamos ICO, un apoyo directo no les vendría nada mal.

A pesar de todo, el endurecimiento de las restricciones no limita la esperanza y Vicente Serrano confía en la vacunación. O, al menos, espera de las vacunas que salven la segunda primavera. Con los meses de abril, mayo y junio sentenciados, la siguiente campaña más fuerte llegará en septiembre, noviembre y octubre. Para entonces, el presidente de la asociación espera que las vacunas, si alcanzan para inmunizar al 70% de la población en verano, den alas a los próximos congresos, los del último cuatrimestre del 2021. 

En el propio Palacio de Congresos de Córdoba, uno de los espacios de referencia en la acogida de eventos en la capital, la pandemia se ha percibido en el ritmo, es decir, en las programaciones que culminan respecto a otros años de normalidad sanitaria. En este caso, «más lento que el que vivíamos antes de la pandemia», explican fuentes de Torrijos. «Llevamos trabajando desde que se retomara nuestra actividad en octubre del pasado año, acatando todas las medidas necesarias», señalan. Lo que incluye el desarrollo de protocolos para hacer posible la seguridad, así como la presencialidad. Y, a pesar de los obstáculos, aseguran que se han podido «adaptar en todo momento a las necesidades» de los clientes y a las restricciones. Aun así, «como en todos los sectores, en cuanto a asistencia de público o de aforo, afectan». Pero no ha supuesto «un impedimento para que se sigan celebrando eventos en nuestras instalaciones». Al ritmo marcado por el coronavirus, claro.