Hace un año se declaró el estado de alarma. ¿Qué cree que se ha hecho bien y qué se debería haber evitado?

Asumiendo que como sociedad nos hemos enfrentado a acontecimientos para los que, con honestidad, era imposible estar preparado, el balance neto es, a mi juicio, positivo. Desde el punto de vista institucional, el apoyo a los sectores más afectados a través de los Expedientes de Regulación Temporal de Empleo (ERTE), las moratorias y las líneas de financiación avalada han permitido mitigar el impacto de la crisis y capear el temporal. En el debe, la improvisación y unilateralidad de muchas de las medidas adoptadas, en particular de las regulatorias, así como la ausencia de coordinación entre las diferentes administraciones, que ha provocado desconcierto y respuestas asimétricas para mismas situaciones en función del territorio.

¿Qué considera prioritario en esta nueva etapa en la que nos encontramos?

Indudablemente, alcanzar un umbral de vacunación que permita relajar las restricciones a la movilidad y al consumo, de manera que los sectores que prestan servicios con alto nivel de interacción presencial, los más afectados, puedan recuperar cuanto antes un nivel de actividad similar al previo a la crisis.

¿Se muestra optimista con una pronta recuperación de la economía de Córdoba y por qué?

Muy optimista. Córdoba tiene una estructura económica muy vulnerable en la medida en que gran parte de la población activa se concentra en pocos sectores: fundamentalmente agricultura, hostelería y comercio. Por eso, la recuperación del turismo nacional, que salvo retrasos en el calendario de vacunaciones se producirá en el último semestre del año, será un catalizador de reactivación económica a todos los niveles. Esto no debe hacernos olvidar que en el largo plazo todos los caminos pasan por incorporar a Córdoba nuevos sectores asociados a la industria y los servicios y capaces de generar empleo.

¿Cuál ha sido para usted la mayor enseñanza de esta situación?

Los momentos de estrés siempre sacan lo mejor y lo peor de las personas. Aunque durante estos meses hemos visto y seguimos viendo las dos caras de la moneda, me quedo sin duda con lo bueno, con el desempeño y compromiso de un montón de personas que anónimamente han dado lo mejor de sí mismas en las situaciones más duras. Este, y el de las personas que han perdido la vida estos doce meses, son en mi opinión el verdadero rostro de esta pandemia. H