- Hace un año, se declaró el Estado de Alarma. ¿Qué cree que se ha hecho bien y que se debería haber evitado?

Creo que se han intentado hacer las cosas lo mejor posible, pero ha faltado, y sigue faltando, colaboración institucional y acuerdos para enfrentarnos a esta crisis tan profunda. Si esa voluntad hubiese existido desde el primer momento, las cosas hubieran sido muy distintas. Esto nos hace perder el tiempo sin emplear todos los recursos conjuntos que tenemos. Estamos siendo lentos e ineficaces, desde la Comisión Europea con las vacunas, hasta las ayudas directas, que no llegarán hasta agosto y a sectores muy concretos.

- ¿Qué considera prioritario en esta etapa en la que nos encontramos?

Como decía antes, la rapidez en la entrega de las ayudas a las empresas y la tramitación de los proyectos de los programas europeos mientras, a la vez, se acelera al máximo y con todas las posibilidades las vacunaciones. Aquí no hay diferencias en el debate sobre salud y economía. Hay que actuar de forma simultánea. Si no vacunamos, corremos el riesgo de perder el verano, con lo que eso podría significar y, mientras, simplificar los trámites de las ayudas para facilitar la actividad de las empresas. Una cosa y otra van de la mano.

- ¿Se muestra optimista con una pronta recuperación de la economía de Córdoba? ¿Y por qué?

Me muestro optimista porque soy optimista y porque hemos tenido la inmensa suerte de ser elegidos para que el Ministerio de Defensa reorganice su estrategia logística e instale su base en Córdoba. Pasa como con los fondos europeos, tenemos una gran oportunidad si actuamos con rapidez y somos profesionales. Necesitamos diversificar la economía cordobesa y abrir la puerta a un proyecto que representa el cambio tecnológico del futuro y que tendrá un efecto arrastre muy importante si se sabe gestionar bien. Desde Construcor, estamos trabajando para aportar y representar con la fuerza de nuestras empresas.

- ¿Cuál ha sido para usted la mayor enseñanza de esta situación?

La fragilidad de nuestra condición humana viviendo en el siglo XXI. Deberíamos ser más humildes, saber cooperar más y estar más atentos a los demás. Tenemos que pensar en el futuro en el que van a vivir nuestros hijos. Si lo dejamos todo a un «sálvese quien pueda», nuestros problemas no habrán hecho más que empezar. Y se debería rebajar toda esta tensión que algunos quieren meter en la sociedad. Cada uno puede defender sus ideas sin sembrar cizaña y desunión. No es momento para seguir levantando muros.