La tercera ola de la pandemia de coronavirus ha pillado a los profesionales sanitarios de Córdoba más preparados, con más medios de protección que en las olas anteriores, pero también más cansados para lidiar un toro que cada vez se presenta fiero. Según José Luis Navas, portavoz del Sindicato Médico de Córdoba, «estamos viviendo el peor momento de la pandemia en cuanto a presión asistencial y aunque parezca que la curva se estabiliza, es ahora cuando va a subir la ola de ingresos». Según los datos que maneja, «no estamos en situación de colapso y aún hay margen, pero no demasiado porque esto no se puede estirar hasta el infinito». Navas asegura que los excesos cometidos en reuniones familiares se están viendo ahora en los hospitales.

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«El perfil que hay ahora es muy distinto al de la primera y la segunda ola, ya no son tantos pacientes ancianos sino gente más joven y familias enteras, con padres, hijos y hasta nietos que se contagiaron en una reunión familiar», asegura. El portavoz de los médicos echa en falta medidas más contundentes para frenar los contagios. «La vacuna es una herramienta, pero no sabemos el alcance de la inmunidad que ofrece ni cuándo habrá suficientes vacunas para la mayoría de la población, no se puede confiar todo a esa carta ni a la responsabilidad individual que ya se ha visto que no es suficiente para controlar una pandemia de este calibre», destaca.

La situación más alarmante se da en las UCIS donde los ingresos se pueden llegar a prolongar meses, recuerda, «sin contar con personal especializado para atender esas nuevas unidades porque no hay más disponibilidad en las bolsas para aumentar las plantillas». El cansancio de los sanitarios, «que siguen dando el do de pecho», recalca Navas, «viene también por el miedo a relacionarte con la familia cuando vuelves a casa, ya que siguen dándose contagios».

Según José Damas, de CCOO, la incidencia en los profesionales pese a que la vacunación está muy avanzada, sigue siendo alta. «En el hospital de Pozoblanco había 39 personas aisladas por covid entre positivos y contactos estrechos», explica, «en Cabra ha aumentado en una semana de 18 a 39 y en el Reina Sofía, la cifra ha pasado en un mes de 39 aislados a 146 la última semana de enero». El sindicato se queja de que el centro cordobés «no reúne desde hace mes y medio al comité de seguridad y salud para informar de la incidencia entre los profesionales, cuyos contagios entendemos que proceden en gran medida de su lugar de trabajo».

La hospitalización domiciliaria, puesta en marcha para aliviar la presión asistencial, está haciendo aumentar la carga laboral, según CCOO, en Atención Primaria, «donde no hay refuerzo posible para los médicos de familia ni para enfermería porque no hay gente en bolsa».

Según Damas, las bajas de los profesionales sanitarios en hospitales y Atención Primaria «se están cubriendo con personal no especializado, de listas adicionales con contratos de un mes, por lo que no se llega a acumular experiencia y hay incluso gente que renuncia porque no se ve capacitado para afrontar la situación tan difícil que se está dando en este momento». Para CCOO, «el problema se debe a la falta de previsión del SAS a la hora de actualizar las bolsas».

Por su parte, Rafa Osuna, de Satse, «la tensión asistencial en este momento es complicada, pero esperamos recibir el efecto de los índices acumulados en una o dos semanas». Tras casi once meses de máxima tensión, «hay cierto cansancio emocional por el contacto diario con la enfermedad y la muerte, que en esta pandemia se da sin el apoyo familiar habitual, lo que está pasando factura», indica Osuna, «nos vamos a casa después de vivir situaciones muy complicadas y eso te toca mucho».

La vacuna ha introducido «un factor de ilusión», subrayan, «que también genera dudas porque no sabemos qué efectividad tendrá, cuánto tiempo nos protegerá en contexto de alta carga viral como el nuestro ni si servirá contra las nuevas cepas...», explica. Como Damas, Osuna coincide en que «estamos viendo unidades familiares hospitalizadas, con una persona en planta y otra en UCI o dos en la misma habitación y sin posibilidad de recibir visitas, los casos en los que llega la muerte son muy duros».

El aislamiento de los pacientes está haciendo además que las familias demanden mucha más información «porque no los pueden ver y todo es incertidumbre», explica el portavoz de Satse, que trabaja en el hospital Infanta Margarita de Cabra, donde hay un protocolo para la despedida que, siempre que es posible, permite a los familiares reunirse con el paciente en una habitación antes de que muera para darle el último adiós, con todas las medidas de seguridad pertinentes. «No siempre es posible porque, entre otras cosas, no siempre está claro ese momento por anticipado», señala.

Ante la visión continuada de estas escenas, los profesionales insisten en llamar a la población a la prudencia: «Lo único que se ha demostrado eficaz es el uso de mascarilla, la distancia de seguridad y reducir los contactos sociales, que nadie baje la guardia porque nadie está a salvo de acabar hospitalizado, tenga la edad que tenga, con o sin patologías previas, lo estamos viendo a diario».