Juana López tiene 76 años y vive sola en el barrio del Santuario. Para ella, «el miedo y la impotencia por no saber cuándo acabará esto es lo peor». «Es triste porque ves la tele y todo lo que está pasando y te da mucha pena por todos los que mueren, porque ya tienes mucha edad y piensas ‘que no me toque’», señala, sin poder evitar repetir una y otra vez la palabra «miedo» que, incluso, le ha llegado a provocar crisis de ansiedad. «He tenido crisis de ansiedad grandes dos veces después de escuchar las noticias, momento en el que he sentido una presión muy grande y me he agobiado mucho», relata. A esto se une que «tampoco quiero ir al médico porque no se debe ir» durante el estado de alarma.

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Juana lleva diez años viviendo sin compañía pero ahora se siente más sola que nunca. Aunque tiene tres hijos, dos en Córdoba y uno fuera, «ahora, con el estado de alarma, apenas puedo contactar con ellos, solo por teléfono», lamenta. No obstante, destaca la «buena comunicación que hay con el barrio», del que asegura que está recibiendo «mucha ayuda, se están portando estupendamente y nos traen las cosas a la puerta, los productos de droguería, la fruta, el resto de comestibles, todo; yo los encargo, les dejo el dinero colgado en la puerta y así vamos tirando», señala. Desde que se decretó el estado de alarma, no sale «para nada» mientras que «antes salía todos los días» e «iba a natación, porque tengo problemas de columna», y a «hacer mis compras y, por lo menos, me valía sola».