Este sábado será el día de las superabuelas y el domingo el día de las madres. Será un día raro, en el que apenas se regalarán flores porque la mayoría de las floristerías están cerradas y las que han hecho el esfuerzo de abrir, tienen muy poco material y ya está todo reservado con antelación. Habrá que buscar otras formas con las que sorprenderlas. En una ciudad como Córdoba, en la que se calcula que más de 10.000 mujeres mayores de 65 años viven solas, muchas de ellas se preparan ya para vivir mañana un gran día, el del primer paseo tras el confinamiento por coronavirus.

Coronavirus en Córdoba | Últimas noticias en directo

Chelo Sánchez, viuda desde hace tres años, ha celebrado ya su 74 años confinada («mi hijo Alberto me envió una canción desde París muy emocionante», confiesa) y está deseando redescubrir el mundo exterior. «Estoy delicada del corazón y me he resguardado mucho, pero ya tengo ganas de darme un paseíto», asegura sonriente, «cuando anunciaron que había que quedarse en casa me sentó fatal y estuve una temporada asustada y mal, sin ganas de levantarme siquiera, pero luego me dije que había que tirar para adelante y aquí estoy». Tiene muchas ganas de «quedar con las amigas para desayunar y charlar, pero lo que más echo de menos es ver a mi nieta Lucía y abrazarla». El primer paso para el reencuentro empieza este fin de semana. «Yo ya me he pintado y arreglado el pelo, estoy dispuesta».

Lola Jiménez también está un pelín fastidiada desde que empezó el confinamiento. «Estoy con mareos y vértigos, a base de pastillas», explica. Aunque confiesa que ella no tiene mucha actividad social y no es asidua a los centros de mayores o a quedar con amigas, sí que realiza actividades que la mantienen activa como andar a diario o acudir a la piscina de Vistalegre a las que ha tenido que renunciar por el aislamiento. «Los días se pasan muy despacio ahora, en compañía solo de mis pájaros», bromea. Desde que murió su marido, hace ya 27 años, la tradición familiar consiste en reunir a todos sus hijos y nietos en su cada cada viernes, algo que se ha truncado por el confinamiento. «Me llaman todos por teléfono, pero yo no tengo móvil con cámara y no los veo, y además tengo ganas de abrazarlos, así que no veo el momento de reunir a todos mis hijos y nietos en casa o al menos que pasen por delante de la puerta para verlos de lejos», explica, «el otro día vino mi hijo y desde dos metros me puso en el móvil a su hija pequeña para que la viera».

Dolores Mohedano ha superado recientemente un cáncer y, viuda desde hace 12 años, vive sola el encierro. Vecina del Figueroa, lleva esta prueba «por días, unos mejor y otros con mucha ansiedad». Delicada de salud, le da miedo volver a salir. «Me paso el día arreglando la casa, haciendo labores, con la tele y los aplausos, pero no sé si me atreveré a salir pronto», asegura. Para empezar, el primer trayecto será el camino a su peluquería. «Es urgente que me arregle el pelo», sentencia divertida, aunque lo que más le gustaría es ver a dos de sus nietos, a los que ve a diario. «Los he estado cuidando hasta el día de antes del confinamiento, se vienen a comer a casa, son muy cariñosos y pasan muchas horas conmigo porque su madre trabaja, siento que me falta algo», explica sincera, «menos mal que los veo por el móvil y el otro día pasaron por aquí para saludarme».

Margarita Alcaide también ve por videoconferencia a su nieta de 7 años, «que está guapísima», pero echa de menos sus besos y sus abrazos. «Mi rutina ha cambiado ahora, solo voy al contenedor a echar la basura, igual el día que salga llegó ahí y me vuelvo», confiesa bromista, «tengo ganas de salir, de sentarme en una terraza con mi cigarrito, mi libro y mis cuadernos para escribir», asegura, «y también me apetece volver a mi gimnasio a hacer pilates y a los talleres de óleo y acuarela». Hiperactiva, dice que confía en recuperar su vida cuanto antes porque tiene muchas cosas que hacer. «Al menos, he tenido suerte porque volví de Ibiza con el Imserso unos días antes del confinamiento, así que las vacaciones las he hecho por adelantado». Este primer sábado de libertad saldrá a pasear. «No me da miedo al contagio porque veo que la gente está cumpliendo las normas y todo está más limpio que nunca».

Rafael Castejón, vicepresidente de la asociación Lola Castilla también está en contacto con muchas abuelas de Córdoba estos días a través del teléfono y asegura que aunque algunas mujeres que viven solas se sienten más aisladas estos días, otras tienen ahora más contacto que nunca con su familia aunque sea por teléfono porque sus hijos o sus nietos tienen más tiempo para dedicarles y están más pendientes de ellas. "En la asociación, tenemos una tertulia semanal que ahora hacemos a través del chat telefónico", señala, "algunas han cogido miedo a la calle e incluso hay alguna que se ha ofrecido a regalar su kilómetro a otra persona, lástima que eso no sea posible".