El jefe de Epidemiología de la Delegación de Salud y Familias de la Junta de Andalucía en Córdoba, el doctor Antonio Varo Baena, también escritor y presidente del Ateneo de Córdoba, acaba de publicar Palmas y aplausos, reflexiones elaboradas en los días de la pandemia, en esos momentos de unión y reconocimiento a quienes aportaban su esfuerzo en hacer frente al coronavirus. Antonio Varo, que es además experto universitario en virus emergentes y profesor asociado de Epidemiología de la Facultad de Medicina de Córdoba, analiza para este diario las claves actuales de una pandemia, de la que queda mucho por conocer.

-Durante parte de la pandemia escribió ‘Palmas y aplausos’. ¿Con qué reflexión se quedaría de todas las que hace en su publicación y qué aspecto habría que volver a considerar si tenemos en cuenta que en España, hasta el viernes, había 158 brotes activos?

-Creo que precisamente con la reflexión que abre el libro y que resume muchas situaciones: «La epidemia es el paradigma del dilema entre protección y libertad». Por ello, es posible que en la situación actual, las medidas para proteger la salud vuelvan a imperar.

-¿A qué cree que se debe que en Andalucía la incidencia del coronavirus fuera durante el estado de alarma algo inferior que en otras comunidades más pobladas y que haya habido menos ingresados y fallecidos?

-No es muy científico sacar conclusiones apresuradas sobre los factores que han influido en el desarrollo de la epidemia porque habría que hacer estudios específicos. Lo que sí parece probable es que influyen factores y situaciones como densidad de población, relaciones sociales o sistema sanitario. En este sentido, en la contención de la epidemia creo que muchas cosas se han hecho bien.

-¿Cuáles fueron los días peores de la pandemia, las últimas semanas de marzo y primeras de abril?

-A mediados de marzo comienza el ascenso de la onda epidémica y el pico epidémico se alcanzó entre finales de marzo (en Córdoba fue el 27 de marzo) y primeros de abril. Sin duda, fueron las fechas en las que se tensionó más el sistema.

-¿Cómo cree que está siendo el comportamiento preventivo de los cordobeses? ¿Aceptable o se puede mejorar?

-Todo se puede mejorar en la vida. Lo perfecto, como decía Ortega, es enemigo de lo bueno. Pero, en una apreciación personal, pienso que el comportamiento ha sido adecuado a la situación vivida y hay un consenso amplio social en la asunción del problema. Aunque es evidente que se pueden perfilar determinadas actitudes -como por ejemplo en los jóvenes-, pero la concienciación creo que ha sido generalizada.

Es fundamental contener los brotes para que no suba el número de casos comunitarios

-¿Esa situación de menor incidencia está cambiando, teniendo en cuenta la existencia solo en esta semana de dos brotes en Córdoba, aunque los afectados no hayan requerido hospitalización?

-Sin duda, la situación puede cambiar. Por eso, hay que seguir pensando en guardar las medidas preventivas, que son básicamente distancia social -la más importante-, mascarillas e higiene. Y el hecho de que baje la hospitalización es consecuencia de la disminución de la edad media de los nuevos contagios.

-¿Teme que el Gobierno central tenga que volver a decretar el estado de alarma si continúan creciendo el número de brotes en España?

-Si siguen aumentando los casos es factible.

-Se habla mucho ahora de brotes, ¿pero esos brotes no existían también durante el estado de alarma, pues ha habido familias en las que ha habido varios casos y entornos en los que también? ¿Por qué entonces ahora se les da más difusión, para que la población no se olvide de que el coronavirus sigue aquí?

-Se debe a que estamos en otra fase diferente en la evolución epidémica, desde una transmisión básicamente comunitaria a otra focalizada y por brotes, porque el número de casos es pequeño en comparación con la situación de onda epidémica. Lo que no excluye que pueda haber otra onda, pero lo fundamental es precisamente contener esos brotes para que no suba el número de casos comunitarios.

-En toda su trayectoria, ¿había vivido una situación como la actual?

-En el libro Palmas y aplausos lo escribo: «He vivido y trabajado en otras epidemias: sida, meningitis, vacas locas, ébola, gripe A. Esta es la epidemia».

-¿Cómo están trabajando conjuntamente atención primaria y especializada frente al coronavirus? ¿Estima que Córdoba está siendo ejemplo para los sistemas sanitarios de otras provincias o comunidades?

-Es difícil y quizás tampoco sea oportuno hacer comparaciones. Lo que sí es obvio es que el trabajo conjunto entre los dos niveles de asistencia en coordinación y, con los recursos de salud pública y vigilancia epidemiológica en pleno funcionamiento, es lo más importante para contener la epidemia.

No es cierto que el virus haya perdido fuerza de contagio. De hecho, parece ser que ha mutado

-Hasta hace unas semanas se comentaba en algunos foros que el coronavirus está perdiendo fuerza de contagio y que, por ello, la mayoría de los nuevos casos que se diagnostican son asintomáticos, y también se ha difundido por otros frentes que el virus ha mutado y que podría ser más agresivo. ¿Qué versión es la correcta?

-No es cierto que el virus haya perdido fuerza de contagio. De pronto a alguien se le ocurre decir que el virus pierde virulencia y todo el mundo lo repite, aunque no haya datos que lo corroboren. De hecho, parece ser que ha mutado, como ocurre con facilidad en los virus ARN como este, para agravar su patogenicidad, es decir, lo contrario. Y los casos asintomáticos que se registran son la mayoría de infecciones pasadas y resueltas, no actuales, porque también está aumentando el número de personas y la accesibilidad para conocer su situación inmunitaria respecto al covid-19. Además, al disminuir la edad media de los afectados, los casos son menos graves.

-¿La capacidad diagnóstica de esta pandemia ha sido más rápida que en otras?

-Por supuesto. La medicina y la ciencia evolucionan y la experiencia de la pandemia de la gripe A, en concreto en el año 2009, también ha servido mucho como experiencia.

-¿Con la actual pandemia se ha puesto en valor a los epidemiólogos, cuya labor, más en la sombra, no era reconocida? ¿Cree que debería pesar más a partir de ahora esta especialidad en los estudios de Medicina y en los sistemas sanitarios públicos?

-Siempre digo a este respecto lo que recoge el refrán, que todo el mundo se acuerda de Santa Bárbara cuando truena. La labor de la epidemiología y, sobre todo, de la vigilancia epidemiológica es exactamente eso, estar vigilantes, analizar información y actuar en consecuencia. Lo que se hace ahora y se está haciendo, haya o no epidemia, y siempre es importante. Por otro lado, se ha puesto el foco en los epidemiólogos y, a veces, se les pide lo que no pueden ser, pitonisas. Y algo que no se puede olvidar, las decisiones las toman las instancias administrativas y políticas. Sin duda, asesoradas por los epidemiólogos.

-Las autoridades sanitarias no paran de decir que el virus ha venido para quedarse. ¿Entonces no se va a ir nunca?

-Lo de nunca es pretencioso saberlo. Lo más probable es precisamente que se quede. Eliminar o erradicar un virus no es fácil, y menos cuando la transmisión es básicamente respiratoria, por contacto directo, no se dispone además de tratamientos efectivos y no hay vacunas todavía de alta efectividad. Y hasta ahora la única enfermedad que se ha erradicado en la historia de la humanidad es la viruela, hace más de cuarenta años.

En espacios cerrados la probabilidad de contagio es 19 veces superior

-Con medidas higiénicas y preventivas, como mascarillas, higiene de manos y distancia de seguridad, ¿cuánta posibilidad de contagio se está evitando?

-Mucha, aunque cuantificarlo es complejo porque depende de muchas circunstancias. En concreto, del número de interrelaciones que se producen y dónde se producen. No son lo mismo los espacios abiertos que los cerrados, ya que en los espacios cerrados la probabilidad es 19 veces superior de contagio en presencia de un infectado sintomático. En cualquier caso, la actitud favorable a las medidas preventivas es también la que evita los contagios.

-¿La inmunidad frente al covid-19 desaparece cuando transcurre un tiempo? ¿Qué se puede hacer, solo esperar la vacuna y continuar con las medidas de prevención?

-La inmunidad no desaparece. Lo que objetivan distintos estudios es que el nivel de anticuerpos disminuye. Lo que no quiere decir que no haya inmunidad, pues existe lo que se llama recuerdo inmunitario. Puede haber inmunidad celular, aunque la inmunidad humoral sea indetectable. De hecho, no parece probable que haya reinfecciones o son excepcionales.

-Con este panorama, ¿se podrá volver en septiembre a la actividad docente?

-Depende de cómo evolucione la epidemia. No podemos olvidar que tanto los jóvenes como los niños también contagian, aunque en ellos en principio la enfermedad sea más leve. Y, sin duda, lo principal son las medidas preventivas.

-¿Cómo va a ser en unos meses la convivencia de coronavirus, gripe, neumonía y otras enfermedades respiratorias propias del invierno?

-Será complicada. Habrá que hacer un esfuerzo diagnóstico y de vigilancia epidemiológica como posiblemente nunca antes se haya hecho y, por supuesto, también preventivo y vacunar contra la gripe y la neumonía en el momento adecuado.

-¿Hasta el momento, con qué otra enfermedad prevalente se puede comparar la letalidad del coronavirus?

-La letalidad del coronavirus es de 10 a 20 veces superior a la de la gripe, que sería la infección comparable.

-Cambiando a otras de sus áreas de competencia. Cada año hace más calor en Córdoba, lo que se aprecia sobre todo en verano. El pasado fin de semana ingresó en la UCI del hospital Reina Sofía una persona por golpe de calor. ¿Cree que aún queda mucho por insistirle a la población sobre los riesgos principales de las altas temperaturas o se está notando que el mensaje ya ha calado y las patologías graves por calor son menos frecuentes, teniendo en cuenta que ha habido hasta años con siete fallecidos por golpe de calor en Córdoba y que ya no se dan esas cifras?

-La concienciación de la población y la adopción de medidas preventivas son los pilares para evitar los efectos del calor en la salud. Y esas medidas son no exponerse en las horas de más calor, hidratarse correctamente, reducir el ejercicio, buscar zonas de sombra, ropa ligera, aire acondicionado, entre otras.

Ha habido un desgarramiento en lo personal con la pérdida de seres muy queridos

-¿Habría que insistirle aún más a la población que evite además exponerse al sol en las horas centrales del día, teniendo en cuenta que deberá por obligación tener puesta la mascarilla?

-Exacto, sería un buen consejo preventivo.

-¿Ha sentido algún dolor especial y personal por todo lo que se está viviendo durante el estado de alarma (no haber podido despedir a un ser querido, no estar con la familia…)?

-Sin duda, ha habido un desgarramiento en lo personal con la pérdida de seres muy queridos sobre todo y, además, sin la posibilidad de poder despedirlos. Mis hijos además viven fuera de Córdoba y no he podido verlos hasta hace muy poco. Por otro lado, está el dolor de todo lo que la población está sufriendo.

-¿La cultura que tanto ama (incluso confinada) ha sido y debe ser siempre un servicio esencial para afrontar crisis tan importantes como la actual?

-La cultura es lo que define al ser humano y a nuestra sociedad. En épocas como la actual, la cultura no solo es un servicio esencial, sino una forma de subsistir.

-¿Para cuándo volverá la actividad del Ateneo Córdoba, institución de la que es presidente?

-Tenemos previsto que vuelvan algunas actividades presenciales para septiembre, con aforo limitado, aunque todo depende de cómo evolucione la epidemia. En cualquier caso, estamos impulsando otras actividades, como la edición de algunos libros y las convocatorias de premios literarios que se están ya realizando.