La Sección Tercera de la Audiencia provincial de Córdoba ha condenado a veinte años de cárcel a un profesor de religión de un colegio de la capitalprofesor de religión, sacerdote perteneciente a la orden de Frailes Menores Franciscanos, por abusar sexualmente de forma continuada de cuatro alumnas durante los cursos 2012-2013 y 2013-2014, cuando las víctimas tenían entre 8 y 11 años de edad.

De este modo, la Audiencia le ha hallado responsable de cuatro delitos continuados de abuso sexual sobre personas menores de trece años con prevalimiento de su condición de profesor y le impone, por cada uno, cinco años de prisión y la pena de inhabilitación para cualquier profesión u oficio, sea o no retribuido, que conlleve contacto regular con menores de edad por un tiempo superior en tres años, esto último "dado el riesgo especial que, por su dedicación habitual, no solo a la enseñanza, sino dentro de la labor sacerdotal, de contacto con menores, pueden revestir sus posibles actividades de futuro".

En la sentencia, fechada el día 2 de diciembre y contra la que cabe interponer recurso de apelación ante el Tribunal Superior de Justicia de Andalucía (TSJA), el tribunal condena además al profesor a indemnizar con un total de 16.000 euros a las cuatro víctimas.

También absuelve al investigado de un delito de abuso sexual puntual sobre una de sus alumnas y de otro delito de abuso sexual continuado sobre otra menor, ya que en estos dos casos "no ha quedado acreditado tras la prueba practicada que realizara sobre ellas tocamientos de significación sexual", recoge el fallo.

Párroco hasta el 2014

La Audiencia considera probado que el acusado impartió clases desde el comienzo del curso 2012-2013 como profesor en un colegio de Córdoba y, al menos hasta 2014, fue párroco de una parroquia, señalando que, cuando las menores afectadas estaban cursando tercero y cuarto de Primaria, el investigado las "sometió a tocamientos" en el interior del aula, "sentándolas en sus rodillas, de forma habitual, al corregir las tareas o aprovechando que se quedaba allí a veces con las niñas durante el recreo, tocamientos que efectuaba guiado por un ánimo libidinoso y sin emplear fuerza ni intimidación para ello".

Asimismo, el tribunal relata que, en el curso escolar 2014-2015 y cuando una de las víctimas asistía a un campamento organizado por el propio colegio en el mismo centro escolar, el acusado, que en esas fechas ya no les daba clase pero era párroco de una parroquia, le pidió tanto a esta menor como a otra compañera que "fueran con él a su despacho con la excusa de recoger chucherías para los niños", de forma que, una vez allí, "sentó a las menores encima de sus piernas" y abusó sexualmente de una de ellas, unos hechos que la joven puso en conocimiento de sus padres.

Desde ese momento, la familia escribió una carta al colegio y el sacerdote fue trasladado a otra población. La menor precisó asistencia en la unidad de Salud Mental y años más tarde, cuando se propuso invitar al profesor a una fiesta, "revivió con ansiedad lo ocurrido hasta el punto de que afectada por ello, en la Feria de Córdoba, consumió bebidas alcohólicas y cuando era asistida por agentes de la Policía Local les reveló lo acontecido con su profesor, dando lugar a la iniciación de las investigaciones que iniciaron este procedimiento", recoge el fallo.

Al contrario de lo que sostiene la defensa del procesado, la Audiencia entiende que "dichas palabras, escuchadas en el juicio (gracias a las grabaciones de los agentes), pronunciadas desde la desesperación más desgarradora por una muchacha que no ha sido capaz de soportar por más tiempo la carga que desde su niñez pesaba sobre ella (...) nos han parecido llenas de verdad".

Vicario en Vélez-Málaga

La Audiencia remarca que, en este caso, la prueba fundamental de cargo contra el acusado son las manifestaciones efectuadas por las víctimas del delito, indicando que "la correspondencia del relato en lo fundamental con lo primeramente relatado a la Policía, unida a la ausencia de móviles espurios que explicaran las imputaciones, permite atribuir a las exploraciones efectuadas en el juicio la persistencia suficiente para acreditar el relato que, en ella, efectuaron las menores".

Además, "se han aportado otras pruebas, alguna pericial e incluso la propia declaración del imputado, cuyo resultado no ha hecho más que reforzar la fiabilidad del testimonio de las víctimas", asevera el tribunal, que pone de manifiesto que, en su declaración, el condenado proporcionó "plurales corroboraciones del relato de las niñas", relato en el que se encuentra "la verdad de lo acontecido".

El tribunal afirma, además, que el acusado cometió los hechos punibles mediante el prevalimiento "de una situación de superioridad manifiesta que coartaba la libertad de las víctimas, supeditadas como estaban por la relación de maestro-discípulas en un marco en que la autoridad del primero resultaba patente", una superioridad que "le permitió realizar los tocamientos de índole sexual a sus alumnas".

Según ha podido conocer este periódico, el procesado, de 40 años de edad, fue vicario de una parroquia en la localidad malagueña de Vélez después de estos hechos, pero en la actualidad se encuentra en un convento de acuerdo con la información facilitada por el portavoz de la provincia de la Inmaculada Concepción de Franciscanos en España.

El último día del juicio, que se celebró el 18 y el 19 de noviembre, los franciscanos publicaron un comunicado en su página web en el apelaban a la presunción de inocencia, se ponían "a disposición de las presuntas víctimas" y afirmaban que han colaborado "desde el primer momento" para esclarecer los hechos.