Semana de surtido variado en la Casa Capitular, que es la caja de bombones de Forrest Gump (nunca se sabe lo que te va a tocar). El lunes empezó con resaca y con la impaciencia del Gobierno local por enterrar el caso Torrejimeno. Habló por fin la portavoz de Ciudadanos, Isabel Albás, para decir que aquí no ha pasado nada y tal y tal, y para aplaudir «la rápida respuesta» del gobierno al colocar de gerente -tras la abrupta salida de la anterior responsable del Imdeco- al coordinador general de Hacienda. Tan rápida, tan rápida ha sido la respuesta, que Alfonso López -que así es como se llama el administrador colocado por el PP, cual relator de la ONU, en el Imdeco- llegó en diciembre al instituto municipal. O sea, con dos meses de antelación a la crisis. ¡Vértigo me da tanta rapidez!

A Torrejimeno, mientras tanto, lo tienen a régimen severo de bombones. El concejal de Deportes ha evitado la exposición pública esta semana -ha estado más quieto que la intérprete de signos de Canal Sur en los apagones huelguísticos- y apenas ha asistido a actos públicos (nota: las pintadas en los domicilios de los concejales no están bonitas). José María Bellido, por su parte, reconoció el jueves que lo del Imdeco no le ha gustado «nada», algo que era de suponer en alguien que ganó las elecciones (amén de los deméritos del equipo saliente) por su marchamo de buen gestor con Nieto, al frente de Hacienda. Pero el marchamo, se sabe, es como la reputación, que se gana a veces sin mérito y otras se pierde sin culpa, así que atención, atención.

¡ALELUYA! / Además del amargo, el alcalde se ha comido esta semana un bombón de sabor praliné a medias con la portavoz de Vox, Paula Badanelli, que dijo que el acuerdo del presupuesto para el 2020 «va por buen camino». ¡Aleluya!, se oyó gritar a Salvador Fuentes por los pasillos de Alcaldía. Después de la radiada y sufridísima negociación de las ordenanzas, la formación de Abascal ha suavizado su discurso, consciente de que es mejor no fiar demasiado alto el bombón que saben han de tenerse que zampar.

Con el 88% de cacao, la chocolatina del PSOE. Demasiado amarga para algunos paladares socialistas, que han tenido que digerir que el Ayuntamiento les reclame ahora 51.000 euros de la asignación que recibió el grupo municipal en el 2017 para sus gastos (papelería, desplazamientos, encuestas...). ¿Por qué? Porque, según la Intervención, no justificaron bien una parte de ese dinero recibido de las arcas locales. En el PSOE hablan de «error administrativo», que solucionarán aunque sea pagando la derrama; las malas lenguas hablan de que la falta de cariño entre la sede del Aeropuerto y el grupo municipal está, como el demonio, en los pequeños detalles.

No sabemos si viendo el filón poético del cóctel facturas-partidos o por candoroso adanismo, Podemos (una formación sin CIF local) ha propuesto rebajar a la mitad la asignación que reciben los grupos municipales. ¡Puf, verás como se entere Pablo Iglesias! Para que usted calcule: todos los partidos reciben una cuota mensual fija de 100 euros, y otra de 813 euros por cada uno de sus concejales. Además de rebajar la cuota, la formación morada quiere prohibir expresamente que ese dinero salga de Capitulares para financiar a las organizaciones (algo que es completamente legal en la actualidad y práctica habitual). Comprenderán que la propuesta ha sido recibida por parte del resto de grupos con un atronador silencio público y un amplio catálogo de improperios en privado. Ya les digo que la iniciativa no prosperará.

Bombón con sabor a Platanito para el socialista Antonio Hurtado. El diestro regresa al ruedo parlamentario gracias a la renuncia a su escaño del ministro Luis Planas -muy entretenido estos días con la España rural-, después de las dos corridas de infarto que toreó el año pasado: el 28 de abril (donde se cayó del cartel al 85% del escrutinio, yéndose el asiento a parar a Vox) y el 10 de noviembre. Suerte, maestro.

La semana finaliza con bombón rancio y polémica del callejero franquista, después de que PP y Cs sigan empeñados en recuperar a Cruz Conde y Vallellano. Del edificio de La Unión y el Fénix en Las Tendillas cayeron el martes unos cascotes que, afortunadamente, no alcanzaron a nadie. Quizá el edificio, de tanto escuchar campanas del pasado, recordara la sirena que albergaba en su interior en la guerra civil y reclamó, arrojando esquirlas, su papel ante la inminencia de los bombardeos. La izquierda, entonces y ahora, igual de fragmentada. Lástima.

Nota de color para el postre. Que el alcalde se pase al lado oscuro y se disfrace de soldado imperial de Star Wars junto a su escudero, el marqués de Palma del Río, es un puntazo, la verdad. Ponerle velas a Doña Cuaresma y a Don Carnal nunca puede fallar.