Tener una autovía entre Badajoz y Granada es la reivindicación con más historia, tres décadas acumula ya, y que más voces a favor ha congregado de todas las que se producen en la provincia. La A-81 es un sueño que apareció en los presupuestos estatales por primera vez hace dieciséis años y cuyo trazado se llegó a presentar en sociedad, al menos el de un tramo, antes de la anterior crisis. En aquella etapa salieron a exposición pública los estudios informativos de los tamos de Espiel a Granada y de Badajoz a Espiel, que, incluso, estuvieron en la fase de declaración de impacto ambiental, pero caducaron, de ahí que en el 2018 se retomaran los trámites de todo. Aquello supuso partir de cero.

En esta nueva etapa que se inició hace ahora justo dos años el Ministerio de Fomento (hoy, de Transportes) decidió que toda la calzada sería nueva excepto el tramo entre Espiel y Córdoba, en el que se hará un desdoblamiento, es decir, que se aprovechará parte del trazado, para lo que se redacta un anteproyecto.

En otra respuesta dada por el Gobierno al diputado del PP Andrés Lorite, asegura que este año «se continuarán redactando los estudios informativos» que permiten elegir la mejor opción para esta carretera que requerirá una enorme inversión. La evaluación de impacto ambiental a la que está sometido el proyecto, según la respuesta, es larga, ya que requiere un documento de inicio, consultas previas, la elaboración del estudio de impacto ambiental, información pública y aprobación de la declaración que determina si el trazado es viable o no. Si la declaración de impacto ambiental es favorable, empieza la fase de redacción de los estudios que, tras ser aprobados, dan paso a la de elaboración de los proyectos una vez licitados los contratos de servicio. A partir de ahí, y una vez aprobados los proyectos, llega la fase de licitación de las obras y su posterior adjudicación. Por ser una carretera de tanta envergadura, lo lógico es que se divida en tramos, al igual que ocurrió cuando el Gobierno ejecutó la autovía de Málaga.