Color, tratamiento y corte, y todo ello lo más rápido posible. Este es el trabajo que se pone como prioritario en las peluquerías, que han abierto hoy sus puertas "con todas las garantías", dentro del plan de desescalada del confinamiento previsto por el Gobierno. Pero no todos los salones de belleza han podido volver a tener contacto con sus clientes, ya que un 50% de ellos no han conseguido hacerlo debido a la falta del material higiénico necesario, que esperan recibir en los próximos días.

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Gregorio Porras, presidente de la Unión de Empresas de Profesionales de Peluquería y Estética de Córdoba (Uepeco), asegura que hoy es "un día de prueba, de entrenamiento, y esperamos que a lo largo de la semana vayamos adaptándonos", confirmando que “hay una gran demanda, aunque no tenemos la capacidad para atenderla". En este sentido, el peluquero considera que se está “frivolizando” un poco sobre el colapso en las listas de espera en estos establecimiento, ya que "de nada me sirve tener cien citas cogidas en la agenda si solo puedo atender a cinco o seis personas al día".

Hoy se han dado citas muy espaciadas, en muchos casos con la mitad del equipo habitual, algo que también está sirviendo de rodaje y para calcular los tiempos e ir implementando las medidas de seguridad e higiene necesarias. “No tenemos determinados hábitos” como el de la desinfección constante o el hecho de guardar en bolsas las pertenencias personales de los clientes, continúa Porras.

Peluquería de caballeros en la calle Caravaca de la Cruz. / FRANCISCO GONZÁLEZ

Aún así, los peluqueros y peluqueras cordobeses han recibido con alegría y un poco de “nerviosismo” su vuelta al trabajo. Es el caso de Inmaculada Moya, que regenta El Salón de Noa en el barrio de Levante. Desde el 14 de marzo no tenía contacto con sus clientes, que han esperado pacientemente apara que sus cabellos vuelvan a estar como antes. Mascarillas, pantallas y delantales desechables para los profesionales y mascarillas y guantes para los clientes forman parte del paisaje ahora en estos establecimientos, lo que dificulta “un poco” la tarea, dice Moya con resignación, ya que también "hay que hacer dos limpiezas a fondo al día”.

“Tenemos un poco de miedo al contagio, ya que esta peluquería acude mucha gente de riesgo y nosotras tenemos que volver a nuestras casas, pero no nos queda más remedio que abrir porque hay que salvar nuestra economía”, continúa Moya, que teme que tras unas semanas se pare el trabajo, puesto que “también hay mucha gente que ha perdido sus trabajos o están sufriendo un ERTE”.

Por su parte Alberto Alcaráz, que tiene su peluquería de caballeros en la calle Caravaca de la Cruz, también se siente satisfecho de volver a encontrarse con sus clientes, a los que ha visto "con algún destrozo" capilar y “mucho pelo”. “Estamos un poco desbordados”, dice ante la demanda, ya que el hecho de espaciar las citas y de que solo haya un cliente por trabajador con las distancias impuestas hacen que hasta la próxima semana Alcaráz no tenga ni un hueco en su agenda. En la puerta, pacientemente espera el siguiente cliente y algunos para pedir cita. “Ya no podía más con este pelo, me hacia falta”, dice un joven frente al espejo que acaba de ser pelado por un compañero de Alcaráz.

También en en El salón de Noa las clientas se sienten satisfechas ante su cabeza bien peinada. “Tenía muchas canas y yo sola no podía teñirme”, comenta una clienta a la que le gusta “verse guapa” y estos días “no me atrevía a mirarme al espejo”.

En lo que sí coinciden estos profesionales es en que la clientela está haciendo gala de una gran responsabilidad, todos van con guantes y mascarillas y está muy concienciada, agradeciendo las medidas de seguridad implantadas.