Ha fallecido en nuestra ciudad Enrique Luque Navas, un taurino de lujo y una persona entrañable. Nació en la calle Espejo, en el barrio de Santa Marina, y de muy jovencito se aficionó a los toros, pues raro era el día que no se encontraba con algún torero por la calle y charlaba con él. Suele ocurrir en barrios de toreros, y como Santa Marina, ninguno.

Estudió en el colegio Salesianos las primeras letras, pero tuvo que dejarlo ya que con 13 años se colocó de electricista. Le encantó el oficio y, como era chico espabilado, aprovechó bien el tiempo de aprendizaje y con 23 años montó su propia empresa, en la que estuvo hasta su jubilación. Hoy, sus hijos son los que están al frente de esta empresa que ha rebasado con creces los 50 años de vida.

En el plano personal, Enrique supo granjearse el afecto de todos cuantos le trataron. Su admiración por el toreo de Manuel Calero Cantero Calerito le llevó a crear el Club Calerito en el año 1948, siendo en la actualidad la asociación peñística más veterana de la ciudad (al día de hoy, 73 años de existencia). Desde la fecha de la fundación, se instauró el trofeo Oreja de Oro para premiar al novillero que corte más trofeos en el ciclo ferial de nuestra Feria de Mayo.

Enrique fue cinco veces presidente del club y actualmente gozaba del nombramiento de presidente de honor. Justa consideración a un hombre que fue el alma de esta entidad que mantiene la misma actividad que cuando se fundó. Ni el paso del tiempo, ni las lógicas bajas ocasionadas por el fallecimiento de los socios, han mermado la intensidad de trabajo de sus componentes. Enrique gustaba de estar todo el tiempo que podía en la sede del club, rodeado de recuerdos y temas taurinos. Al club lo consideraba algo suyo y así lo llevaba a gala. A los hombres se les conoce por sus obras y a Enrique Luque, además, por su excelente disposición para ayudar a todo el mundo y por su acendrado cordobesismo. Descanse en paz.