En la entrada de las salas en las que se realizan las pruebas para la detección del covid-19 del Centro de Especialidades Castilla del Pino, las Setas, había esta mañana un continuo ir y venir de gente, todos ellos trabajadores de las escuelas infantiles de Córdoba. Son los primeros que acuden a la cita para conocer si están o no contagiados y si pueden incorporarse a sus respectivos puestos de trabajo el próximo 1 de septiembre.

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En total se harán pruebas serológicas a unos 14 mil docentes y personal de la administración y servicios de la educación pública y concertada. Quienes trabajan en educación infantil van de avanzadilla, porque son los que primero abrían sus puertas. Después, durante los primeros once días de septiembre, las pruebas se realizarán al resto de personal de las distintas enseñanzas, según han informado fuentes de la Consejería de Educación.

Eva, es especialista en una escuela Infantil pública ubicada en Villarrubia. Hoy se encontraba con muchos de sus compañeros a las puertas del centro sanitario. Valora positivamente que les hayan llamado para descartar posibles contagios “porque el día 1 entramos a saco todos”, tanto el personal como los alumnos de entre cero y tres años. Cree que las fechas elegidas para las pruebas son las adecuadas, a muy pocos días de que se abran los centros, “pero esto te sirve para ahora” y “mañana igual no sabemos si vamos a estar” contagiados, por lo que “no sé si esto es realmente útil”. “Estoy un poco confusa”, confiesa.

Por otro lado muestra su preocupación por cómo va a transcurrir el curso escolar y cómo va a ser su relación con los alumnos ya que “el otro día leí que recomendaban no tocar a los niños de cero a tres años” y “quien hace esto no sabe lo que es una clase”. No entiende cómo se puede cuidar a un bebé sin tocarle o cómo debe realizar las labores de estímulo que necesitan estos niños para el aprendizaje. “Tengo que cogerlos, me van a babear, me van a llenar de mocos, esto es así, les tengo que cambiar los pañales…” así que “tendré mucha más precaución cuando llegue a mi casa”, donde la esperan sus cuatro hijos.

Además considera que “este curso para nuestros niños de cero a tres años va a ser totalmente traumático” porque “tenemos que hacer el desapego de sus padres en la puerta de la guardería”, que llegarán con el “bebé en brazos”, que verá “a otra persona delante con mascarilla, con la pantalla, la bata, disparándote con la pistola de temperatura, quitándote de los brazos, lavándole rápidamente las manos, quitándote los zapatos, y a todo esto el niño llorando sin parar y lo tienes que llevar rápidamente a la clase”. “Y así de uno en uno -continúa- por lo que no va a haber un tiempo para dedicarle al niño que se separe de sus padres en unas condiciones aceptables”.

Ángela, cocinera de la Escuela Infantil Santuario, se refugia del sol junto a unas compañeras bajos las Setas de la plaza. Considera necesario y oportuno que se hagan las pruebas pero “a lo mejor lo puedes coger pasado mañana” así que “es una cosa que imagino que deberían hacerla más a menudo” a lo largo del curso escolar.

Rafaela trabaja como educadora en la Escuela Infantil San Rafael. Recibió ayer el aviso para acudir al centro de especialidades a hacerse las pruebas serológicas y “ve lógico” que tanto ellos como sus compañeros y los padres y madres de los alumnos sepan que se incorporan sin coronavirus. “No sabemos cómo va salir todo esto” y aunque los protocolos “están hechos, vamos a la deriva” porque “no se ha invertido, no tenemos más personal, que es lo que pedíamos desde los centros, y vamos a ver cómo resulta”.

Ana María, técnico superior de educación infantil compañera de Rafaela, asiente y “señala que tenemos muchas ganas de volver a la normalidad, de incorporarnos a nuestro puesto de trabajo”, aunque lo hacen “con la sensación de que no se ha hecho todo lo que se debería”. Y de nuevo sale a reducir la palabra “incertidumbre”..

Conchi es limpiadora en el centro de educación infantil de Villarrubia y le relaja saber que se van a hacer pruebas. Ha estado limpiando y desinfectando durante el verano, “no hemos dado un lote que para qué” -dice-, y ahora, antes de que abran el día 1 de septiembre le darán un último repaso.

Y mientras siguen entrando docentes y personal de las llamadas guarderías. Muchos se saludan en la puerta después de llevar meses sin verse y aprovechan para ponerse al día del trabajo y de sus vidas. A partir del día 1 verán cómo van las cosas. Por lo menos, ahora, ya saben que no están contagiados: les acaban de dar los resultados.