Esta semana, concretamente el 18 de febrero, se cumplieron 200 años de la firma por parte del Consejo de Castilla del decreto del obispo Pedro Antonio de Trevilla, que impuso un reglamento con el que pretendía regular las procesiones de Semana Santa, pero cuyo resultado fue el fin de la misma.

El documento estaba compuesto por unos 20 artículos y afectaba a todas las cofradías de la Semana Santa de la diócesis, que de un plumazo quedaban reducidas a una sola, la conocida como procesión oficial del Viernes Santo, donde la participación quedaba limitada a una serie de advocaciones entre las que figuraban la Oración en el Huerto, Jesús Atado a la Columna, Jesús Nazareno, Jesús Crucificado, el Santo Sepulcro y Nuestra Señora de la Soledad.

La drástica medida contemplaba asimismo la prohibición de usar túnicas en las procesiones, cambiándose estas por el traje negro, mientras que de los cortejos se suprimieron elementos tan significativos como los palios, los ropajes, las alhajas que llevaban las imágenes o las figuras bíblicas que por entonces llevaban hermandades cono la Soledad del convento de la Merced o la hermandad de las Angustias, entre otras.

Fue en la capital donde más afectó esta medida, dejando a las cofradías en un letargo de 30 años en los que prácticamente la ciudad perdió las raíces de su Semana Santa.

Demasiado tiempo para una celebración que se nutre del pueblo, así estos 30 años de ausencia de cofradías en las calles hace que hoy en día la ciudad de Córdoba tenga ese vacío con respecto a otras Semanas Santas. No podemos olvidar que a lo largo de esas tres décadas se quedaron en el camino muchas señas de identidad de la Semana Santa cordobesa que hoy prácticamente no existen. Asimismo, fue innumerable el patrimonio artístico que se perdió en estos convulsos momentos, desde bordados, orfebrería o pasos, hasta imágenes titulares que con el paso del tiempo fueron relegadas al olvido.

Es ahora, al cumplirse el bicentenario del controvertido decreto del obispo Trevilla, cuando distintos historiadores, de mano de la Agrupación de Cofradías, estudiarán el próximo mes de mayo este documento trascendental para la historia de la Semana Santa cordobesa.

De este modo, desde distintas perspectivas se irán despejando muchas incógnitas que sin duda servirán para comprender la Semana Santa actual, que, afortunadamente, con el paso de los años y un esfuerzo titánico, logró sobrevivir al incomprensible decreto del obispo Pedro Antonio de Trevilla.