Decidió quedarse, junto a sus dos compañeras de piso, cuando comenzó la crisis del coronavirus que afectó con fuerza al norte de Italia. «No teníamos miedo ni creíamos que fuera para tanto», explicó ayer desde Parma Carlota Ruiz Jiménez, una joven cordobesa de 21 años que cursa 3º de Educación Infantil en la UCO y, desde septiembre, se encuentra de Erasmus en la bonita ciudad italiana de Parma. Pero «el pánico» les sobrevino el sábado por la noche cuando volvían de una excursión al lago de Como en coche y les llegó por el móvil una alerta de que el Gobierno italiano pensaba cerrar las fronteras y aislar Parma y toda la región de Lombardía. «No sabíamos qué hacer, si irnos corriendo hacia Bolonia para coger un avión de vuelta a casa de madrugada, pero no sabíamos si nos iban a dejar y no nos atrevimos», cuenta Carlota, admitiendo que ha sido el único momento en el que han sentido miedo. Volvieron a Parma de noche y ya había agentes por las carreteras tomando posiciones. «Ha sido en cuestión de horas, la noche del sábado fue horrible», reconoce.

Por la mañana contaba que, al final, «no tenemos más remedio que quedarnos», de momento hasta el 3 de abril, que es hasta cuando se ha decretado el bloqueo de la región de Lombardía y de otras provincias. Pero por la noche, encontraron que aún se podían coger trenes hacia Bolonia y decidieron volver a España. Junto a sus dos compañeras de piso, Paola Pozo Sánchez, de Ceuta, y Rosa Pereira Moguer, de Sevilla y una veintena de jóvenes Erasmus que aún permanecen en Parma, esperaban «buscar alguna distracción» para este confinamiento que les ha dejado sin clases en la universidad, sin gimnasio ni cines o discotecas. «Está todo cerrado, no podemos ni hacer excursiones», comentaba Carlota Ruiz, que, sin embargo, se mostraba tranquila respecto al coronavirus.

La joven cordobesa comentó que, hasta ahora, salvo que la universidad estaba cerrada, la gente hacía una vida normal, sin mascarillas, y habían podido hacer excursiones y salir.

Su padre, José Carlos Ruiz, se mostraba ayer tranquilo porque «ella no transmite miedo ni preocupación, nos dijo convencida que estaba bien y decidió quedarse allí». Finalmente, parece que podrá volver.