Manuel Prieto Rodríguez tiene 77 años y ha sido el primer vacunado en Córdoba contra el covid y reconoce que está “encantado” y “muy contento” de serlo. “¿Alguno tenía que ser el primero, no?”, afirmaba a las puertas de la residencia de las Hermanitas de los Ancianos Desamparados, en la calle Buen Pastor, donde se aloja desde hace año y medio y donde asegura que con esta vacuna espera “que volvamos a la normalidad” tras diez meses de pandemia.

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De origen gallego y tras más de 40 años residiendo en Córdoba, él afirma que no ha estado asustado durante este tiempo, que ha sido tratado muy bien: “Nos han procurado tenernos aislados del mundanal ruido para que no tuviéramos ese problema”. Tan aislados que Manuel cree que en su residencia no ha habido casos, “que yo sepa, creo que ninguno”, respondía a preguntas de los periodistas, mientras las religiosas que lo acompañaban aclaraban que “han estado tan aislados del mundanal ruido, que ellos no lo saben”. Y es que esta residencia de los Ancianos Desamparados sufrió uno de los primeros brotes de coronavirus en Córdoba, en el mes de marzo, requiriendo la intervención de las autoridades sanitarias y la desinfección por parte de la UME.

A las dos de la tarde, mientras los fotoperiodistas se arremolinaban en torno a la furgoneta que llevaba las vacunas a la primera residencia de Córdoba, una vecina salía al balcón para hacer fotos. “Te las voy a mandar todas”, le decía a Raúl Pérez, uno de los enfermeros que aplicaría la vacuna. Junto a Conchi Moyano y Luisa Anguita se reconocían “nerviosillos, pero deseando”.

Manuel Prieto recibe la vacuna. CÓRDOBA

Los tres forman parte del equipo del autocovid en el centro Castilla del Pino y desde el 13 de marzo han vivido en primera línea los trabajos de detección de la enfermedad. “Nosotros somos parte del equipo que empezó con todo esto”, dice , sin ocultar su emoción: “No hablo más que lloro”. Relata que en el autocovid han vivido “uff, de todo, hemos pasado muchas batallas todos juntos y todos unidos hemos podido sacar esto adelante”. Ante la complejidad de la aplicación de la vacuna, ellos han sido formados para poder hacer este trabajo. Pondrán esta dosis y volverán a vacunar dentro de 21 días. Preguntada por qué le diría a aquellos que tienen dudas sobre la vacunación, Conchi no tiene duda en afirmar que “hemos luchado mucho por conseguir esto y hay que ponérsela”. Después de vacunar a los ancianos de esta residencia, el mismo equipo vacunaría a los residentes del centro San Juan de la Cruz, unos metros más abajo en la misma calle, donde los mayores se mostraban ayer "esperanzados"esperanzados.

Mientras el equipo accedía al edificio, y la furgoneta entraba en las cocheras de la residencia, dos italianos se detenían a observar el revuelo. Se trataba de dos trabajadores, pilotos de avión de una compañía privada que paseaban por la Judería. ¿Qué sucede?, preguntaban, y al ser informados asentían y recordaban que también hoy en Italia ha comenzado la vacunación. Mañana retornan a Roma desde el aeropuerto de Córdoba, con pasajeros por cuestiones de negocio, “business jet”, concluían. La Judería, sorpresivamente animada este mediodía luminoso parecía recuperar cierto ritmo: un repartidor de comida rápida esquivaba algunos turistas en la calle Deanes donde algunas tiendas han reabierto este domingo. “Ahora se pueden ver los monumentos sin aglomeración de gente”, decía una dependienta a un cliente. “Pero, ¿podemos entrar 10 a comer?, preguntaba una señora a un camarero en un bar que ha sido reformado en la plaza Juda Leví.

A las 14.28, Manuel Prieto ha sido vacunado, según ha informado la Junta de Andalucía que ha restringido la entrada a los periodistas a la residencia y distribuirá fotografías del momento. Manuel vestía chaqueta de pana azul marino, pantalones beige, camisa amarilla y corbata a juego. ¿Se ha puesto usted guapo para la vacuna?, le preguntaba un cámara. “Él siempre va así de elegante”, respondían animadas las religiosas. “Esto no se repite todos los días”, añadía Manuel.