«Cualquier usuario podía generar una corriente de opinión» (Del Olmo, 2013). Entendiendo usuario como ser digital, en un mundo en el que todos lo somos. La proliferación de redes sociales ha provocado la necesidad de adaptarse como si tuvéramos que hacerlo a un nuevo idioma.

Se asiste a un deseo insaciable de inmediatez. Lo quiero ya, envíamelo ya, llámame ya. Las relaciones interpersonales cambiaron hace tiempo, y a veces el paradigma comunicativo impresiona. Pero no solo eso, también puede haber un negocio en cada usuario.

Han emergido nuevos actores capaces de crear inmensas comunidades que se identifican con los patrones y labores que éstos desempeñan, otorgándoles su sello de confianza. Son los afamados influencers, o creadores de contenido, quiénes conforman el nuevo sector profesional de marketing en redes sociales. El ingenio de movilizar y repercutir en la vida de miles de individuos a través de una simple pantalla les convierte en auténticos líderes de opinión para muchos de sus seguidores.

Esta novedosa apuesta de negocio cada vez más arraigada ha llegado a cada recoveco del globo conectado. Córdoba no queda al margen de esta era digital donde las plataformas en red suponen una oportunidad para estos jóvenes que reinventan su actividad profesional a través de sus aportaciones con un alto índice de visibilidad social.

Santifoods al fogón

Es el caso de Santiago Mansilla, o como todos le conocen, SantiFoods. El cordobés de 23 años, que aglutina casi 30.000 seguidores en Instagram, donde inició su andadura dos años atrás. Dada su pasión y creatividad en los fogones, se ha convertido en un icono gastronómico. Pero considera «que las redes sociales no se utilizan tan bien como se deberían utilizar porque se desconocen totalmente». «Es un medio de trabajo», añade.

Bajo su lema si cocino yo, cocinas tú, SantiFoods pretende fomentar que la ciudadanía dé sus primeros pasos con el delantal con recetas fáciles y económicas, como hizo el desde los 7 años. La proximidad con el público es el ingrediente básico, pues es «parte del éxito». «Tienes que tratar a los demás como quieres que te traten a ti», alude el millennial.

Barey, moda

Con la misma mirada lo percibe la diseñadora y fundadora de la marca Barey, Mar Reyes, que cuenta con más de 15.000 seguidores. La joven reconoce su delirio por la moda: «siempre me ha encantado la ropa, la moda, los desfiles de todos los diseñadores, es algo que tenía como hobby. Estos últimos años, cuando se empezaron a casar los amigos de mi marido empecé a diseñar mis propios vestIdos, buscaba tela y modista. Yo los publicaba en mi perfil personal de Instagram y tenían mucha repercusión. A raíz de ello, decidí montar la marca y hasta ahora».

Reyes se autodefine como microinfluencer, pues su perfil combina su día a día: rutina familiar y trabajo. «Yo no me denomino influencer, me da un poco de vergüenza la palabra. Es verdad que ahora los microinfluencers hacen mucho más efecto porque tienen más credibilidad al ser personas más naturales».

La sátira de Rafalcor

Esta visión de naturalidad la comparte Rafalcor, el instagrammer que aúna una legión de más de 60.000 seguidores con una edad comprendida «entre muchos y pocos años», según él. Este profesional de la industria audiovisual recopila multitud de memes o pegos en el argot cordobés, con los que procura «darle vidilla a Córdoba porque siempre hemos estado acomplejados. Nunca hemos sabido de nosotros mismos, ni hemos tenido autoconciencia». Asegura que su misión es «que sepamos y nos enorgullezcamos de nuestra forma de hablar, nuestro seseo, nuestras costumbres gastronómicas, a salir a la calle, a reunirnos con los amigos en la corre (Corredera) y a tener el mejor patrimonio de España. Tener orgullo no es solo alabar lo que tenemos, sino reírnos de ello».

Con tan solo algo de charleta y una buena libreta, Rafalcor arrasa con una buena dosis de «buen rollo» entre su público. «La gran mayoría de mis publicaciones tienen sátira, comedia, a veces crítica y humor. Hay mucha gente que no entiende la sátira y el sarcasmo, no entienden que detrás de esa sátira hay ficción». Pero desde hace unos años atrás, la gente va «asimilando el tipo de humor», añade.

La humanidad de Cisco

Si hay un testimonio humano, es el del deportista e influencer Cisco García, quién impregna de optimismo y fuerza a los 250.000 seguidores que están tras la pantalla. Tras su accidente en las pistas de esquí de Austria, su vida dio un giro de 360º. Jamás ha perdido la ilusión y la posibilidad de reinventarse, siendo las redes sociales su escenario favorito para ofrecer una inyección de ánimo, motivación, aliento cuyo principal fin no es otro que normalizar su situación e inspirar a otros. «Yo me abrí Instagram en 2016, cuando no llegaba ni al año en silla de ruedas y me di cuenta que la gente en la calle te trataba raro, como que la sociedad no estaba preparada para ver a alguien en silla, lo trataban como con pena», declara el tenista de tierra batida. Pensó en «enseñar mi vida en silla, una vida normal y corriente que es igual de alegre o igual de enfadado que puede estar otra persona en algunos momentos», añade este joven que aspira a competir en próximos los Juegos de Tokio.