Antonio Toledano acaba de ser reelegido presidente de la Federación de Asociaciones de Vecinos Al-Zahara. Cuatro años en el cargo no parecen haberle restado ganas de liderar el movimiento vecinal junto a un equipo que apuesta por la continuidad y que ha sido respaldado por los colectivos de forma casi unánime. Desde Trassierra, donde se instaló a raíz de la pandemia, explica cuáles son los proyectos a los que se enfrenta la federación y el momento que atraviesa el asociacionismo vecinal en Córdoba.

- Si pretendía desconectar en Trassierra, cada vez lo tiene más difícil, a juzgar por el peregrinaje de senderistas y ciclistas que ha motivado el cierre perimetral de Córdoba. ¿Cree que hay un problema ahí?

- La Sierra de Córdoba está a tope. La periferia carece de muchos de los servicios básicos que tiene la ciudad y esta zona en concreto está saturada los fines de semana. No hay ningún tipo de control, ni infraestructuras ni seguridad. Ahora que se aproxima el calor, muchos vecinos tenemos miedo a que se produzca algún incendio. Nosotros no decimos que los ciudadanos no suban a la Sierra, pero el Ayuntamiento tiene que empezar a tomar medidas para moderar el flujo. Las bicicletas son un problema añadido porque están tomando todos los caminos y senderos y son un peligro tanto para los viandantes como para la propia Sierra. Por eso vamos a insistir en pedir mesura. No se trata de llenar la Sierra de gente sin ningún tipo de previsión.

- Las elecciones de la federación se han resuelto con una sola candidatura y el respaldo unánime de todas las asociaciones menos una. ¿Qué es lo que no le gustaba a la que se abstuvo?

- Bueno, esta asociación no comparte, digamos, nuestra forma de trabajar, que va a ser la que vamos a mantener en los próximos cuatro años, y que ha sido refrendada mayoritariamente. Nosotros apostamos por el diálogo y ellos, por una acción más de calle.

- ¿Cuatro años de presidencia, con pandemia incluida, le han dejado ganas de otros cuatro años?

- Bueno, no solo ha sido la pandemia. Antes de eso pasamos por varias citas electorales con sus correspondientes campañas y precampañas, lo que afecta a nuestro trabajo porque todos los partidos se quieren reunir con las asociaciones... Luego hubo un cambio de gobierno municipal y para rematar, llegó la pandemia, que ha supuesto un trabajo incesante muy cansado, pero gratificante. Nos pusimos a disposición del Ayuntamiento para intentar ayudar y buscar soluciones, pensamos que era lo que había que hacer para paliar lo que se nos venía encima de una forma coordinada, independientemente de la ideología y de otras historias.

- La ideología... ¿En qué medida el movimiento vecinal de Córdoba está politizado?

- Cualquier aspecto de la vida está impregnado por la política, pero desde la federación siempre hemos dicho que no importa quién esté gobernando en la ciudad porque lo que defendemos son los intereses de los vecinos de Córdoba. En la federación, hay más de cien asociaciones vecinales y es normal que en cada asociación haya gente de todas las ideologías; por eso nosotros no podemos tener una dirección política más allá de lo que cada uno vote cada cuatro años. Nuestro ADN tiene que ser apolítico y nuestras decisiones tienen que estar basadas en las peticiones vecinales. No nos guiamos por la política, sino porque los parques estén bien cuidados, las calles arregladas, que haya huertos urbanos y una ciudad más saludable y eso se lo vamos a pedir a quien esté gobernando, sea del color político que sea.

- ¿Qué impacto está teniendo el distanciamiento social en el trato vecinal y en las asociaciones?

- El distanciamiento ha influido muchísimo en las asociaciones. Los vecinos siempre nos hemos movido en un contexto de cercanía, de contacto, de estar con la gente y esto ha hecho que se debilite esa relación estrecha que existía. Hay muchos vecinos mayores que tienen dificultades de acceso a las nuevas tecnologías. Una de las tareas en la que nos hemos centrado ha sido intentar acercar a los mayores a ese entorno digital para mantener el contacto, pero es cierto que nuestras acciones se han debilitado. Ahora estamos remontando y adaptándonos poco a poco a la nueva normalidad.

- ¿Cómo anda de fondos el movimiento vecinal después de esta crisis?

- A nivel de federación, mantenemos el convenio con el Ayuntamiento de Córdoba y a nivel de las asociaciones vecinales es verdad que están sufriendo mucho porque hay asociaciones que no han podido ni siquiera cobrar las cuotas de los socios y los fondos, que de por sí eran escasísimos, se han visto muy mermados. Vamos a hablar con el Ayuntamiento para intentar agilizar las subvenciones y pedir que se incrementen este año porque hay necesidades de las asociaciones, desde el pago de la luz y el agua de sus sedes, que requieren financiación urgente.

- Dígame tres proyectos claves que quieren abordar en este mandato que arranca ahora.

- Tenemos muchos frentes abiertos. En estos cuatro años nos vamos a volcar en el tema social, en cuestiones como cooperativizar los barrios, en el desarrollo de los huertos urbanos y todo lo que tiene que ver con la ecología, la sostenibilidad y la alimentación saludable. Vamos a seguir reclamando refuerzos para la sanidad y los servicios sociales porque hemos comprobado que cuando se recorta en este ámbito quienes más sufren son las personas. Estaremos muy pendientes del trabajo que se lleve a cabo en Servicios Sociales para evitar recortes de presupuesto y garantizar que esté dotada con personal suficiente para atender a las necesidades de los ciudadanos. También vamos a presionar para que se incremente el parque de vivienda pública, de venta y de alquiler, a través de Vimcorsa; que mejoren las ayudas para la rehabilitación; avanzar en la instalación de ascensores; y conseguir que la vivienda llegue a todo el mundo.

- ¿En qué punto está la puesta en marcha de cooperativas y en qué barrios van a empezar a andar?

- Ahora mismo se está trabajando en un barrio muy deprimido como Moreras, en colaboración con Faecta, y ya hay creadas un par de cooperativas que van a empezar a funcionar pronto en la gestión y administración de los bloques y también, en coordinación con AVRA, habrá otra que se centrará en la rehabilitación y mantenimiento de los edificios. Queremos también que los locales que están en desuso se pongan en valor para albergar cooperativas en distintos ámbitos como el cultivo de champiñones o talleres mecánicos. El objetivo es que surjan iniciativas que den trabajo digno y sostenible a vecinos de la zona, algo en lo que está muy implicada la asociación La Voz. La idea es que el modelo que está germinando en Moreras se extrapole a otros distritos de la ciudad, implicando también al Imdeec.

- Los huertos urbanos están más avanzados en unas zonas que en otras, ¿qué barrios se van a incorporar en el corto plazo?

- En todos los barrios hay espacios para ubicar huertos urbanos, incluso en el centro. El que está más avanzado ahora es el del Parque de Levante, donde queremos hacer «una copia» al huerto urbano de la Asomadilla. Pero hay otros espacios que estamos catalogando y revisando con el apoyo del Imgema. Para nosotros es importante porque nos parece que los huertos urbanos son una forma de fomentar en los barrios la solidaridad entre vecinos y poner en valor la alimentación sostenible y saludable. Una vez tengamos resueltos los espacios, veremos cómo va a ser el acceso de los vecinos a los huertos.

- El área de Participación Ciudadana ha cambiado de manos, algo que les llevó a pedir al Ayuntamiento que no se tomara esta delegación como una maría. ¿Creen que el gobierno local no se toma en serio la participación?

- Lo que decimos es que la delegación de Participación Ciudadana es tan importante como cualquier otra. Hay un reglamento orgánico que le da un rango y menoscabar la participación va en menoscabo de los vecinos. No podemos vaciar esta delegación ni hacer juegos malabares para que solo esté de adorno, hay que dotarla de personal y de recursos. Hace falta un compromiso fuerte de todos los partidos políticos para respetar el reglamento y los cauces de participación establecidos y hay que dar sentido a los consejos de distrito y a las juntas municipales. No podemos estar cuatro años con las juntas municipales sin contenido porque estos órganos son claves para la vida de los barrios. En la federación, creemos que recuperar la participación ciudadana es algo fundamental, empezando por los centros cívicos, que se están quedando como edificios muertos, sin vida. Estamos peleando para que lo que se consiguió tras muchísimos años de lucha no se pierda, que los centros cívicos mantengan el sentido de proximidad del Ayuntamiento con el que nacieron. Con la excusa de la pandemia, estos edificios se están despoblando y se están dejando sin personal. Hay algunos grupos políticos que creen que los que tienen que decidir son ellos sin necesidad de escuchar a los vecinos. Evidentemente, los que tienen que decidir y hacer política son los políticos, pero si no escuchan ni dan respuesta a las peticiones que llegan desde los órganos de participación, que es algo a lo que, además, están obligados a hacer por ley, se están equivocando.

- Desde el punto de vista del ciudadano, hay problemas para el relevo generacional en el movimiento asociativo, ¿los ciudadanos están interesados en participar?

- Ese es un mal endémico de la sociedad actual, pero en el ámbito vecinal sigue habiendo gente implicada. Por eso se han podido constituir recientemente todos los consejos de distrito, con más o menos renovación e, incluso, se ha creado uno más y ahora hay 15. El proceso se ha hecho, el Ayuntamiento ha realizado un trabajo impoluto de la mano del Consejo del Movimiento Ciudadano, y eso demuestra que la participación sigue existiendo aunque haya que intentar que más personas se integren, incorporar a los jóvenes y fomentar mucho más la paridad. La pandemia ha demostrado que el Consejo del Movimiento Ciudadano, la federación y muchas asociaciones de vecinos han participado y han sido parte de la solución de muchos problemas.

- Ahora que Urbanismo ha paralizado la innovación del PGOU en el tema de las salas de juego, ¿hacia dónde van a dirigir sus peticiones?

- Nosotros conseguimos la moratoria y ahora tenemos pendiente una reunión con Urbanismo porque queremos ver hasta qué punto es competente para realizar ese tipo de modificaciones en el PGOU. Vamos a ver hasta dónde puede llegar el Ayuntamiento y a partir de ahí queremos reunirnos con la Junta y el Ministerio para que nuestras peticiones se tengan en cuenta en las leyes que regulan las salas de apuestas.

- El otro día hubo reunión de veladores, uno de esos temas que nunca se acaban de resolver. ¿La pandemia ha hecho desandar el camino andado en Córdoba?

- Lo que ocurrió en la desescalada es que, después de los meses de cierre, entendimos que había que abrir un poco la mano para intentar dar más facilidades a la hostelería para su recuperación con la instalación de más veladores, dejándoles ocupar más espacio de vía pública para garantizar la distancia de seguridad... Pero últimamente estamos viendo que una cosa es ser un poco más permisivos y otra el desmadre que vemos a menudo. El uso y el abuso de la vía pública se está desbordando en muchos casos y lo que no se puede permitir es que en diez días de Semana Santa se intente recuperar el dinero que no se ha sacado en un año usando más mesas, más metros... Eso es un problema que deben analizar, además, los hosteleros porque los empresarios que cumplen y contribuyen con lo que la ley exige, que son muchos, también sufren por la inacción en muchos casos del Ayuntamiento, la competencia desleal de los incumplidores. Lo que pedimos es que existan sanciones y si no son efectivas, empezar a retirar veladores para proteger tanto a los vecinos como a los hosteleros que cumplen la norma. A nosotros se nos culpa de ir contra el empleo y eso no es así, pero las normas están para cumplirlas, para no vivir en una ciudad sin orden y sin ley.

- Antes de la pandemia, en el casco histórico había quejas por la gentrificación y ahora por la falta de turistas y cordobeses durante el cierre perimetral. ¿Cómo encontrar el término medio en esta zona?

- La llegada de turistas empezó a decaer en Córdoba antes de la pandemia, a raíz de la recuperación del turismo en el arco mediterráneo. El problema es que aquí no hemos apostado por un turismo de calidad sino por un turismo de masas que ha arruinado nuestras calles, ha colmatado el casco histórico y cansado a los vecinos con el aumento de las viviendas turísticas. Ahora hay que pensar cómo va a ser nuestro turismo cuando pase la pandemia. Hay que atraer a un turista cultural, patrimonial, que venga todo el año y no solo en las fechas claves, sin perder de vista que los vecinos son también parte de lo que se considera patrimonio de la humanidad de la Judería.

- ¿Cree que los cordobeses han dado la espalda a la Judería?

- Yo creo que no. Los cordobeses no tienen que ser turistas en nuestra ciudad, no somos nosotros los que tenemos que salvar el casco antiguo. Si una persona de Córdoba va a la Judería y encuentra precios para turistas, lo que hace es quedarse en su barrio y consumir allí. En la Judería no hay vecinos debido a la colmatación de actividades, de turismo desaforado de los últimos años, que los ha expulsado. Habría que llenar de nuevo el casco de vecinos y eso ocurrirá cuando se den las condiciones para ello, con un turismo sostenible, con bares y tiendas asequibles para todos.