Para las asociaciones que luchan contra distintas ludopatías, la respuesta reciente de la Junta de Andalucía a la Gerencia de Urbanismorespuesta, señalándole que Ayuntamiento de Córdoba no puede regular en cuestiones de materia de juego ni en la ubicación de estas salas, ha sentado como un jarro de agua fría, ya que el juego es una enfermedad creciente que, según advierten, con la pandemia está acusando un aumento en los casos de jóvenes de entre 20 y 30 años que realizan apuestas a través de internet.

Salvador Secilla, presidente de la Asociación Cordobesa de Jugadores en Rehabilitación (Acojer), tacha la situación de "vergonzosa" y pide a las administraciones competentes que reflexionen sobre un problema que afecta a casi un 3% de los habitantes de nuestra provincia. “En este último año la población adulta ha aumentado su adicción al juego en un 22%, siendo Córdoba, a nivel autonómico, la que más jóvenes ludópatas tiene, superando adicciones como el alcohol y las drogas”, apunta. Una situación que se hace más dolorosa cuando los que apuestan con dinero son menores de entre 11 y 14 años.

Para el representante de la plataforma Stop Casas de Apuestas, Miguel Ángel Aguilera, el escrito enviado por la Junta en sí es contradictorio. “Nos estamos asesorando con nuestros abogados para recurrir la decisión. En el texto íntegro, Fomento (la Consejería) no pone problemas al tema de la distancia de los 500 metros respecto a centros educativos pero la Consejería de Hacienda, sí. Nosotros entendemos y así lo queremos comprobar, que efectivamente la competencia en ubicación corresponde a Capitulares”, explica.

Según argumenta, se trata de un problema que va más allá de nuestra ciudad. “En Cádiz o Alcalá de Guadaíra se están dando pasos para evitar que se abran salas a menos de medio kilómetro de un colegio. Estamos pendientes de lo que hacen y tomaremos nota”, asegura.

El presidente de Proyecto Hombre, Jesús Tamayo, señala que su organización ha detectado un aumento de casos de juegos y apuestas online que prefiere tachar de “comportamiento aislado”. En este sentido, destaca que son los adolescentes los que protagonizan dicho abuso, que experimentó un considerable aumento en verano, coincidiendo con el fin del confinamiento, llegando a suponer entre el 50 y 60% de sus usuarios habituales.