-¿Qué es lo más positivo que extrae de la situación que estamos viviendo con el coronavirus?

-El despertar de la sociedad civil que ha generado la reflexión individual ante los acontecimientos, la regeneración medio ambiental, el freno al consumismo sin control, la autoreflexión del individuo como animal social, la creatividad, el reencuentro con la familia, la solidaridad, la afloración del quién es quién y del qué es qué y, sobre todo, el despertar a la consciencia de lo frágil de la persona en este mundo globalizado.

-¿Qué enseñanza tenemos que extraer de lo que estamos pasando?

-Fortalecer la ética, atenuar el ego y la soberbia. Esto nos llevará a propiciar alianzas y nuevas fórmulas para que las personas y las empresas trabajen bajo un fin común. También se debería reflexionar sobre la estructura de lo público. En muchos casos, está sobredimensionada sin necesidad, lo que nos lleva a los que creamos empleo a contribuir no en un Estado del bienestar, sino al bienestar del Estado.

-¿Qué cuatro acciones concretas adoptará una vez que finalice el estado de alarma?

Primero, adaptarnos. En el nuevo escenario, hay que impulsar el Plan Estratégico del Palacio de Congresos para la etapa posterior a esta crisis, que evidentemente afecta al sector turístico y, especialmente, al segmento de eventos y congresos. Segundo, argumentar y pedir apoyos institucionales y sociales para reforzar el Palacio de Congresos como proyecto de ciudad. Tercero, presentar el Palacio también como un foro neutral de pensamiento, cultura y de encuentro para el conocimiento y dinamización social. Y por último, la digitalización e internacionalización del Palacio. Córdoba, como marca, nos posiciona en el mundo, pero hay que comenzar ya esta estrategia.

-¿Cómo debe contribuir la iniciativa pública y la iniciativa privada para remontar la situación?

-Juntas. No deberían existir dos iniciativas separadas, aunque hemos venido escuchando discursos de esta colaboración público-privada que casi nadie cree, salvo excepciones. Habría que diferenciar entre un soporte jurídico para estas colaboraciones y la realidad de un acuerdo que funcione.