Ni hamburguesas Uranga, ni luces de colores, ni patatas asadas o manzanas con caramelo. Este año, Córdoba no tuvo última noche de Feria en el último sábado de mayo aunque El Arenal recibió a centenares de cordobeses dispuestos a celebrar una fiesta alternativa a la de Nuestra Señora de la Salud, aprovechando la fase 2 de la desescalada. Intentando guardar las distancias y no superar el tope de 15 personas por grupo fijado por el Gobierno, el recinto vivió una singular Feria sin feria que permitió a los asistentes huir del calor, disfrutar de la familia y hasta marcarse unas sevillanas. Como es habitual en estos encuentros, un clásico de los fines de semana cuando llega el calor, muchos optaron por organizar una barbacoa nocturna para matar el hambre. «Después de tanto tiempo confinados, da gusto poder estar aquí otra vez», aseguró Carmen, acompañada por sus hijas, «esta noche, haremos unos filetes y unos choricitos, el resto lo traemos preparado en tuppers». Según avanzó la noche, empezaron a desfilar tortillas de patatas, snacks de todos los colores, embutidos y otros manjares mientras los más perezosos encargaban menús take away, desde pizzas hasta comida china.

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En la calle del Infierno, convertida en merendero y pista de voleibol, ni rastro de trajes de flamenca, tómbolas y cacharritos. «Y pensar que hoy estaríamos aquí de feria... es que todo es muy raro, cuesta creerlo», sentenció Manolo entre cerveza y cerveza, sentado justo donde debería haber estado la noria. Al otro lado, en la calle de las casetas institucionales, un grupo numeroso de jóvenes hacían botellón metidos, no ya en el Balcón del Guadalquivir, sino en el espacio ocupado por el Rincón Cubano, despojado ahora de su banda sonora latina. Entre ambas calles, grupos dispersos de familias buscando el mejor hueco donde plantar el coche y desplegar sillas y mesas. «Dicen que van a pavimentar la Feria y a mí me parece bien, eso no va a influir en nada a la hora de hacer peroles o barbacoas, no hay más que ver dónde se coloca la gente». En efecto, las zonas más demandadas por el público son las que actualmente están asfaltadas. «Si hubiera césped o un terrizo bueno, vale, pero tal y como está ahora, es preferible que lo pavimenten», declararon Fernando y su grupo de amigos mientras combatían pequeñas nubes de diminutos y molestos mosquitos.

Y si El Arenal estaba lleno, el parque verde del entorno del avión cultural, zona de entrada a la Feria, no se quedó atrás. «La gente ha venido muy temprano porque se ha echado el calor pronto y había ganas, cuando hemos llegado estaba casi todo lleno», confesaba una familia rezagada, «ya hemos estado mucho tiempo en casa encerrados y como aquí no hay playa ni se puede salir de Córdoba, no nos queda otra que refrescarnos en los parques».

Sin Feria, la temporada de barbacoas en el Arenal se inauguró ayer. Ahora solo queda disfrutarla con prudencia.