"Desamparado" y "angustiado" se encuentra en la ciudad italiana de Florencia el joven estudiante cordobés José Zurera, uno de los miles de españoles que estos momentos se encuentran atrapados en distintos países y aeropuertos viviendo su particular odisea debido a la crisis del coronavirus. Jurado llegó a la ciudad italiana lleno de ilusión el pasado 18 de febrero con una beca Erasmus para continuar sus estudios de Derecho, que cursa en la Facultad San Pablo de Madrid, una aventura que jamás imaginó que acabaría en casi una pesadilla y que también está afectando a su familia en Córdoba.

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Ahora reclama al consulado español una fórmula para poder regresar a casa. La solución que le proponen es viajar en coche, algo que este estudiante no ve "viable" porque, entre otras cosas, “debemos evitar el contacto con la gente lo más posible y en un viaje así sería muy difícil”, dice. Otra opción, según le ha informado el consulado, sería “viajar desde Marsella a Amsterdam o a Munich, y desde allí a España, pero ni siquiera tenemos la seguridad de que no se cancelaran los vuelos horas antes”, continúa Zurera, que también teme quedarse atrapado en algún aeropuerto, “además de exponerme más al contagio”.

“Llamo todos los días al consulado, pero las opciones siguen siendo las mismas”, continúa Zurera, que reclama una solución “lo antes posible” porque “esto está siendo muy duro”. “Deberían ofrecernos la forma más fácil, rápida y segura de volver a nuestras casas, fletando uno o dos aviones, porque no nos pueden tener aquí atrapados mucho más tiempo”, subraya el estudiante.

Las clases empezaron el día 1 de marzo, pero al tercer día quedaron pospuestas hasta el 15, aunque poco después, cuando el país fue sometido al confinamiento, la suspensión se prorrogó hasta el 15 de abril. En ese momento, Zurera compró un vuelo para salir del país el 12 de marzo, que fue anulado un día antes, y desde entonces busca la manera de regresar a España, lo que cada día ve “más difícil”.

Me siento atrapado, igual que otros muchos estudiantes o turistas españoles”, dice este joven cordobés, que actualmente vive aislado en una residencia con capacidad para 400 personas en la que solo quedan 20. Igual que actualmente en España, solo puede salir a la calle para ir al supermercado o a la farmacia, lo que, unido a no poder regresar a casa, está haciendo mella en su estado de ánimo, igual que a su familia, que está “muy preocupada por la situación que estoy viviendo”, en “absoluta soledad”, subraya Zurera.