Decenas de niños alojados en la provincia de Córdoba en centros de protección, entre ellos menores extranjeros no acompañados y menores nacionales cuya tutela ha sido retirada a sus padres por parte de la Administración tras detectarse malos tratos, negligencia en el cuidado, abusos u otros comportamientos de riesgo para ellos, viven estos días de confinamiento por el coronavirus un periodo de especial complejidad. No son un colectivo de especial riesgo de contagio por coronavirus, pero están obligados a permanecer confinados y privados de sus visitas en aplicación de las normas de seguridad impuestas por el estado de alarma. A cambio, la Consejería de Igualdad y Políticas Sociales establece que «tienen derecho a todas las llamadas telefónicas que se valoren y otros medios tales como videoconferencias, o cualquier otro en este sentido».

Según trabajadores de los centros, «lo están pasando muy mal porque aunque se intenta que tengan su rutina y hagan las tareas, no hay medios tecnológicos para todos y muchos de ellos carecen de hábitos de estudio, por lo que la educación online se les hace cuesta arriba». Tampoco hay refuerzo educativo, indican, ni está autorizada la presencia de voluntarios. Mientras en las familias confinadas, los abrazos y los besos no están prohibidos dentro de casa, ellos los tienen vetados. «Los trabajadores debemos mantener la distancia de seguridad, pero es muy complicado porque muchos son menores con déficit de cariño que demandan besos y abrazos», explican. El aislamiento no solo acentúa la rebeldía de algunos, «también hay crisis de ansiedad, lloran desesperados y se quieren ir a la calle o tener visitas porque no ven el peligro y no entienden por qué tienen que estar encerrados».

CCOO y UGT han denunciado la falta de material de protección individual pese a que el personal entra y sale a diario, y exigen que se les hagan test para saber si están afectados por el virus y que se les dote de mascarillas «para protegerlos a ellos y protegernos a nosotros del contagio», señalan. De momento, no hay niños ni trabajadores con síntomas, «al ritmo que vamos, caeremos», señalan las mismas fuentes, que recuerdan que en los centros «también hay niños diabéticos o con tratamientos fuertes que pueden ser vulnerables si caen enfermos».

La Junta de Andalucía, por su parte, ha trasladado a los centros una circular en la que llama a extremar la higiene, recuerda que los menores no son población de especial riesgo y que en este momento, es el Gobierno central el responsable de la distribución del material sanitario.