Hace un año se declaró el estado de alarma. ¿Qué cree que se ha hecho bien y qué se debería haber evitado?

En general se han hecho bien las cosas, más allá de que, a posteriori y conociendo las devastadoras consecuencias, pensemos que se tenía que haber actuado antes, pero ha sido una situación extraordinaria y sin precedentes recientes. En todo caso, lo importante es aprender de cara a futuros escenarios que se puedan plantear, no infravalorando las posibles consecuencias y actuando con rapidez.

¿Qué considera prioritario en esta nueva etapa en la que nos encontramos?

Por supuesto, garantizar la erradicación o minimización en el aspecto sanitario de esta pandemia, primero la vida, ya que este aspecto aún no está solventado y sería un gran error creer que sí. Por otra parte, la pandemia ha derivado en una crisis económica de calado, por lo que lo más inmediato es no dejar caer el tejido empresarial, ya que no es lo mismo volver a comenzar sobre una situación aunque sea maltrecha, que empezar de cero. Hay que hacer todo el esfuerzo necesario, con ayudas directas e indirectas, y con planes de choque que incentiven el consumo y la actividad cuanto antes. Tenemos que tener en cuenta que, incluso, la CEE propicia que el gasto pueda ir más allá del establecido antes de la crisis. El «austericidio» de crisis pasadas es el peor de los caminos a seguir.

¿Se muestra optimista con una pronta recuperación de la economía de Córdoba y por qué?

Es difícil vislumbrar esto, al final habrá recuperación económica, lo que hay que propiciar es que esta sea cuanto antes y que llegue a todos, ya que entre la crisis financiera del 2008 y lo que esta arrastrará, va a provocar que varias generaciones queden altamente dañadas y eso traerá consecuencias difíciles de valorar.

¿Cuál ha sido para usted la mayor enseñanza de esta situación?

Que la economía y el capital no pueden ser el sentido único de las políticas, porque va en contra del Estado del Bienestar. Se ha demostrado que las políticas capitalistas severas han debilitado los servicios públicos y la economía de las familias, absolutamente vulnerables en una situación como la que vivimos. Nos tiene que avergonzar las llamadas «colas del hambre» que hemos visto con estupor estos meses, junto con los altos índices de pobreza energética. En lo que respecta a Córdoba, esta pandemia ha evidenciado lo que ya sabíamos, y es que es urgente la puesta en marcha de medidas encaminadas a una mayor industrialización y a una menor dependencia de sectores estacionales. H