La economía colaborativa, fruto de plataformas como Glovo, Deliveroo, Rbnb o Uber, hace tiempo que llegó a Córdoba. Y con ella, una serie de modelos de trabajo de nuevo cuño que, amparados en el vacío normativo actual, ofrecen empleos precarios con escasos costes para las empresas y elevados riesgos para el trabajador. Según UGT, el reparto a domicilio que realizan los riders es un claro ejemplo de ello. «Se trata de empleados que recorren entre 60 y 80 kilómetros al día en bicicleta, que ganan unos 4 euros por entrega, no pueden rechazar pedidos ya que el volumen de encargos depende de la valoración y la rapidez con que los realicen, y no tienen ni horario establecido ni vacaciones ni seguro, incumpliendo así la normativa en prevención de riesgos laborales».

El secretario general de Servicios de CCOO de Córdoba, Manuel Casado, afirma que ni siquiera hay datos registrados sobre cuántas personas trabajan en el sector (este periódico ha contactado con Glovo, Deliveroo y Uber Eats para solicitar información sobre su plantilla sin obtener respuesta), aunque se sabe que se cuentan por cientos. Esta semana, CNT hacía pública la decisión de la Inspección de Trabajo de Córdoba de dar de alta de oficio a los 217 riders empleados por Glovo, al considerar que están trabajando como falsos autónomos, pero son muchos más. El perfil de los riders está compuesto mayoritariamente por hombres de entre 20 y 30 años que aportan ellos mismos el smartphone, donde tienen la app de la empresa, y el vehículo, no disfrutan de las condiciones del convenio de hostelería pese a estar incluidos ya en él y sus salarios no se han adaptado al salario mínimo interprofesional. Según Casado, la precariedad es tal que «hay personas, muchos de ellos inmigrantes, que son subcontratados por riders para trabajar por ellos y mejorar así sus indicadores».

DESPEDIDO / Antonio, opositor de 36 años, trabajaba para una plataforma en Córdoba y fue despedido tras ser elegido delegado sindical. Su caso está ahora viéndose en los juzgados. Durante casi un año, fue rider con contrato de 15 horas semanales, por el que cotizan lo mínimo en IRPF y por lo que percibía 393 euros brutos. El móvil lo ponía él, el vehículo lo aportaba la empresa, previo descuento de 58 euros mensuales del sueldo, y el horario lo elegía con escasa antelación también la empresa, «con la que no existen cauces fluidos de comunicación más allá de un supervisor que es un rider más». En su opinión, «urge dignificar las condiciones de trabajo, conseguir que se aplique el salario mínimo interprofesional, que la inspección de trabajo actúe de oficio porque muchos no quieren denunciar y cuestionar un sistema de trabajo basado en un ránking que te obliga a no descansar si quieres ganar un salario». Antonio también llama a los usuarios para que sean conscientes de que, «detrás de cada pedido que les llega a casa, suele haber un empleado en condiciones precarias».