La Semana Santa no ha conseguido remontar la vida y la economía de un barrio que era el centro de la ciudad, su imagen turística, y que desde que comenzó la pandemia languidece por falta de turistas. Mientras las terrazas de La Ribera se llenan de cordobeses, por la Judería, la escasez de veladores es un hándicap más para su soledad en tiempo de pandemia.

La apertura de la Mezquita-Catedral a las visitas turísticas durante la Semana Santa supuso un cierto alivio para los negocios de la zona, y muchos se animaron a volver a abrir, pero las restricciones de movilidad impuestas por la Junta por la expansión del covid no han permitido el flujo deseado al estar la provincia cerrada.

Ayer domingo, algunos cordobeses se acercaron a pasear por la zona o a degustar la famosa tortilla del bar Santos, pero poco más. «Las noches están desiertas, a la gente no le da tiempo a venir hasta aquí a tomar una tapa y salir corriendo para su barrio», apunta Laura Roda, presidenta de la asociación Judería de Córdoba.

Hostecor reconoce que la zona «más negativamente afectada por el descenso del número de clientes» ha sido el casco histórico, «donde sus locales hosteleros han facturado un setenta y cinco por ciento menos que en el 2019». 

Laura Roda, presidenta de la asociación Judería de Córdoba, eleva hasta casi el 90% la caída de facturación en el barrio, con hoteles y museos turísticos privados cerrados y tiendas de souvenirs que abren y cierran, «más que nada por la ilusión y salud mental, pero no por beneficio económico, que no es posible». Con todo, «ha sido mejor que la del 2020 porque no era difícil superarla. Roda, que regenta un restaurante en la Judería, señala que en toda la Semana Santa por su local el único acento extranjero que ha oído ha sido el de una familia francesa, empadronados en Málaga, que venían a Córdoba por motivos de salud. Por lo demás, sí se ha visto gente de la provincia «intentando dar una vuelta por la Judería».

El programa La Saeta del pueblo en la Judería, organizado por la asociación para dinamizar al menos el Jueves y el Viernes Santo, «ha sido un éxito», reconocía Roda, «aunque solo fuera en 11 balcones». Señala que el alcalde, José María Bellido, «vino a una de las saetas y le pedimos que esta actividad no se perdiera y la retomara el Ayuntamiento para reactivar la zona». 

Ahora, las expectativas están puestas en las ayudas, en la ampliación de los ertes y en la vacunación. Hostecor augura «el peor verano de la última década» de no llevarse a cabo medidas. En este sentido, considera que si a partir de mayo la incidencia de la pandemia continúa, se prevén «despidos masivos, con la consecuente repercusión en el incremento en el volumen de desempleados» y el aumento de despidos.