Con todas las medidas de seguridad el obispo de la diócesis, Demetrio Fernández, ha presidido esta mañana la tradicional misa en la iglesia del Juramento en honor del Arcángel San Rafael, custodio de la ciudad. Una eucaristía que como es ya habitual en todos los actos públicos ha dejado imágenes atípicas como la obligatoria mascarilla y una basílica llena de huecos para cumplir con las medias de seguridad.

El prelado en su homilía ha animado a los cordobeses a “acudir a Dios y a San Rafael para que nos libre de la pandemia cuanto antes. Dios sabrá cuándo, cómo y de qué manera hacerlo”. “Con fe hay que pedirle que nos libre de esta situación”.

El Obispo ha apelado también a la responsabilidad de todos para evitar los contagios y ha señalado que es obligación de cada ciudadano “no sólo cuidar de su salud, sino también de la de los demás”. “Cada uno debe poner de lo suyo” en la batalla contra el Covid, ha recalcado.

Al hilo de esto, ha tenido unas palabras para las autoridades, muchas de ellas allí presentes, que afrontan un momento difícil y buscan las medidas que conjuguen la sanidad y la vida ordinaria. “No es fácil la tarea que estáis haciendo, una tarea dura, difícil y muchas veces tan criticada, por eso tenemos que ser todos responsables y colaborar con la situación”, ha asegurado.

Una celebración que ha contado con un aforo limitado a 110 personas entre las que se encontraba el alcalde de Córdoba, José María Bellido, y el delegado del Gobierno de la Junta, Antonio Repullo, así como la presidenta de la Agrupación de Cofradías, Olga Caballero, entre otras autoridades.

La eucaristía ha contado con la presencia del cáliz profanado que la Fundación Pontificia Ayuda a la Iglesia Necesitada ha traído a la diócesis de Córdoba y que ha recorrido diversos templos de la misma. Este cáliz ha culminado ante San Rafael su andadura por la ciudad.