--¿Qué es lo más positivo de la situación que estamos viviendo con el coronavirus?

--El que nos hayamos dado cuenta de que no somos invencibles y que tenemos que estar siempre alerta y preparados. Esta pandemia ha mostrado lo mejor y los peor del ser humano. Me quedo con lo positivo y es que una gran mayoría de los hombres y mujeres han demostrado tener valores y principios como el de la solidaridad y el sacrificio, que sin ellos sería imposible salir de situaciones como esta. Tal vez los libros y sus enseñanzas hayan tenido algo de culpa: muchos protagonistas de las novelas que editamos llevan estos códigos de comportamiento en su ADN.

--¿Qué enseñanza tenemos que extraer de lo que estamos pasando?

--Que nos necesitamos y que nadie es autosuficiente. Hombres y mujeres de todo el mundo ponen a disposición de la sociedad sus habilidades, conocimientos, servicios y productos. También hemos comprobado la utilidad de nuestra editorial aportando a lectores y medios de comunicación el conocimiento y la experiencia de nuestros autores sobre esta nueva situación. Gracias a sus aportaciones científicas y a su carácter divulgativo están acercando a muchas personas a una realidad que desconocían, como la microbiología y los virus.

--¿Qué cuatro acciones concretas adoptará una vez que finalice el estado de alarma?

Volver reunirme con mis compañeros los lunes, visitar la librería Luque; presentar en Córdoba la nueva novela de Joaquín Pérez Azaústre, Atocha 55, y comer en la Venta Matías, en la carretera de Palma del Río, con el equipo de Almuzara. Es nuestro Ateneo

--¿Cómo debe contribuir la iniciativa pública y la iniciativa privada para remontar la situación?

--Ambas son necesarias. Deben ir de la mano y complementarse. Allá donde no pueda llegar la iniciativa privada debe estar detrás y como salvaguardia de los derechos la empresa pública dando un servicio de calidad a la población.