CÓRDOBA invita a hablar de andalucismo a dos convencidos de la causa. Los profesores de la Universidad de Córdoba Francisco Acosta y Antonio Manuel Rodríguez reflexionan sobre la identidad andaluza y sobre lo que algunos han llamado la tercera ola del andalucismo. Aquí se ofrece un extracto de lo conversado en ese encuentro virtual.

-¿Qué es Andalucía? ¿Existe una identidad andaluza?

Francisco Acosta: Tengo tendencia a plantear la cuestión en términos de los andaluces más que de Andalucía entendida de modo abstracto. Dicho esto, sí, sin duda existe la identidad andaluza, secular, reconocible, palpable y se manifiesta en varios ámbitos y diferentes maneras.

Antonio Manuel Rodríguez: La identidad andaluza es aquello que no nos hace idénticos, nos hace distintos entre iguales y a la vez iguales entre distintos, porque la identidad andaluza en ningún caso aspira a ser mejor que nadie, ni peor que nadie. Si hay algo íntimamente unido a ella es la reivindicación social de igualdad y solidaridad.

Andalucía es un concepto poliédrico, un palimpsesto de culturas, una nación en el sentido de que ha sido un pueblo que se ha postulado políticamente y ha sido reconocido como tal. Desde un punto de vista político-poético, Andalucía es una casa con las puertas abiertas que a veces funciona como refugio, y a veces como trinchera. Para acoger a los más vulnerables y cuando atentan contra nuestra dignidad. Cuando Andalucía no es refugio ni trinchera, como valor no existe. Ser andaluz no es consecuencia ni del ius sanguinis ni del ius soli, no se es andaluz por nacer en Andalucía. Eso le otorga sentido al Libre de Blas Infante. Es una opción vital, una forma de ser, que actúa dando a los demás. En Andalucía no hay concertinas, nuestra identidad no es excluyente, es inclusiva; no es abrasiva es abrazante. Aspiramos a una igualdad de derechos desde el respeto de las diferencias.

-¿Por qué no ha cristalizado y se ha mantenido el andalucismo como corriente política?

Acosta: Esa pregunta requiere una respuesta compleja. No hay y no ha habido sustantivamente demanda social de andalucismo, o mejor dicho, de un andalucismo político. El soporte social no ha sido suficiente. Durante algún momento histórico, sí, en torno a un determinado proyecto andaluz compartido que tuvo una operativa extraordinariamente potente, sin parangón en España. Andalucía cambia la historia de España en la Transición. Pero esa pulsión extraordinaria no fraguó en una opción política andalucista.

Ninguna de las corrientes políticas que ha habido bajo el paraguas del andalucismo, electoralmente hablando, ha pasado del 10%. En la etapa de mayor bonanza, en las municipales del 99, 350.000 votos marcaron el techo. Eso no quiere decir que no haya propuestas andalucistas hoy, que sí las hay, lo que quiere decir es que no se aprecia un soporte social capaz de sostenerlas en el escenario político.

Antonio Manuel: Debemos partir de qué es el andalucismo, para no confundir una ideología con un partido. El andalucismo es una ideología, como puede ser el feminismo o el ecologismo, por la que se tiene conciencia real de los males estructurales que padece el pueblo andaluz y la necesidad de que ese pueblo se empodere para solucionar sus problemas. Es cuestión de corazón y de razón.

En los 70, de manera aplastante el pueblo andaluz fue andalucista y no se podía enmarcar en una marca concreta. Lo era hasta el partido liberal de Clavero Arévalo. Había un sistema cultural que hizo posible que Andalucía tuviera fuerza constituyente, fuerza para condicionar el modelo territorial del Estado y hasta de la Constitución. A partir de ese momento, lo que ocurre es que el PSOE fagocita en gran medida esa ideología, personalizada en Rafael Escuredo, que tiene la habilidad de invertir el sustantivo y el adjetivo y deja de ser un socialista andaluz para convertirse en un andaluz socialista para protagonizar la transición democrática andaluza.

Eso permite que el PSOE ocupe el patio, y salvando las distancias se convierta en el PNV andaluz. El PSA, por su parte, renuncia a la S, pierde la ideología y se convierte en un partido andalucista con una bandera inerme, mientras que la izquierda, como IU, renuncia a Andalucía, aunque hay momentos en la historia con convulsiones, por ejemplo con la Convocatoria por Andalucía de Julio Anguita. El error empieza cuando el PSOE comienza a abandonar ese espacio, con la epifanía de Susana Díaz. Simbólicamente el PSOE representó a la izquierda andaluza, que es esencialmente el andalucismo, que -como dijo José Aumente- es progresista o no será. Ocupó ese espacio simbólico y Susana Díaz lo abandona en su aspiración de conseguir el poder del Estado. Y abandona la izquierda pactando con Cs y hasta la investidura de Rajoy. Deja el patio como un páramo y eso ha provocado que haya una invasión para tratar de ocuparlo, tanto desde la izquierda como de la derecha, que hasta se autoproclama andalucista.

En resumen: el andalucismo en Andalucía no ha dejado de estar latente, vivo, tuvo su máximo esplendor en la transición, lo que ocurre es que acabó injertado en el PSOE. Pero ahora vuelve a haber una emergencia social en Andalucía, y vuelve a reproducirse en ciertas claves el ecosistema cultural de los 70. Vuelve a ser vanguardia el ser andaluz. Si antes fueron Antonio Gala, Salvador Távora o Triana, ahora son los Derby Motoreta, Califato 3/4, Rocío Márquez o María José Llergo. Y también hay mucha gente cansada de que llegue el debate sobre el estado de la nación y no haya representantes que hablen de Andalucía.

Creo que sí cuajó, quedó latente debajo del PSOE y creo que, aunque en un estado germinal, vuelve a resurgir con mucha fuerza.

Acosta: Yo no calificaría de error que el PSOE abandonara el andalucismo, sino de estrategia. Fue una estrategia muy exitosa para desmontar el andalucismo, ese espacio que era posible que galvanizara en una opción política andaluza en los 70. El PSOE nunca ha sido andalucista, laminó el andalucismo con gran eficacia para sus intereses.

Por otro lado, hay que hablar de los errores del propio andalucismo, empezando por el PSA con el apoyo a Suárez y el postreferéndum de autonomía; o la propia Convocatoria por Andalucía, que has mencionado antes: es que Anguita huyó de aquí al año y medio. El andalucismo es hoy en día una cuestión transversal y precisamente el hecho de que sea asumible por todos evidencia hasta que punto está desactivado.

Antonio Manuel: Hasta hace muy poco tiempo hablar de andalucismo era aludir casi a un estigma. Yo personalmente me partí la cara por una ideología en la que creía, embutida en una marca en la que no creía. Ha pasado el tiempo y la ideología está más viva que nunca y la marca murió.

Aunque pueda ser solo simbólico, el hecho de que haya anuncios comerciales que reivindiquen el andalucismo es porque el aire va para allá y están colocando la veleta en esa dirección. La fractura que se ha producido en la izquierda andaluza ha tenido que ver por desavenencias clarísimas no sólo con el centralismo, sino con la necesidad de tener una identidad propia en Andalucía. A la izquierda del PSOE se unieron con la vocación de generar un partido de obediencia andaluza. Lo que evidencia, pese a la fractura, que el andalucismo vuelve a tener una vocación política aunque sea solo germinal.

Cada vez que ha habido un atentado contra nuestra forma de hablar la reacción ha sido visceral, y eso no pasaba hace 4 o 5 años. ¿Eso tiene una traducción política? Yo creo que sí, pero estamos hablando de un presente cercano o un futuro próximo. Se reproduce un escenario similar a los 70 de muchos andaluces, especialmente jóvenes. Desde que comenzó la crisis inmobiliaria ha emigrado un millón de andaluces, más que durante el tardofranquismo. Los jóvenes se dan cuenta de los problemas que tienen y de que son andaluces cuando se van fuera. Tienen esa identidad andaluza y ni saben lo que fue el PA, ni quién es Rojas Marcos y muchos no saben ni qué fue el 15M, y los partidos que enarbolaron aquello ya forman parte del sistema.

Mucha gente joven está empujando para que surja una opción política en esta dirección. Ideológicamente el andalucismo es transversal, sin duda, pero en un futuro cercano va a haber alguna fuerza o varias fuerzas políticas que van a tenerlo que abanderar.

-¿Creen que se está produciendo lo que ha venido en llamarse la tercera ola del andalucismo?

Antonio Manuel: Sin duda.

Acosta: Aunque nos declaramos ambos andalucistas convencidos, francamente me gustaría ver lo que ve

Antonio Manuel . Yo no veo eso, lo que no quiere decir que no exista un interés político por el andalucismo y gentes trabajando por ello. Lo que no veo es que haya algo más que un rescoldo y que estén avivándose. Después de casi 40 años de gobierno socialista en Andalucía ganó el PP por primera vez las últimas elecciones.

Aún reconociendo la evidencia de condiciones objetivas de crisis, aunque haya muchos sectores agraviados por la crisis, no veo por dónde puede prender esa mecha. No veo que eso pueda traducirse en una tercera ola del andalucismo, porque entre otras cosas no veo un discurso andalucista estructurado, ¿en torno a qué? No veo que el malestar social tenga fuerza suficiente para galvanizar un proyecto político específico para Andalucía. Y eso por no hablar de cosas más prosaicas como el dinero. Coincidimos en el desideratum, pero no en el análisis, ya me gustaría verlo como tú.

Antonio Manuel: Es evidente que yo sí lo veo. Hay brotes verdes tanto en lo cultural -hay expresiones con una vocación identitaria sin tapujos, cine decididamente en andaluz o periodistas que empiezan a hablarse por qué han estado hablando en castellano, se parece al movimiento de los 70- como en lo político. No digo que sea hegemónico, solo que está surgiendo. Andalucismo vuelve a ser sinónimo de vanguardia. La eclosión del españolismo rancio de la derecha franquista ha hecho que muchos sectores confundan esa ideología, que intenta captar el desencanto, con una opción novedosa. Frente a esa opción irrumpe el andalucismo como la vacuna, acompañado de expresiones culturales en la música, literatura y forma de expresarse. Los anuncios comerciales son la prueba. Cuando una marca de cerveza se gasta la pasta en hacer una campaña y lo convierte en viral no es casualidad.

En muchos territorios, el fenómeno Podemos ha sido captado por movimientos territoriales: BNG, Bildu o la misma Esquerra. En la medida en que Unidas Podemos ha reducido su mensaje al centralismo ha hecho que emerjan esas fuerzas. ¿Y en Andalucía por qué no? ¿Y con qué discurso? Uno muy contundente: en primer lugar, de toma de conciencia de nuestros problemas sociales, que mucha gente está empezando a ver que obedece a un sistema productivo caduco, que no se ha modificado en 40 años. Son los que empiezan a promover cambios en el sistema productivo y a introducir el feminismo, el ecologismo, como cóctel de vanguardia que se impregna necesariamente de andalucismo.

Acosta: No es que cuestione la existencia de la neomodernidad de lo andaluz, ni que cuestione un florecimiento cultural de lo andaluz. La discrepancia fundamental o el matiz es que no creo que todo eso por sí solo sea capaz de activar un proyecto político. No veo la potencia suficiente. Veo inconsistente que ese magma sea capaz de estructurar un espacio político propio con cierta solidez.

Antonio Manuel: Yo creo que sí.

Acosta: Otra cuestión. Si se produjera una reacción política en términos andalucistas, no sería en reacción al españolismo rancio. Si no por un sentimiento de desigualdad y agravio respecto a los nacionalismos periféricos.

Antonio Manuel: Estoy de acuerdo. La toma de conciencia de que tenemos unos males propios y que necesitan una solución propia. Eso se llama andalucismo y la respuesta visceral contra Teresa Rodríguez en el Parlamento tiene mucho que ver con esto. La opción de que surgiera una fuerza netamente andalucista a la izquierda del PSOE ha sido atacada y sigue siendo atacada hasta el esperpento. Es una señal de que cuando Andalucía intenta vertebrar un proyecto político siempre hay reacciones desde el centralismo para intentar acabar con eso. No digo que tenga que ser hegemónica, solo digo que cada vez hay más andaluces que empiezan a darse cuenta de que una voz andaluza en el Congreso vale más que 61 silencios. En las redes se han hecho vírales mensajes, por ejemplo, de Gabriel Rufián defendiendo Andalucía porque no hay otras voces en el Congreso que lo hagan.

La única discrepancia entre tú y yo es que yo sí creo que se va a vertebrar. Otra cosa es que en este juego todo el mundo va a intentar pescar y veremos quién levante la bandera con más credibilidad.

Acosta: Si hablamos de proyectos políticos, la prueba del algodón es fácil: las urnas. No es una novedad, ya se ha hecho antes. Lo que planteas tú es que en las circunstancias actuales le podría caber hoy mayor ventura, ojalá. ¿Dónde hay que firmar?

Antonio Manuel: Hace cinco años el andalucismo era un proyecto acabado, estigmatizado y hoy es todo lo contrario. Está más vivo que nunca. Es vanguardia y como ocurrió en los 70 para ser moderno hay que ser andaluz. Si no eres andaluz no eres ná, dicen los Califato. Rapean en andaluz, se está normalizando. Otra cosa es la canalización que tenga en un proyecto político

Acosta: Tu visión del andalucismo es panandalucista, todo es andalucismo. Lo abarca todo.

Antonio Manuel: No, no, no, no. Insisto, el andalucismo o es de izquierdas o no será.