Las quemaduras que se producen en la infancia pueden tener secuelas para toda la vida, según ha destacado la cirujana pediátrica del hospital Quirónsalud Córdoba, Victoria Jiménez, que ha indicado que la mayoría se produce en el entorno doméstico, por lo que “es muy importante promover campañas de prevención de accidentes”.

Victoria Jiménez ha explicado que las quemaduras en la infancia pueden producir secuelas no sólo físicas, sino también psíquicas. Los más afectados - alrededor del 53% - son niños entre un año y medio y tres años de edad, y la mayor parte de las quemaduras se producen por líquidos calientes (aceite, agua), seguidos por fuego y en menos porcentaje por otros agentes causales como las quemaduras eléctricas. Hay que tener especial cuidado con planchas, radiadores, hornos y vitrocerámicas.

La especialista ha indicado que en el niño con quemaduras hay que tener en cuenta el crecimiento y la mayor velocidad de cicatrización. Las secuelas pueden ser importantes pero variarán en función de la zona afectada, del porcentaje de superficie corporal dañado y de la profundidad que alcancen.

Las quemaduras de primer grado afectan sólo a la capa externa de la piel. Causan dolor, enrojecimiento e hinchazón y se identifican como una zona eritematosa y dolorosa a la palpación. Las de segundo grado afectan a ambas capas, externa y subyacente de la piel, causan dolor, enrojecimiento, hinchazón y ampollas. Las de tercer grado son las más profundas, afectando a todas las capas de la piel, el aspecto es blanquecino y dan sensación de piel adormecida al dañarse las terminaciones nerviosas, siendo la cabeza, manos, pies y genitales zonas especialmente sensibles.

Las quemaduras leves pueden manejarse de forma ambulatoria y después de una o varias curas en el hospital pueden continuar su tratamiento en el domicilio, mientras que las más graves precisan ingreso hospitalario, las curas de este tipo de heridas son dolorosas y requieren anestesia.

Mientras más profundas sean las quemaduras más cicatriz pueden dejar, en las quemaduras superficiales la propia piel es capaz de recuperarse por sí sola y casi siempre cicatrizan sin dejar marca. En las más profundas a veces necesitamos curas con apósitos especiales e incluso injertos o uso de sustitutivos dérmicos para lograr la integridad de la piel. Este tipo de quemaduras casi siempre deja cicatriz en forma de cambios de coloración y cambios en la textura y el aspecto de la piel.

Cuando se produce una quemadura los padres o tutores del niño deben intentar calmarlo, valorar en un primer momento la extensión y profundidad, así como su gravedad. Hay que quitar anillos, pulseras, cinturones y prendas que puedan apretar o estorbar. Si la quemadura es pequeña debe ponerse bajo un chorro de agua fría y aplicar una loción de aloe vera o hidratante, y colocar una comprensa o paño estéril para proteger la zona afectada, y elevar la zona dañada para evitar la inflamación.

La cirujana pediátrica ha destacado que las quemaduras grandes no deben ponerse bajo agua fría, pues puede provocarse hipotermia, al estar la piel dañada y entrar en contacto con agua fría por no tener la cobertura cutánea que ofrece la piel sana. No deben tocarse las ampollas si aparecen, ni aplicar vendaje apretado ni dar medicación ni administrar pomadas sin indicación médica. En estos casos, hay que acudir al servicio de urgencias para que el pequeño sea tratado lo antes posible.