Más de 200 personas, la mayoría de ellos docentes, han logrado fabricar con impresoras 3D más de 3.000 viseras o protectores faciales desde sus domicilios en apenas diez días desde la idea de que “nuestra pasión por la tecnología aporte nuestro granito de arena a esta lucha” contra el coronavirus.

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Esta es la concepción con la que resume el espíritu que anima a los 227 productores uno de ellos, José Luis Gutiérrez Madrid, profesor de Tecnología del IES Ángel de Saavedra de Córdoba, que desde que se decretó el estado de alarma solo ha salido de su domicilio para recoger la impresora 3D de su centro docente e instalarla en su casa para producir “las 24 horas del día”.

Porque en el IES Ángel de Saavedra, esa pasión por la tecnología se alineó con el movimiento solidario que lidera la Asociación del Profesorado de Tecnología de Andalucía (APTA) en la provincia de Córdoba, al que se ha unido algún alumno de Formación Profesional y alguna otra persona que dispone de una impresora de este tipo.

La impresora 3D que tiene ahora en su casa llegó a su instituto, refiere en una conversación telefónica con Efe José Luis Gutiérrez, unos días antes. Era el premio que sus alumnas de segundo de Bachillerato habían logrado en un concurso de la Universidad de Granada en el que tuvieron que presentar un anteproyecto de automatización de un proceso de energías limpias.

Con el permiso de la dirección para sacarla del centro, hizo la única salida de su domicilio desde que se decretó el confinamiento, que padece especialmente presionado debido a que su esposa es médica en el Hospital Universitario Reina Sofía y vive en la primera línea la batalla contra el coronavirus, recogió la máquina y comenzó el proceso de fabricación de las viseras.

Unas veces con su propio dinero, comprando “el plástico”, denominación coloquial del filamento PLA para impresión 3D para combatir el covid-19, a través de Amazon, y después con los que les facilita la logística que se ha creado en el Instituto Maimónides de Investigación Biomédica de Córdoba (Imibic), un centro de Investigación sanitaria de referencia de la Junta de Andalucía y la Universidad de Córdoba.

El Imibic se ha encargado de la organización a petición del Hospital Reina Sofía, apuntan a Efe fuentes de este instituto, que destacan que, aunque estas viseras no forman parte de un equipo de protección individual (EPI) homologado, sirven de complemento y barrera en la actual situación de carencia de material.

Según el ‘maker’, denominación inglesa de productor que se han asignado los integrantes de los dos grupos de mensajería instantánea con los que se coordinan, uno en Telegram, cuyo “gran trabajo y las horas que están dedicando los administradores”, destaca, y otro en Whatsapp, se pueden llegar a fabricar entre cinco y 15 protectores faciales por día, dependiendo también del número de impresoras que cada uno tenga, entre una y tres, según el caso, y teniendo en cuenta que la mayoría no están preparadas para el uso que se le está dando, prácticamente industrial.