La Unidad de Cuidados Intensivos (UCI), más que un espacio, es una fuerza, un movimiento acompasado de «muchas horas de trabajo», explica Paqui Yuste, supervisora de Enfermería de UCI en el hospital San Juan de Dios. Y en ese caminar constante hay «momentos puntuales en los que tocas fondo», reconoce. Para ella, que se encarga de mantener unido a un equipo de personas puesto al límite, «una de las mayores preocupaciones es esa, que estén bien, que no se vengan abajo». «Mientras haya un equipo cohesionado y unido es difícil venirse abajo. Pero es verdad que el estrés al que llevamos sometidos en esta tercera ola está siendo bestial», asegura. Como explica la supervisora de enfermería, «una UCI con siete pacientes polivalentes normalmente la tenemos organizada a media mañana, una UCI con siete u ocho pacientes de este tipo, son las tres y media de la tarde y no te has organizado». En eso coincide Rafael Giménez, jefe del Servicio de Medicina Interna. «Se hace rutina», explica. «No hay la misma fluidez, hay que medirlo todo mucho más», dice.

En su desbordamiento, la pandemia del coronavirus arrastra al ánimo. Para Ignacio Suárez, médico intensivista del hospital, «llamar a las doce de la noche a una familia para decirle que vas a dormir a un paciente te cambia la vida». Y volver otra vez a eso «es durísimo». «Haces todo lo que puedes y se empeora, no ves salida», reconoce. En una ciudad como Córdoba, la realidad se recrudece cuando al paciente que toca atender es un conocido o alguien cercano. «Tienes que tomar lejanía», cuenta Ignacio Suárez. «Si no, te hundes, te hundes. Porque cada vez nos está tocando más de cerca», indica. Así, «llegará un momento en el que acabemos rompiendo todos», reconoce. En ese sentido, Silvia Nin, supervisora de Enfermería del Área de Hospitalización, piensa que «si hay que llorar, se llora». «Tenemos nuestra vida personal y tienes tus vivencias y tu empatía e implicación en ciertas situaciones que son muy complicadas», cuenta. Sin embargo, eso «no puede nublar la actitud y el conocimiento médico», opina Rafael Giménez. A pesar de todo, los profesionales sanitarios sacan fuerzas y energías de los momentos gratificantes. Que un paciente salga de una situación complicada lo es.

Dos sanitarias realizan una radiografía, en la UCI, a un enfermo. Foto: A.J. GONZÁLEZ

Rafael Giménez, a la derecha, con el equipo de la planta covid. Foto: A.J. GONZÁLEZ

Trabajadores de la salud

«Cuando empieza a bajar la curva a nivel de ingresos y a nivel de cifras, nosotros es cuando empezamos a subir», explica Ignacio Suárez. ¿Es esto una guerra? «Tienes más patología que recursos. En ese aspecto, sí que se parece a una guerra», precisa. Y para hacerle frente tienen que hacer «cábalas» con respiradores y camas. Pero, tras el dramatismo, hay trabajadores que, como explica, tienen necesidades. Silvia Nin lo resume, despojando la realidad en la primera línea frente al covid-19 de toda épica: «La salud es nuestro trabajo». Para Rafael Giménez, un «héroe es toda persona que acude a su trabajo y sigue asumiendo unos riesgos. Nosotros tenemos el nuestro. O todos somos héroes, o nadie».

Una sesión de fisioterapia a un paciente covid de la UCI. Foto: A.J. GONZÁLEZ