Cristina tiene dos hijos (una niña de cinco años y un pequeño de 20 meses) y ambos, al igual que ella misma, tienen dermatitis atópica en mayor o menor grado, siendo el niño el que presenta una dermatitis atópica severa, por lo que es atendido en la consulta de la doctora Gloria Garnacho, del hospital Reina Sofía. Cada vez que esta familia sale fuera de casa (por vacaciones, a la piscina o a la playa) tiene que llevar consigo todo tipo de cremas, geles y tratamientos farmacológicos que puedan tener indicados, sobre todo el niño, porque es fundamental para sobrellevar los síntomas de la dermatitis atópica seguir una serie de rutinas diarias que posibiliten una buena calidad de vida. Los eczemas, picor y lesiones propios de la dermatitis atópica pueden empeorar si no se lava bien la piel para eliminar la suciedad y cada vez que se va a aplicar crema, con un gel adecuado y agua no muy fría ni muy caliente; si no se usa un fotoprotector adecuado a esta patología cutánea si se va a estar bajo el sol o si no se viste ropa de algodón, explica esta madre. En el caso de esta familia, el niño, a pesar de su corta edad, presentó también muy pronto alergia a la proteína de la vaca, un problema que ya ha podido superar, aunque sigue presentando la dermatitis atópica, porque para esta enfermedad no hay todavía cura. La hija de Cristina solo necesita cremas, pero su hijo antihistamínicos, corticoides, curas húmedas, antibióticos y cremas. Al tener dos hijos con la misma enfermedad, esta familia tiene que hacer doble gasto en productos de higiene personal y en cremas, que no son precisamente baratos, y en los que no se puede escatimar por su bienestar. Tampoco se puede comprar cualquier ropa, sino que debe ser de algodón. A esta madre además, cuando tiene alguna época de mayor estrés, también se le acentúa la dermatitis atópica. Los tres esperan que algún día se avance y esta patología se pueda curar.