Decía José Rebollo que lo mejor de sus 35 años como abogado eran, precisamente, esos 35 años como abogado, y que el momento más duro que vivió en los 22 años dedicados a la abogacía institucional coincidió con su llegada al decanato, tras el fallecimiento de su amigo el decano Francisco Rojas. Cogió el testigo de Paco Rojas continuando el camino iniciado junto a él y convirtiéndose en el precursor de la modernización del Colegio de Córdoba. Su decanato fue intachable, brillante. El colegio evolucionó impulsado por su excelencia profesional y sus cualidades humanas. Se centró en el aumento de servicios a los colegiados y en su formación continua, reforzando la estructura administrativa, apostando por la profesionalización en la gestión. Siempre atento a todo aquel compañero que necesitara su amparo o consejo, pero también severo cuando merecía ser reprendido. Su estilo era impecable. No soportaba la deslealtad profesional y exigía el respeto a las normas deontológicas.

La abogacía andaluza lo nombró su representante. Su mandato estuvo marcado por su buen talante, lo que contribuyó a que se alcanzaran grandes logros desde el diálogo. Pepe siempre supo mantener la armonía y eso que le tocó vivir una etapa difícil. Nunca podrá ser justamente valorado, ni comprendido, por los desvelos y disgustos que tuvo que vivir en esta encomiable tarea.

Sin embargo, por encima de todos los espacios públicos en los que defendió esta profesión, siempre fue un excelente abogado y un referente para todos los que tuvimos la suerte de aprender de él. El pasado 14 de octubre se cumplían 39 años desde que José Rebollo Puig se dio de alta como colegiado ejerciente, situación en la que ha permanecido hasta su fallecimiento. Su labor profesional e institucional difícilmente podrá ser superada en muchos años. Hasta siempre, decano.