Hace un año se declaró el estado de alarma. ¿Qué cree que se ha hecho bien y qué se debería haber evitado?

Son situaciones complejas de las que no tenemos modelo previo para comparar. Lo fácil es quedarse con el juicio ligero, pero ciertamente creo que es muy difícil aún hoy establecer una reflexión. Sí creo que ha habido disparidad de criterios en la aplicación de las medidas. Ahí se debería haber sido más homogéneo y haber concretado actuaciones más coordinadas.

¿Qué considera prioritario en esta nueva etapa en la que nos encontramos?

Mantener las medidas que nos recomiendan las autoridades sanitarias. No cabe otra interpretación ni cuestionamiento. La responsabilidad de todos los ciudadanos es parte importantísima en la transmisión de la enfermedad, por eso apelo a esa responsabilidad personal en el uso de mascarillas, higiene, distancia social, etcétera. Debemos hacer un ejercicio de prudencia y atender escrupulosamente las instrucciones recibidas evitando poner en peligro a otra parte de la población más vulnerable como son los ancianos.

¿Se muestra optimista con una pronta recuperación de la economía de Córdoba y de su empresa y por qué?

Soy optimista por naturaleza. Creo que el final de esta pesadilla está cada vez más cerca. Del mismo modo estoy firmemente convencido que la recuperación de nuestra vida anterior será rápida. La población tiene una inmensa necesidad de que sea así, de continuar con sus reuniones de amigos, viajes, la cercanía de la familia y la realidad de la recuperación económica que posibilite vivir de la manera que cada cual desee. Aunque tengamos que acostumbrarnos a convivir de manera definitiva con este virus, creo que más pronto que tarde recuperaremos la normalidad.

¿Cuál ha sido para usted la mayor enseñanza de esta situación?

Comprobar la extraordinaria generosidad del ser humano. Por mi condición de sacerdote he visto de manera muy cercana las necesidades a las que se han tenido que enfrentar familias de mi propia parroquia. Situaciones de paro, carencia de alimentos, de dinero para afrontar pagos. Allí ha estado Cáritas atendiendo sin mirar ideología, religión u otra circunstancia. He constatado esa generosidad. Otra enseñanza ha sido la gratitud que toda la sociedad ha dispensado a los sanitarios. Sector que ha sufrido como pocos la lucha contra el coronavirus y sobre el que hemos posado los ojos para reconocerles un trabajo que normalmente pasa desapercibido o no valoramos en toda su importancia.