La ciudad de Córdoba concluyó esta semana un largo mes de cierre perimetral un largo mes de cierre perimetraldestinado a contener la tercera ola de la pandemia. El 20 de enero se iniciaba el aislamiento, con una tasa en la provincia de 684,8 casos por cien mil habitantes y de 615,9 en la capital. Dos días antes, el comité de alertas provincial había decretado la restricción de movilidad en doce municipios, entre ellos Córdoba. Todos habían superado los 500 casos por cien mil habitantes y tres sobrepasaban los mil. No eran los primeros, el 17 de enero ya se habían confinado una veintena, con tasas disparadas. La medida llegó a afectar a más del 80% de las localidades, cerradas a cal y canto para luchar contra el virus propagado durante las reuniones navideñas.

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Ese 20 de enero, del que ayer se cumplía un mes, había en Córdoba 258 pacientes hospitalizados con covid, de los cuales 45 estaban en la UCI. Lo peor estaba aún por llegar. Justo esa semana, la del 18 al 24 de enero, se registraba el pico máximo de contagiosdel 18 al 24 de enero, se registraba el pico máximo de contagio, no solo de la tercera ola sino desde el inicio de la pandemia, más de 4.200 en solo siete días. El flujo de positivos contagiados en días previos aún seguía saliendo a la superficie pese a las restricciones de movilidad. El 25 de enero, el Ayuntamiento de Córdoba anunciaba el cierre de la actividad institucional por el repunte de contagios y el alcalde amenazaba con clausurar actividades no esenciales si las cifras no mejoraban. El hospital Reina Sofía abría la octava unidad covid y se decretaba cierre perimetral en 23 localidades más. Mientras tanto, la aplicación de la vacuna seguía avanzando en las residencias de mayores y esa semana se empezaba a administrar la segunda dosis en muchas de ellas. Un día después, el 26 de enero, la Junta ponía en marcha el Plan 7.500 Hospitalizaciones, que preparaba a Córdoba para llegar a 631 ingresos y a 94 en UCI. Salud hablaba entonces de una tercera ola «explosiva» que estaba empezando a saturar no solo los hospitales públicos sino los privados. La tasa de contagios en la capital se encontraba en ese momento en 836,3 casos por cien mil habitantes y había 365 pacientes hospitalizados en la provincia, 64 en UCI.

La cifra de ingresados aún tendría que dar varios récords rozando los 500, al igual que el número de defunciones. La semana del 1 al 7 de febrero, 14 días después de la semana de más contagios, empezó con tasa récord en la capital, más de 878 casos por cien mil habitantes y más de 400 hospitalizados. A partir de ahí, las restricciones empezarían a producir efecto, propiciando un descenso paulatino de los contagios que corrió paralelo al aumento vertiginoso de las hospitalizaciones, ingresos en UCI y decesos. Como señalan los expertos, la presión hospitalaria máxima llega a las dos semanas del pico de casos, es lo que tarda el virus en mostrar su cara más feroz.

El 10 de febrero, con el índice de ingresos por fin cayendo poco a poco, se llegaba al pico de 82 pacientes en intensivos aunque no sería hasta este miércoles, 17 de febrero, cuando la provincia lograría bajar de 300 hospitalizados. Justo un mes después de las restricciones, la capital ha hecho caer la tasa hasta 252 casos por cien mil habitantes y la provincia empieza a respirar aunque en los hospitales siguen luchando más de 200 enfermos, 61 de ellos en la UCI, una cifra superior aún a la del punto de partida. La buena noticia es el descenso del 90% de contagios en las residencias. Atrás quedan más de 200 muertos en un mes. Conviene no olvidarlo.